DONES DEL ESPÍRITU SANTO: CUESTIONES GENERALES

¿QUÉ SON DONES ESPIRITUALES? ¿CUÁNTOS HAY? ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? BUSCAR Y UTILIZAR LOS DONES ESPIRITUALES.

EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS DONES ESPIRITUALES EN GENERAL

En las generaciones previas, las teologías sistemáticas no tenían capítulos sobre los dones espirituales, porque había pocas dudas sobre la naturaleza y el uso de los dones espirituales en la iglesia. Pero en el siglo XX se vio un notable incremento del interés en los dones espirituales, principalmente debido a la influencia de los movimientos Pentecostal y carismático dentro de la iglesia.
En este capítulo, primero examinaremos algunas cuestiones generales relacionadas con los dones espirituales, entonces examinaremos la cuestión específica de si algunos dones (milagrosos) han cesado. En el siguiente capítulo analizaremos lo que enseña el Nuevo Testamento sobre dones particulares.
Sin embargo, antes de comenzar la discusión debemos definir los dones espirituales como sigue: Un don espiritual es una habilidad potenciada por el Espíritu Santo y utilizada en cualquier ministerio de la iglesia. Esta amplia definición incluye tanto los dones relacionados con las habilidades naturales (tales como la enseñanza, el mostrar misericordia, o la administración) como los dones que parecen ser más «milagrosos» y menos relacionados con las habilidades naturales (tales como la profecía, la sanidad, o el discernimiento de espíritus).
El motivo de esto es que cuando Pablo relaciona los dones espirituales (en Ro 12: 6-8; 1ª Co 7: 7; 12: 8-10,28; y Ef. 4: 11) incluye ambas clases de dones. Pero no todas las habilidades naturales que tienen las personas están incluidas aquí, pues Pablo sabe bien que todos los dones espirituales se deben a «un mismo y único Espíritu» (1ª Co 12: 11), que se dan «para el bien de los demás» (1ª Co 12:7), y que todos deben ser usados para «edificación» (1ª Co 14:26), o para la edificación de la iglesia.
¡Cuando el Espíritu Santo potencia los dones aparentemente naturales (tales como la enseñanza, e! prestar ayuda, la administración O los dones musicales), generalmente su uso muestra una mayor efectividad y poder.
Pablo dice que los corintios se llenaron «de toda riqueza, tanto en palabra como en conocimiento», cuando recibieron los dones espirituales. (1ª Co 1:5-7). Todo pastor que ha predicado durante un tiempo conoce la diferencia entre predicar de acuerdo con su propia habilidad "natural" y predicar el mismo sermón ungido O bajo e! poder de! Espíritu Santo.
1. LOS DONES ESPIRITUALES EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Ciertamente el Espíritu Santo obraba en el Antiguo Testamento, trayendo las personas a la fe y trabajando de manera notable en unos cuantos individuos tales como Moisés y Samuel, David o Elías. Pero en general había una actividad menos poderosa del Espíritu Santo en las vidas de la mayoría de los creyentes.
Una evangelización efectiva de las naciones era muy poco común, el exorcismo de demonios' era desconocido, las curaciones milagrosas eran poco comunes (aunque sí ocurrieron, especialmente en los ministerios de Elías y Eliseo), la profecía estaba limitada a unos pocos profetas o pequeños grupos de profetas, y «el poder de resucitar» del pecado en el sentido de Romanos 6: 1-4 y Filipenses 3: 10 se experimentaba rara vez.
Pero en varios aspectos el Antiguo Testamento está a la espera de un tiempo cuando habría una capacitación mayor del Espíritu Santo que alcanzaría a todo el pueblo de Dios. Moisés dijo; «¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Dios profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Num. 11: 29).
Y el Señor profetizó a través de Joel:
Después De Esto, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los Hijos Y Las Hijas De Ustedes Profetizarán, Tendrán Sueños Los Ancianos Y Visiones Los Jóvenes. En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Las Siervos Y Los Siervas. Jl 2: 28-29)
Juan el Bautista destaca las expectativas del pueblo sobre el cumplimiento de la profecía de Joel cuando anuncia que después de él viene alguien que «los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Mr 1:8; Lc 3: 16;Jn 1: 33; Hch 1: 5).
Cuando Jesús comienza su ministerio llega trayendo la plenitud y el poder del Espíritu Santo en su persona. Lucas escribe: (Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu (Lc 4: 14). Como resultado enseña con gran poder (Lc 4: 15-22) y sana y echa fuera demonios de todos los que están oprimidos (Lc 4: 31-41). Claramente, Jesús ha venido en el mayor poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y ha venido para conquistar el reino de Satanás.
De hecho, dice que el poder del Espíritu Santo que obra en él permitiéndole echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha venido con poder: «Si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28). Al recordar la vida y el ministerio de Jesús, Juan nos dice: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3: 8).
Pero este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no está limitado solamente al ministerio de Jesús. Éste envía a sus discípulos diciendo: «El reino de Dios está cerca» y les dijo: «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios» (Mt 10: 7-8). No obstante, este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no se ha dispensado todavía a todos los que creyeron en Jesús o lo siguieron, sino solo a sus doce discípulos o a los setenta discípulos (Lc 10: 1-12).
NOTA: Lo único que se acerca a la expulsión de demonios en el Antiguo Testamento es el hecho de que cuando David tocaba la lira para el rey Saúl, la música calmaba a Saúl y 10 hacia sentirse mejor, y «el espíritu maligno se apartaba de él» (1ª S 16: 23), pero David hacia esto «cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a David (Ibid), lo que indica que Saúl no experimentaba un alivio permanente de la opresión demoníaca.
El derramamiento del Espíritu Santo en la plenitud y el poder del nuevo pacto en la iglesia ocurrieron en el Pentecostés. Antes que Jesús ascendiera al cielo mandó a sus apóstoles «que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre» y en contenido de esa promesa era: «Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días» (Hch 1: 8). Les prometió: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1: 8).
Cuando se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia en Pentecostés Pedro reconoció que se había cumplido la profecía de Joel, pues afirmó: «Mas esto es lo dicho por el profeta Joel» (Hch 2:16), y entonces citó la profecía de Joel (vv. 17-21). Pedro reconoció que el poder del Espíritu Santo había venido sobre el pueblo de Dios y que la era del nuevo pacto había comenzado como un resultado directo de la actividad de Jesús en el cielo, pues dijo:
A Este Jesús, Dios Lo Resucitó, Y De Ello Todos Nosotros Somos Testigos. Exaltado Por El Poder De Dios, Y Habiendo Recibido Del Padre El Espíritu Prometido, Ha Derramado Ahora Esto Que Ustedes Ahora Ven Y Oyen. (Hch 2: 32-33)
Con el ministerio de Jesús y el ministerio de los discípulos con Jesús como trasfondo, los discípulos presentes en el Pentecostés habrían esperado correctamente que una poderosa predicación evangelística, la liberación de la opresión demoníaca, las sanidades, y quizá también la profecía, los sueños y visiones comenzarían y continuarían entre aquellos que creen en Cristo, y que estas cosas serían una característica de la era del nuevo pacto que comenzó con el Pentecostés.
Otra característica de esta dispensación del Espíritu Santo fue una amplia distribución de dones espirituales a todo el pueblo, en que hijos e hijas, jóvenes y viejos, siervos y siervas, en palabras de Joel, todos recibieron el poder del Espíritu Santo del nuevo pacto, y también se esperaba que entonces todos recibirían los dones del Espíritu Santo también.' De hecho, eso fue lo que ocurrió en la iglesia primitiva (vea 1ª Co 12-14; Gá 3: 5; Stg 5: 14-15).
Como dijo B. B. Warfield:
Estamos Justificados Al Considerar Característico De Las Iglesias Apostólicas Que Tales Milagros Debían Manifestarse En Ellas. La Excepción Sería, No Una Iglesia Con, Sino Una Iglesia Sin Esos Dones... La Iglesia Apostólica Tenía Como Característica Ser Una Iglesia Productora De Milagros.
(Esto es verdad independientemente de qué punto de vista se asuma sobre la continuación de los dones milagrosos después del tiempo de los apóstoles.)
2. EL PROPÓSITO DE LOS DONES ESPIRITUALES EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los dones espirituales se conceden para capacitar a la iglesia para llevar a cabo su ministerio hasta que Cristo regrese. Pablo les dice a los corintios: «De modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansia que se manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1ª Co 1: 7). Aquí él vincula la posesión de los dones espirituales y su situación en la historia de la redención (a la espera del regreso de Cristo), sugiriendo que los dones se dan a la iglesia para el período entre la ascensión de Cristo y su retomo.
De igual manera, Pablo espera el tiempo del regreso de Cristo y dice: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13: 10), e indica que estos dones «imperfectos» (mencionados en vv. 8-9) estarán vigentes hasta que Cristo regrese, cuando serán superados por algo muy superior.
De hecho, la dispensación del Espíritu Santo en «poder» en el Pentecostés (Hch 1: 8) era para capacitar a la iglesia a fin de que predicara el evangelio (Hch 1: 8) algo que continuaría hasta que Cristo regresara. Y Pablo les recuerda a los creyentes que en su utilización de los dones espirituales deben procurar «que abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Por último, al escribirle a los efesios, Pablo especifica que cuando Cristo ascendió al cielo concedió dones «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12).
Pero los dones espirituales no solo capacitan a la iglesia para el tiempo hasta que Cristo regrese, también dan un anticipo de la era por venir. Pablo recuerda a los corintios que Cristo los había «llenado de toda riqueza», tanto en sus palabras como en su conocimiento, y que el resultado de este enriquecimiento era que no les faltaba «ningún don espiritual» (1ª Co 1: 5, 7).
Por supuesto este enriquecimiento en sus palabras y conocimiento no les daba las palabras perfectas o el perfecto conocimiento que tendrían en el cielo, sino solo un anticipo o pago inicial de esta perfección celestial. De modo semejante, Pablo les recuerda a los corintios que los dones espirituales son «imperfectos», pero cuando el modo «perfecto» de conocer venga al regresar el Señor, entonces estos dones pasarán (1ª Co 13: 10).
Justo como el Espíritu Santo es en esta era un «pago anticipado» (2ª Co 1: 22; 2 Co 5: 4; Ef. 1: 14) de toda la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros en la era por venir, así los dones que el Espíritu Santo nos da son anticipos parciales de la obra plena del Espíritu Santo que nos pertenecerá en la era por venir.
En este camino, los dones de discernimiento y entendimiento prefiguran el discernimiento mucho mayor que tendremos cuando Cristo regrese. Los dones del conocimiento y la sabiduría prefiguran la sabiduría mucho mayor que será nuestra cuando «conozcamos como somos conocidos» (1ª Co 13:12). Los dones de sanidad dan un anticipo de la perfecta salud que será nuestra cuando Cristo nos conceda cuerpos resucitados.
Paralelos similares se podrían encontrar con todos los otros dones del Nuevo Testamento. Aun la diversidad de dones debe conducir a una mayor unidad e interdependencia en la iglesia (vea 1 Ca 12:12-13, 24-25; Ef. 4: 13), Y la diversidad en la unidad será en sí misma un anticipo de la unidad que los creyentes tendrán en el cielo.
3. ¿CUÁNTOS DONES EXISTEN?
Las epístolas del Nuevo Testamento relacionan dones espirituales específicos en seis diferentes pasajes. Examine la tabla en la página siguiente.
Lo obvio es que estas listas son todas muy diferentes. Ninguna lista tiene todos estos dones, y ningún don excepto la profecía se menciona en todas las listas (la profecía no se menciona en 1ª Co 7: 7, donde solo se discute el tema del matrimonio y el celibato, pero se incluye ciertamente en «el que habla» de 1ª P 4: 11). De hecho, 1ª Corintios 7: 7 menciona dos dones que no están en ninguna otra lista: En el contexto de la discusión sobre el matrimonio y el celibato, Pablo dice: «Cada uno tiene de Dios su propio don; éste posee uno; aquél, otro».
Estos hechos indican que Pablo no intentaba construir listas exhaustivas de dones cuando especificó los que mencionó. Aunque a veces hay una indicación de algún orden (él pone a los apóstoles primero, a los profetas en segundo lugar, a los maestros en tercero, pero al don de lenguas en último lugar en 1ª Co 12: 28), parece que en general Pablo relacionaba casi al azar una serie de diferentes ejemplos de dones según le venían a la mente.
1ª Corintios 12: 28.
1. apóstol'
2. profeta
3. maestro
4. milagros
5. tipos de sanidad
6. ayudas
7. administración
8. lenguas

1ª Corintios 12:8·10
9. palabra de sabiduría
10. palabra de conocimiento
11. fe
(5) dones de sanidad
(4) milagros
(2) profecía
12. distinguir entre espíritus
(8) lenguas
13. interpretación de lenguas,
Efesios 4:11'
(1) apóstol
(2) profeta
14. evangelista
15. Pastor-maestro
Romanos 12: 6-8
(2) profecía,
16. Servicio
(3) enseñanza,
17. Alentar
18. Contribuir
19. Liderazgo
20. Misericordia
1ª Corintios 7: 7
21. matrimonio
22. celibato

1ª Pedro 4: 11el que habla (que cubre varios dones) el que presta algún servicio (que cubre varios dones).
Por otra parte, hay cierto grado de superposición entre los dones relacionados en varios lugares. Sin duda el don de administración (kybemesis, 1ª Co 12: 28) es similar al don de liderazgo (ho proistamenos, Ro 12:8), y ambos términos pueden aplicarse probablemente a muchos que tienen el oficio de pastor-maestro (Ef. 4: 11).
NOTA: Aquí el término griego para «don» es charisma. El mismo que Pablo usa en 1ª Co 12-14 cuando habla de los dones espirituales.
Esta lista ofrece cuatro tipos de personas en términos de oficios o funciones, no, hablando estrictamente. Cuatro dones. Para tres de las funciones de la lista, los dones correspondientes serían la profecía, la evangelización y la enseñanza.
Por otro lado, en algunos casos Pablo relaciona una actividad y en otros casos relaciona el sustantivo relacionado que describe a la persona (tal como «profecía» en Ro 12: 6 y 1ª Co 12: 10, pero utiliza «profeta» en 1ª Co 12: 28 y Ef. 4: 11).
Otra razón para pensar que Pablo podría haber hecho listas mucho más largas si hubiera querido es el hecho que algunos de los dones relacionados tendrían muchas expresiones diferentes cuando se encuentran en distintas personas. Ciertamente el don de servir o ayudar dando un consejo sabio, otros al cocinar las comidas, otros al cuidar los niños o entablando amistad con una persona mayor, otros al dar consejos legales o médicos o financieros cuando se necesitan dentro de la iglesia.
Estos dones difieren bastante. Entre aquellos que poseen el don de la evangelización, algunos serán buenos en la evangelización personal dentro de un vecindario, otros al evangelizar escribiendo tratados y literatura cristiana, y otros en la evangelización de las grandes campañas y las reuniones públicas. Aún otros serán buenos en la evangelización a través de la radio y la televisión.
No todos estos dones evangelísticos son iguales, aun cuando caen dentro de la amplia categoría de «evangelización». Lo mismo podría decirse de los dones de la enseñanza o la administración. Todo esto significa que los dones de dos personas no son exactamente iguales.
¿Cuántos diferentes dones existen entonces? Ello depende simplemente en lo específicos que queramos ser. Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones como hace Pedro en 1ª Pedro 4: 11: «el que habla» y «el que presta algún servicio«. En esta lista de solo dos asuntos Pedro incluye todos los dones mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos categorías.
De un lado, podemos tomar los oficios de profeta, sacerdote, y rey del Antiguo Testamento, y tener una lista de tres tipos de dones: los dones proféticos (en este amplio sentido) incluirían los que implican enseñar, alentar, exhortar o reprender a otros.
NOTA: Se debe decir algo en este punto sobre la relación entre los dones y los oficios en la iglesia. Cuando observamos estas listas, se hace evidente que en algunos casos Pablo nombra los dones específicos (tales como los dones de sanidad o administración o lenguas), y en otros casos nombre las personas que tienen esos dones (tales como los apóstoles, profetas, o evangelistas).
Algunas listas mencionan solo las personas que poseen esos dones (como en Ef4: 11 o 1 P 4: 11). Y algunas listas están mezcladas, mencionando algunos dones y algunas personas que tienen los dones (como en Romanos 12: 6-8 y 1ª Co 12: 28).
Además de eso, se debe hacer otra distinción: En los casos que Pablo nombra personas, a veces da el nombre que hace referencia a un oficio reconocido oficialmente en la iglesia (tales como «apóstoles» o «pastores-maestros»). Esperaríamos que esas personas comenzarían a funcionar en esos oficios tras haber recibido un reconocimiento formal de la iglesia como un todo (esto se llamaría (ordenación) o «instalación en el oficio» para el oficio de pastor [o anciano] por ejemplo. Pero en otros casos, aunque se nombra la persona, no hay necesariamente que pensar que hubo algún reconocimiento oficiala establecimiento en el oficio frente a toda la iglesia.
Este sería el caso, por ejemplo, de aquel que anima a otros y el que da y el que muestra (compasión) en Romanos 12: 6-8. De manera similar, el Nuevo Testamento no indica claramente que se establecieron los profetas y evangelistas en algún oficio formalmente reconocido en la iglesia primitiva, y la palabra «profeta» probablemente se refiere únicamente a alguien que profetizaba regularmente y bajo la evidente bendición de la iglesia.
«Evangelista» puede referirse igualmente a aquellos que funcionaban efectivamente de manera regular en el trabajo de la evangelización, y «maestros» podría incluir tanto a aquellos que tenían reconocidas funciones docentes en la iglesia, quizá en relación con el oficio de anciano, y aquellos que tenían funciones docentes en capacidades menos formales en la iglesia pero que enseñaban regularmente con efectividad en escenarios informales o grupos pequeños.
Por conveniencia, seguiremos refiriéndonos a estas listas como listas de «dones espirituales», aunque, para ser más precisos, debemos damos cuenta que ellas incluyen tanto los dones espirituales como las personas que ejercitan esos dones. Como Jesucristo provee a la iglesia tanto los dones como las personas, es apropiado que ambos se mencionen en distintas partes de estas listas.
Los dones sacerdotales incluyen todo lo que implica mostrar misericordia y cuidar de aquellos en necesidad o implica interceder ante Dios (tal como orar en lenguas). Los dones reales implicarían todo lo que tenga que ver con la administración o el gobierno o el orden en la iglesia.
Otras clasificaciones de dones son los dones de conocimiento (tal como distinguir entre espíritus, palabra de sabiduría, y palabra de conocimiento), los dones de poder (tales como la sanidad, los milagros, y la fe) y los dones de la palabra (lenguas, interpretación y profecía). Entonces podríamos confeccionar otra vez una lista mucho mayor, como la lista de los veintidós dones enumerados arriba.
Pero aun esa lista no incluye todos los dones posibles (ninguna lista incluye un don de oración intercesora, por ejemplo, que puede estar relacionado a un don de fe pero que no es el mismo que el don de la fe; los dones musicales no están incluidos en ninguna lista, y tampoco ningún don de echar fuera demonios, aunque Pablo debe haber sabido que algunos cristianos eran más efectivos en esa área que otros).
Y si deseáramos dividir diferentes tipos de servicio o administración o evangelización o enseñanza, entonces podríamos fácilmente tener una lista que incluyera cincuenta o hasta cien distintos rubros.
El propósito de todo esto es simplemente decir que Dios le da a la iglesia una asombrosa variedad de dones espirituales, y todos ellos son muestra de su multiforme gracia. De hecho, Pedro dice tanto como: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10; aquí la palabra «multiforme» es poikilos, que significa «tener muchas facetas; tener una rica diversidad»).
La consecuencia práctica de esta discusión es que debemos estar dispuestos a reconocer y apreciar a las personas que tienen dones que difieren de los nuestros y que pueden diferir de nuestras expectativas de lo que debe ser la apariencia de ciertos dones. Por otra parte, una iglesia saludable tendrá una gran diversidad de dones, y esta diversidad no debe llevar a una fragmentación sino a una mayor unidad entre los creyentes de la iglesia.
Todo el propósito de Pablo en la analogía del cuerpo con muchos miembros (1ª Co 12: 12-26) es decir que Dios nos ha puesto en el cuerpo con estas diferencias de manera que podamos depender unos de otros. «Ni el ojo no puede decirle a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros». Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios» (1ª Co 12: 21-22; d. vv. 4-6).
Va contra la manera de pensar del mundo decir que disfrutamos de mayor unidad cuando nos unimos más a aquellos que son diferentes a nosotros, pero ese es precisamente el argumento que formula Pablo en 1ª Corintios 12, demostrando la gloria de la sabiduría de Dios al no permitir a nadie poseer todos los dones necesarios para la iglesia, sino requiriendo que dependamos uno del otro para un adecuado funcionamiento de la iglesia.
NOTA: Esta variedad de maneras de clasificar los dones nos permite decir que con propósitos docentes son posibles muchos tipos de clasificación. Pero debemos cuidamos de cualquier reclamo de que cierta forma de clasificar O relacionar los dones es la única válida, pues la Escritura no nos limita a algún esquema de clasificación.
4. LOS DONES PUEDEN VARIAR EN INTENSIDAD.
Pablo dice que si tenemos el don de profecía, debemos utilizarlo «en proporción a nuestra fe» (Ro 12: 6), indicando que el don puede estar más o menos desarrollado en diferentes individuos durante un período de tiempo. Por esto Pablo puede recordarle a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), y puede decir: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti» (2ª Ti 1: 6).
Era posible que Timoteo dejara que su don se debilitara, aparentemente por su uso infrecuente, y Pablo le recuerda que lo estimule utilizándolo y consecuentemente fortaleciéndolo. Esto no debe sorprender, porque nos damos cuenta que muchos dones incrementan su fuerza y efectividad cuando se utilizan, ya sea la evangelización, la enseñanza, el consuelo, la administración o la fe.
Apolos tenía un poderoso don de predicación y enseñanza, pues leemos que era «ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras » (Hch 18: 24). Y aparentemente Pablo tenía y utilizaba con frecuencia un muy efectivo don de hablar en lenguas pues dice; «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos ustedes» (1ª Co 14: 18).
Todos estos textos indican que los dones espirituales pueden variar en intensidad.
Si pensamos en cualquier don, ya sea la enseñanza o la evangelización de un lado, o la profecía y la sanidad del otro, debemos darnos cuenta que dentro de cualquier congregación probablemente haya personas que son muy efectivas en el uso de ese don (quizá a través de un uso prolongado y la experiencia), otros que son moderadamente fuertes en ese don, y otros que tienen el don pero que comienzan justo a utilizarlo.
Esta variación en intensidad de los dones espirituales depende de una combinación de influencia humana y divina. La influencia divina es la obra soberana del Espíritu Santo, «quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12: 11). La influencia humana viene de la experiencia, el entrenamiento, la sabiduría, y las habilidades naturales en el uso de ese don.
Normalmente no es posible conocer en qué proporción las influencias humana y divina se combinan en cualquier momento, ni tampoco es realmente necesario conocerlo, porque aun las habilidades que pensamos son «naturales» vienen de Dios (1ª Co 4: 7) y están bajo su control soberano (vea el capítulo 16 sobre la providencia de Dios y la responsabilidad humana).
Pero esto lleva a una pregunta interesante: ¿Qué fuerte tiene que ser una habilidad antes de que se la llame un don espiritual? ¿Cuántas habilidades docentes necesita alguien antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de la enseñanza, por ejemplo? ¿ü qué efectivo en la evangelización necesitaría ser alguien antes que podríamos reconocer un don de evangelización? ¿O con qué frecuencia alguien tendría que ver respondidas las oraciones por una sanidad antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de sanidad?
La Escritura no responde esta cuestión directamente, pero el hecho de que Pablo hable de estos dones como útiles para la edificación de la iglesia (1 Ca 14: 12), y el hecho de que Pedro diga de la misma manera que cada persona que ha recibido un don debe recordar emplearlo «al servicio de los demás» (1 P 4:10), sugiere que tanto Pablo como Pedro pensaban en dones y habilidades que eran lo suficientemente fuertes como para funcionar en beneficio de la iglesia, ya sea para la congregación reunida (como la profecía o la enseñanza), o para individuos de la congregación en distintos momentos (como la ayuda y el aliento).
NOTA: Vea también 1ª Corintios 13: 1-3. Donde Pablo ofrece ejemplos de algunos dones desarrollados al grado más elevado Imaginable. Ejemplos que él usa para mostrar que aun tales dones sin amor no traerían ningún beneficio.
Probablemente no se puede trazar una línea definitiva en esta materia, pero Pablo nos recuerda que no todos tienen cada uno de los dones o ningún don. Él habla con mucha claridad sobre esto en una serie de preguntas que no esperan respuesta:
«¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1ª Co 12: 29-30). El texto griego (con la partícula me antes de cada pregunta) claramente no espera una respuesta a cada pregunta. Por lo tanto, no todos son maestros, por ejemplo, ni todos poseen los dones de sanidad, ni todos hablan en lenguas.
Pero aunque no todos tienen el don de la enseñanza, es cierto que todas las personas «enseñan» en algún sentido de la palabra enseñar. Aun personas que nunca soñarían con enseñar una clase de la Escuela Dominical, ciertamente leerán historias bíblicas a sus propios hijos y les explicarán su significado; Moisés mandó que los israelitas hicieran esto mismo con sus hijos (Deuteronomio 6: 7), que les explicaran las palabras de Dios mientras estaban sentados en su casa o andaban por el camino.
Así que de un lado podemos decir que no todos tienen el don de la enseñanza. Pero por otro lado, debemos decir que hay alguna habilidad general relacionada con el don de la enseñanza que poseen todos los cristianos. Otra forma de decir esto sería afirmar que no hay un don espiritual que tengan todos los creyentes, pero hay cierta habilidad general similar a cada don que todos los cristianos tienen.
Podemos ver esto en cierto número de dones. No todos los cristianos poseen el don de evangelización, pero todos los cristianos tienen la capacidad de compartir el evangelio (de hecho, como veremos abajo, algunas personas dicen que nadie tiene hoy en día genuinos dones de sanidad), pero a pesar de todo cada cristiano puede y de cierto ora a Dios por la sanidad de amigos o parientes que están enfermos.
No todo cristiano tiene el don de la fe, pero cada cristiano tiene cierto grado de fe, y esperaríamos que esta crezca en la vida de un cristiano ordinario.
Hasta podemos decir que otros dones, tales como la profecía y el hablar en lenguas, no solo tienen una intensidad cambiante entre aquellos que poseen el don, sino que también encuentran su contraparte en algunas habilidades generales que se hallan en la vida de cada cristiano. Por ejemplo, si entendemos que la profecía es (de acuerdo con la definición que se ofrece en el capítulo 53)".
«Informar algo que Dios nos trae de manera espontánea a la mente», entonces es verdad que no todos experimentan esto como un don, porque no todos experimentan a Dios trayendo espontáneamente cosas a la mente con tal claridad y fuerza que él o ella se sientan libres de hablar sobre ellas en medio de un grupo de cristianos reunidos.
Pero probablemente todo cristiano ha tenido en un momento u otro la sensación de que Dios le traía a la mente la necesidad de orar por un amigo distante o escribirle o llamarlo por teléfono para llevar una palabra de aliento a alguien que está lejos, y más tarde ha descubierto que eso era precisamente lo que se necesitaba en ese momento.
Pocos negarían que Dios puso esa necesidad de una manera espontánea en su mente, y, aunque esto no sería llamado un don de profecía, es una habilidad general recibir una orientación o guía especial de Dios que es similar a lo que ocurre con el don de profecía, pese a que funciona a un nivel inferior.
Incluso podemos considerar el don de hablar en lenguas desde esta perspectiva.
Si pensamos del hablar en lenguas como una oración en sílabas no comprensibles para el que habla (vea 1ª Co 14: 2, 14)," entonces es verdad que no todo cristiano tiene el don de hablar en lenguas (y una vez más debe decirse que algunos cristianos argumentarían que nadie tiene hoy en día ese don, pues la era de los apóstoles ha terminado).
Pero por otro lado, debemos reconocer que todo cristiano tiene momentos de oración en los cuales su oración se expresa no solo en palabras y sílabas inteligibles, sino también en forma de suspiros, gemidos y llanto que sabemos el Señor escucha y comprende, y ello expresa necesidades y preocupaciones de nuestros corazones que no podemos articular plenamente en palabras (Ro 8: 26-27).
Una vez más no debemos llamar a esto un don de hablar en lenguas, pero parece ser una habilidad general en nuestras vidas cristianas que está de alguna manera relacionada con el don de hablar en lenguas, en la medida que se expresa en una oración en sílabas que no entendemos completamente, pero que sin embargo el Espíritu Santo convierte en una oración efectiva que Dios escucha.
El propósito de toda esta discusión es simplemente decir que los dones espirituales no son tan misteriosos ni «cosas de otro mundo» como la gente considera que son. Muchos de ellos son solo una intensificación o una instancia altamente desarrollada de fenómenos que la mayoría de los cristianos experimentan en sus propias vidas.
El otro importante propósito que puede deducirse de esta discusión es que aun cuando se nos han dado dones por Dios, todavía somos responsables de usarlos con efectividad, y buscar crecer en su uso para que la iglesia reciba más beneficios de los dones que Dios nos ha permitido ser administradores.
Por último, el hecho de que la potencia de los dones puede variar nos permite reconocer que el don de cierta persona (tal como el de enseñanza o administración, por ejemplo) puede que no sea lo suficientemente fuerte como para funcionar en beneficio de toda la iglesia en una iglesia grande donde muchas personas ya tienen ese don en alto grado desarrollado.
Pero esa misma persona, al moverse a una iglesia más joven y pequeña donde pocos tienen el don de la enseñanza o la administración, puede encontrar que sus dones tienen una mayor demanda y son capaces de funcionar para el beneficio de toda la congregación. (En este sentido, algo que solo se considera una habilidad general en un escenario puede considerarse correctamente un don espiritual en otro escenario.)
5. POSEEN LOS CRISTIANOS LOS DONES TEMPORAL O PERMANENTEMENTE?
En la mayoría de los casos, parece que el Nuevo Testamento describe una posesión permanente de los dones espirituales. La analogía de las partes del cuerpo en 1ª Corintios 12: 12-26 se adecuan a esto, en el sentido que el ojo no se convierte en mano, ni el oído en pie, pero las distintas partes del cuerpo existen permanentemente.
Por otro lado, Pablo dice que algunas personas ostentan títulos que describen una función continua. Algunos pueden ser llamados «profetas» o «maestros» (1ª Co 12: 29) o «evangelistas» (Ef 4: 11). Esperaríamos que esas personas estuvieran en posesión permanente de los dones de profecía, enseñanza y evangelización, a menos que alguna circunstancia inusual sobreviniera que los privara del don.
De manera similar, Pablo habla en términos de la posesión de dones espirituales cuando dice: «Si tengo el don de profecía»(1ª Co 13:2) Y cuando Pablo pide que un intérprete esté presente cuando alguien hable en lenguas (1ª Co 14: 28), asume que la iglesia conocerá si alguien que tiene el don de interpretación está presente, lo que implica que alguien estaría en posesión del don durante un tiempo.
Cuando dice; «Si alguno se cree profeta» (1ª Co 14: 37), se da cuenta que algunos en Corinto habrían funcionado con el don de profecía con la suficiente frecuencia para concebirse a sí mismo como «profetas». Todos estos versículos apuntan en la dirección de una permanente, o por lo menos duradera y continua posesión de dones espirituales.
Por cierto, en Romanos 12, Pablo comienza su afirmación: «y hay diversidad de de operaciones» (Ro 12:6). Y le dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), indicando de nuevo que Timoteo había tenido ese don durante un período de tiempo. Por lo tanto, parece que en general el Nuevo Testamento indica que a las personas se les conceden dones espirituales, y una vez que los poseen, son normalmente capaces de continuar utilizándolos durante el transcurso de su vida cristiana.
Con todo, se deben cumplir importantes requisitos, porque hay algunas instancias en las que los dones no son permanentes. Hay algunos dones que no son permanentes por su propia naturaleza, tales como los dones del matrimonio y el celibato (1ª Co 7: 7). Aunque Pablo los llama dones, en la vida de la mayoría de los creyentes habrá momentos en que están solteros, y momentos en que están casados.
Por otra parte, algunos dones, aunque se ejerciten con bastante frecuencia, aun no se pueden ejercitar a voluntad. La efectividad en el don de sanidad, por ejemplo, depende de la voluntad soberana de Dios al responder las oraciones que imploran sanidad.
De manera similar, la profecía depende de la concesión de una «revelación» espontánea (1ª Co 14: 30) de Dios, y simplemente no puede ejercitarse a voluntad.
Lo mismo podría decirse inclusive del don de la evangelización: En última instancia es la obra del Espíritu Santo traer regeneración y capacitar a alguien para creer, de forma que el evangelista debe orar y predicar, pero solo Dios puede aportar la cosecha de almas.
En otros casos, se puede conceder algún don particular para una necesidad o evento único. Aunque no es, hablando estrictamente, un don espiritual en el sentido del Nuevo Testamento, la devolución de la fortaleza de Sansón por última vez al final de su vida Jueces 16: 28) se le otorgó temporalmente durante el último momento de su vida.
Y, en el Nuevo Testamento, la notable revelación que tuvo Esteban cuando, «lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios» (Hch 7:55) fue una manifestación del Espíritu que se le dio solo durante ese específico momento.
NOTA: Por supuesto, no debemos llevar muy lejos la metáfora del cuerpo, pues las personas de hecho reciben otros dones, y Pablo aun anima a las personas a buscar dones espirituales adicionales (1ª Co 14: 1). Pero la metáfora sí sugiere algún grado de estabilidad o permanencia en la posesión de los dones.
Otra instancia en que un don puede no ser permanente es cuando una persona descuida su don, y quizá aflige al Espíritu Santo o cae en un serio error doctrinal o moral (como por ejemplo hizo Sansón en el Antiguo Testamento). En tal caso el don puede ser retirado. De cierto, Pablo advirtió a Timoteo: (Ejercita el don que recibiste) (1ª Ti 4: 14), y quizá también podemos aprender de la parábola de los talentos, en la que Jesús dice que «a todo el que tiene se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene) (Mt 25: 29).
Por demás, debemos recordar que el Espíritu Santo todavía es soberano en la distribución de dones: el que (reparte a cada uno según él lo determina) (1ª Co 12: 11). La palabra que se traduce aquí como (reparte) es un participio presente, lo cual indica una continua actividad en el tiempo, y podríamos parafrasear: (El Espíritu Santo continúa siempre distribuyendo o repartiendo dones a cada persona individual justo según él lo determina).
Esto significa que, aun cuando normalmente la costumbre del Espíritu Santo es continuar facultando el mismo don o dones en las personas en el transcurso del tiempo, aún así, hay una continua voluntad y decisión del Espíritu Santo de hacer o no hacer esto, y puede que por sus propios motivos retire el don durante un tiempo, o hace que sea mucho más potente o más débil de lo que era.
Por último, 1ª Corintios 13: 8-13 (que se discutirá abajo) indica que los actuales dones espirituales que poseemos son solo para esta era, y serán superados por algo mucho mayor. Por lo tanto, en ese sentido ningún don es (permanente) pues cada don se considerará inútil en el momento que el Señor regrese.
Dentro de la discusión de la cuestión de si los dones espirituales son o no permanentes, a veces se menciona a Romanos 11: 29: (Porque las dádivas de Dios son irrevocables). Sin embargo, Esto no significa que sea apropiado utilizar el versículo en el contexto de esta discusión, pues en este caso Pablo habla sobre el estatus del pueblo judío, incluyendo su designación como pueblo de Dios y los dones o bendiciones dispensados a ellos como resultado de ese estatus.
Aquí Pablo arguye que Dios tiene aun un propósito para su pueblo de Israel, pero la cuestión de los dones del Espíritu Santo en el sentido de 1ª Corintios 12-14 no se contempla en absoluto en Romanos 11: 29. Y ciertamente en cualquier caso esta afirmación no sería cierta en términos de una declaración del todo irrestricta sobre los dones espirituales, porque es evidente que por el mal uso, la negligencia o el agravio del Espíritu Santo, puede que las personas vean sus dones disminuidos o removidos por la soberana decisión de Dios.
NOTA: Aunque el propósito primario de esta parábola tiene que ver con las recompensas en el juicio final, no obstante alienta a la fidelidad en la mayordomía de lo que se nos ha dado, y no es ilógico esperar que Dios pudiera actuar respecto a nosotros de esa manera, por lo menos en principio, también en esta vida.
6. ¿SON LOS DONES MILAGROSOS O NO MILAGROSOS?
La respuesta a esta pregunta depende en realidad de la definición de la palabra milagro. Si definimos milagro como (una actividad directa de Dios en el mundo), entonces todos los dones espirituales son milagrosos porque el Espíritu Santo los faculta (1ª Co 12:11; vvA-6). Pero en ese sentido todo lo que sucede en el mundo puede decirse que es milagroso, porque todo ello procede de la obra providencial de Dios en la creación (vea Ef. 1:11; Dn. 4: 35; Mt 5: 45).
Por lo tanto la palabra milagro pierde su utilidad, pues nos es dificil encontrar algo que suceda en el mundo que no sea milagroso en este sentido.
Es mejor definir milagro en un sentido más estrecho, como hicimos arriba, en el capítulo 17: Un milagro es «una actividad menos común de Dios en la que él suscita el asombro y la admiración de las personas y da testimonio de sí mismo». En términos de esta definición, solo algunos dones son «milagrosos»: a saber, aquellos dones que la gente piensa que son milagrosos porque están asombrados de la actividad de Dios que obra en ellos.
Ciertamente incluiríamos la profecía en esta categoría (note el asombro del incrédulo en 1ª Co 14: 24-25), la sanidad (de manera similar, note la respuesta del pueblo en Hch 3: 10 y otros lugares), echar fuera demonios (vea Hch 19: 11-13,17), o el hablar en lenguas cuando es realmente una lengua extranjera y los demás la comprenden (vea la descripción de Pentecostés en Hch 2: 7).
Probablemente otros fenómenos notables también se incluirían en el don de hacer milagros (1ª Co 12: 10).
Por otro lado, en esta definición, algunos dones se considerarían como no milagrosos.
Los dones de servir, enseñar, alentar, contribuir y llevar a cabo actos de misericordia (en Ro 12: 7-8) caerían en esta categoría, así como los dones de aquellos que actúan como ayudantes y administradores (1ª Co 12: 28). Pero todavía se trata del mismo Espíritu Santo quien los da y obra a través de ellos.
El propósito de este análisis es alertamos contra la elaboración de una distinción sobrenatural! natural en nuestras mentes por medio de la cual pensemos que algunos dones son «sobrenaturales» y otros simplemente «naturales». La Biblia no hace tal distinción, y el peligro de hacer esto es que nos inclinemos a pensar que algunos dones (que pensamos son «sobrenaturales) son más importantes o proceden más claramente del Señor, y que nos inclinemos a devaluar o hacer menos énfasis en los dones que consideramos «naturales». Si hacemos esto fracasaremos a la hora de ver la mano de Dios en la actuación de todos los dones y a la hora de darle gracias por todos ellos.
Por otro lado, la engañosa distinción sobrenatural! natural también puede hacemos desconfiados sobre aquellos que consideramos sobrenaturales», o puede llevamos a pensar que sería muy improbable ocurrieran en nuestra propia experiencia.
En ese caso, nos inclinaríamos a enfatizar los dones que pensamos son «naturales» y tendríamos muy pocas expectativas o fe en relación con cualquier cosa que pensáramos es «sobrenatural'.
En contraste con esta perspectiva, la Escritura dice que recibimos «todos» los dones de un mismo Espíritu, un mismo Señor, y un mismo Dios (1 Co 12:4-6). La visión del mundo de la Escritura es de continuidad, de una continua interacción entre el mundo visible que podemos ver y tocar y el mundo invisible que la Escritura nos dice está ahí y es real. Dios obra en ambos, y nos hacemos a nosotros mismos ya la iglesia un gran perjuicio al separar estos aspectos de la creación en «sobrenatural» y «natural.
Por último, ¿deberíamos buscar los dones más inusuales o milagrosos, o deberíamos buscar los dones más comunes? De nuevo, la Escritura no hace este tipo de distinción cuando nos dice qué tipo de dones buscar. Pablo dice a los corintios: «Por eso ustedes, ya que tanto ambicionan los dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia (1ª Co 14. 12).
Esto significa que debemos conocer cuáles dones son más necesarios en la iglesia a la que asistimos, y entonces orar a Dios para que nos conceda estos dones a nosotros y a otros. Que esos dones se consideren milagrosos o no milagrosos no es lo que realmente importa.
7. DESCUBRIR Y BUSCAR DONES ESPIRITUALES.
Pablo parece asumir que los creyentes conocerán cuáles son sus dones espirituales. Simplemente les dice a los de la iglesia en Roma que usen sus dones de varias maneras: «Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría» (Ro 12: 6-8).
De manera similar, Pedro les dice a sus lectores cómo utilizar sus dones, pero no dice nada sobre cómo descubrir cuáles son: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10).
¿Pero qué si muchos miembros de una iglesia no conocen qué don o dones espirituales Dios les ha dado? En tal caso, los líderes de la iglesia necesitan preguntarse si les están proporcionando suficientes oportunidades para el uso de una variedad de dones.
Aunque las listas de dones dadas en el Nuevo Testamento no son exhaustivas, ciertamente proveen un buen punto de partida para que las iglesias se pregunten si por lo menos existe la oportunidad de que estos dones se utilicen.
Si Dios ha puesto personas con ciertos dones en una iglesia cuando estos dones no se estimulan o quizá no se permite utilizarlos, éstas se sentirán frustradas e insatisfechas en sus ministerios cristianos, y quizá se mudarán a otra iglesia donde sus dones puedan funcionar para el beneficio de la iglesia.
En el caso de individuos que no conocen cuáles son sus dones, pueden comenzar preguntando qué necesidades y oportunidades para el ministerio hay en su iglesia. Específicamente, pueden preguntar qué dones son más necesarios para la edificación de la iglesia en ese sitio. Además, cada creyente individual que no sabe cuáles son sus dones debe realizar cierto auto examen.
¿Qué intereses y deseos y habilidades éste posee? ¿Pueden otros ofrecer consejo o aliento que apunten hacia dones específicos? Por otra parte, ¿ha habido bendiciones en el pasado al ministrar en algún tipo particular de servicio?
En todo esto, la persona que busca descubrir sus dones debe orar y pedir a Dios sabiduría, confianza en que ésta será concedida de acuerdo a su promesa: «y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada»' (Stg 1: 5-6). A veces Dios concederá esta sabiduría en términos de una visión más exacta de las habilidades propias.
En otros momentos puede que venga a través del consejo de otros o al ver crecientes bendiciones en un área del ministerio. Y Pablo indica que en algunos casos puede ser la profecía la que ofrezca la señal de un don específico, pues dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Por último, la persona que se pregunta cuáles son sus dones espirituales debe simplemente comenzar a ministrar en varias áreas y ver dónde Dios trae bendiciones.
Enseñar una clase de la Escuela Dominical o un estudio bíblico en una casa es una manera excelente para empezar a utilizar el don de la enseñanza. Cada comunidad tiene oportunidades para una mayor utilización del don de la evangelización.
Personas que piensan tienen un don de sanidad pueden pedirle una oportunidad a sus ancianos a fin de acompañarlos cuando vayan a orar por los enfermos. Las personas que piensan tienen el don de la fe o un don de oración intercesora podrían comenzar a preguntarles a algunos amigos cristianos por necesidades específicas sobre las cuales orar.
En todo esto, las iglesias pueden dar aliento y oportunidades para que las personas prueben utilizar varios dones, y tan pueden ofrecer enseñanzas y entrenamientos prácticos en los métodos apropiados para el uso de varios dones. Además, las iglesias deben orar continuamente para que Dios permita a las personas encontrar cuáles son sus dones y entonces ser capaces de utilizarlos.
En todo esto la meta es que el cuerpo de Cristo en cada localidad alcance la madurez, hasta que «por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4: 16).
Más allá del asunto de descubrir qué dones tiene uno está el asunto de buscar dones espirituales adicionales. Pablo manda a los cristianos: «Procurad, pues, los dones mejores» (1ª Co 12:31) y después dice: «Empéñense en seguir el amor y ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1).
En este contexto, Pablo define lo que quiere decir por «dones mejores» o «dones mayores» porque en 1ª Corintios 14: 5 repite la palabra utilizada en 12:31 para «mayor» (gr. Meizon cuando dice: «porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación (RVR) (1ª Co 14: 5). Aquí los dones mayores son aquellos que más edifican a la iglesia.
Esto es consistente con la declaración de Pablo unos cuantos versículos más adelante, cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Los mayores dones son aquellos que más edifican la iglesia y traen mayores beneficios a los demás.
¿Pero cómo buscamos más dones espirituales? Primero, debemos pedírseles a Dios. Pablo dice directamente que «el que habla en lenguas pida en oración el don de interpretar lo que diga (1ª Co 14: 13; d. Stg 1:5, donde éste dice a las personas que deben pedirle a Dios sabiduría).
A continuación, las personas que buscan dones espirituales adicionales deben tener motivos correctos. Si los dones espirituales se buscan solo para que la persona pueda sobresalir más o tenga más influencia o poder, esto es ciertamente malo a los ojos de Dios. Esta fue la motivación de Simón el hechicero en Hechos 8:19, cuando dijo: «Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo» (véase la reprimenda de Pedro en vv. 21-22).
De manera similar, Ananías y Safira buscaron gloria para sí mismos cuando pretendieron dar todo el producto de la venta de su tierra a la iglesia, pero no fue verdad, y ambos perdieron sus vidas (Hch 5: 1-11). Es una cosa temible querer dones espirituales o prominencia en la iglesia para nuestra propia gloria, no para gloria de Dios y para la ayuda de otros.
Por lo tanto, aquellos que buscan dones espirituales primero deben preguntarse si lo hacen por amor a los demás y por estar más capacitados a la hora de ministrar a sus necesidades, pues aquellos que tienen grandes dones espirituales pero le (falta el aman) son (nada) a los ojos de Dios (1ª Co 13: 1-3). Por esto Pablo dice: «Empéñense seguir el amor» y solo después añade: «y ambicionen los dones espirituales» (1ª Co 14: 1).
Otra vez repite el mismo tema cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1 Co 14: 12). Toda persona que pide a Dios un don espiritual adicional debe hurgar en su corazón con frecuencia, preguntándose porqué se desea este don particular. ¿Es realmente debido al amor por los demás y un deseo de edificar la iglesia y ver glorificado a Dios?
Después de eso, es apropiado buscar oportunidades para probar el don, justo en el caso de una persona que trata de descubrir su don, como se explica arriba. Pequeños grupos de estudio de la Biblia o reuniones de oración en casas a menudo ofrecen un buen escenario en el que las personas pueden probar los dones de la enseñanza o la oración intercesora o de estimular a otros o el de profecía o la sanidad, por ejemplo.
Por último, aquellos que buscan dones espirituales adicionales deben continuar utilizando los dones que ahora tienen y deben estar conformes si Dios decide no darles más. El señor aprobó al siervo cuyo dinero produjo diez veces más (1ª Co 12: 11), pero condenó al que puso su dinero en un pañuelo y no hizo nada con él (Lc 19: 16-17, 20-23)-para mostrarnos ciertamente que tenemos la responsabilidad de usar y tratar de incrementar cualesquiera talentos o habilidades que Dios nos haya dado como sus administradores.
Para balancear ese énfasis de buscar y crecer en dones espirituales debemos también recordar que Pablo dice claramente que los dones espirituales son proporcionados a cada persona individualmente por el Espíritu Santo «según él lo determina» (1ª Co 12: 11), y que «Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso» (1ª Co 12:18). Dice que Dios ha puesto diversos dones en la iglesia y que no todos son apóstoles o profetas o maestros (1ª Co 12: 28-30).
De esta manera les recuerda a los corintios que en última instancia la distribución de los dones es cuestión de la voluntad soberana de Dios, y que es para el bien de la iglesia y para nuestro bien que ninguno de nosotros tenga todos los dones, y que necesitaremos depender continuamente de otros que tienen dones diferentes a los nuestros.
Estas consideraciones deben hacer que nos sintamos complacidos si Dios decide no darnos los demás dones que buscamos.
8. LOS DONES SON HERRAMIENTAS PARA EL MINISTERIO, Y NO ESTÁN NECESARIAMENTE RELACIONADOS CON LA MADUREZ CRISTIANA.
Tenemos que reconocer que a todo creyente se le dan dones espirituales (1ª Co 12: 7, 11; 1ª P 4:10). Hasta los cristianos inmaduros reciben dones espirituales del Señor-esto se hizo evidente por cierto en la iglesia de Corinto, que tenía abundancia de dones espirituales (1ª Co 1:7), pero aún así era muy inmadura en muchas áreas de doctrina y conducta. Pablo dice:
«Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo (1ª Co 3: 1). O sea, los dones espirituales no son necesariamente una señal de madurez espiritual. Es posible poseer notables dones espirituales en una u otra área pero ser aún muy inmaduro en la comprensión doctrinal o la conducta cristiana, como fue el caso de Corinto.
De hecho, en ocasiones hasta los inconversos son capaces de profetizar y expulsar demonios y hacer milagros, pues Jesús dice que en los últimos días muchos le dirán: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?» Pero Jesús les diría: «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7: 22-23). No es que Jesús los conociera antes y luego no los conociera; él dice: «Nunca los conocí». Nunca fueron cristianos, aunque habían realizado obras notables.
Por eso no debemos evaluar la madurez espiritual sobre la base de los dones espirituales. La madurez llega a través de caminar junto a Jesús, y conduce a la obediencia a sus mandamientos en la vida diaria: «El que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió» (1ª Jn 2: 6).
¿Cuándo entonces el Espíritu Santo nos concede dones espirituales? Se conceden para la obra del ministerio y son simples herramientas para ser utilizadas con ese fin. Nunca deben ser una fuente de orgullo personal para aquellos que los posee, ni se deben considerar como una señal de madurez. Simplemente debemos esforzarnos por sobresalir en el amor por los demás, en atender sus necesidades, edificar la iglesia, y vivir una vida en conformidad con las normas de la vida de Cristo.
Si hacemos eso, y si Dios decide damos dones espirituales que nos dote para esas tareas, debemos darle gracias por eso, y orar para que nos mantenga libres de orgullo por los dones que gratuita y bondadosamente han dado, y que no ganamos nosotros.

B. ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? EL DEBATE SOBRE EL CESE DE LOS DONES

Dentro del mundo evangélico actual hay diferentes posiciones sobre el asunto: «¿Es válido que la iglesia de hoy utilice todos los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento? Algunos dirían que sí.
Otros dirían que no, y argumentarían que algunos de los dones más milagrosos (tales como la profecía, las lenguas más interpretación, y quizá el de sanar enfermos y expulsar demonios) se otorgaron solo durante el tiempo de los apóstoles, como «señales» para autentificar a los apóstoles durante la temprana predicación del evangelio.
Afirman que estos dones ya no se necesitan como señales hoy, y que cesaron a fines de la era apostólica, probablemente a fines del siglo primero o comienzos del siglo segundo d.C.
También debemos damos cuenta que hay un amplio grupo «medio» en relación con esta cuestión, un grupo de «evangélicos de la tendencia principal» que no son carismáticos ni pentecostales de un lado, ni partidarios del «cese de los dones» del otro, pero que están simplemente indecisos, y dudosos que esta cuestión pueda decidirse sobre la base de la Escritura.
NOTA: Muchos que dicen sí, tales como el presente autor, añadirían la salvedad de que «apóstol» es un oficio, no un don, y que el oficio de apóstol no se mantiene hoy.
Cesacionistas se refiere a alguien que piensa que ciertos dones espirituales milagrosos cesaron hace mucho tiempo, cuando murieron los apóstoles y se completó la Escritura.
Aunque algunos aspectos de esta cuestión se discutieron en el capítulo 17 dedicado a los milagros, hay algunas consideraciones adicionales, especialmente relacionadas con el tópico de los dones espirituales, que se pueden hacer aquí.
1. ¿NOS DICE 1ª CORINTIOS 13: 8-13 CUÁNDO CESARÁN LOS DONES MILAGROSOS?
Pablo dice:
El Amor Jamás Se Extingue, Mientras Que El Don De Profecía Cesará, El De Lenguas Será Silenciado Y El De Conocimiento Desaparecerá. Porque Ahora Conocemos Y Profetizamos De Manera Imperfecta; Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Cuando Yo Era Niño, Hablaba Como Niño, Pensaba Como Niño, Razonaba Como Niño; Cuando Llegué A Adulto, Dejé Atrás Las Cosas De Niño. Ahora Vemos De Manera Indirecta Y Velada, Como En Un Espejo; Pero Entonces Veremos Cara A Cara. Ahora Conozco De Manera Imperfecta, Pero Entonces Conoceré Tal Y Como Soy Conocido. Ahora, Pues, Permanecen Estas Tres Virtudes: La Fe, La Esperanza Y El Amor. Pero La Más Excelente De Ellas Es El Amor. (1ª Co 13: 8-13)
Este pasaje es importante para la discusión porque en él Pablo menciona el don de profecía como algo «imperfecto», y entonces dice que lo «imperfecto» «desaparecerá» (1ª Co 13: 10). Hasta dice cuándo ello ocurrirá: «cuando llegue lo perfecto».
¿Pero cuándo es eso? Y aun si podemos determinar cuándo, ¿quiere eso decir que Pablo tenía en mente algo que le daría una respuesta a la iglesia de hoy sobre este asunto de la «cesación»? ¿Puede ser representativo en este pasaje el don de profecía de los dones milagrosos en general en la era de la iglesia?
A. EL PROPÓSITO DE 1 CORINTIOS 13:8-13:
Pablo interrumpe su discusión de los dones espirituales con el capítulo 13 de 1ª Corintios, en el que intenta poner toda la discusión sobre los dones en una perspectiva correcta. No es suficiente ambicionar simplemente «los mejores dones».
Uno debe también empeñarse «en seguir el amor» (14:1). Sin amor, los dones no valen nada (13: 1-3). De hecho, argumenta Pablo, el amor es superior a todos los dones y por lo tanto es más importante actuar con amor que poseer cualquiera de los dones.
A fin de mostrar la superioridad del amor, Pablo argumenta que este jamás se extingue, mientras todos los dones son temporales (13: 8). Nuestro profetizar y conocimiento actuales son parciales e imperfectos (v. 9), pero un día algo perfecto llegará a reemplazarlos (v. 10). Esto se explica mediante la analogía de un niño que renuncia a las ideas y el hablar infantiles por las ideas y el hablar de un adulto (v. 11).
Entonces Pablo continúa razonando en los versículos 9-10 al explicar que nuestro conocimiento y percepción presentes son indirectos e imperfectos, pero que algún día éstos serán directos y perfectos (v. 12).
En este argumento Pablo vincula la función de profecía con el tiempo de su cesación. Esta satisface una cierta necesidad ahora, pero lo hace solo de manera imperfecta.
Cuando «lo perfecto» llegue, esa función será satisfecha por algo mejor, y la profecía cesará porque quedará obsoleta o inútil (este es el probable matiz del término griego utilizado aquí, katargeo, «desaparecer» en los vv. 8, 10). De manera que la función principal de 1 Corintios 13:8-13 es mostrar que el amor es superior a dones como el de profecía porque esos dones desaparecerán pero el amor no desaparecerá.
B. 1ª CORINTIOS 13: 10:
La cesación de la profecía cuando Cristo regrese: Pablo escribe en el versículo 10; «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá»,
La frase «lo imperfecto» (gr. ek merous, «parcial, imperfecto») se refiere más claramente al conocimiento y la profecía, las dos actividades que se dice son hechas de manera «parcial e imperfecta» en el versículo 9 (utilizando en ambos casos también la misma frase griega, ek merous. Para hacer resaltar este vínculo podríamos traducir:
El Amor Nunca Deja De Ser. Si Hay Profecías, Estas Desaparecerán; Si Hay Lenguas, Estas Cesarán, Si Hay Conocimiento, Este Desaparecerá. Esto Es Porque Conocemos De Manera Imperfecta Y Profetizamos De Manera Imperfecta-Pero Cuando Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Como vemos, los fuertes vínculos entre las afirmaciones se esclarecen por la repetición de dos términos clave: «desaparecer» e «imperfecto».
Sin duda, Pablo también intentó que se incluyera a las lenguas en el significado del versículo 9, como incluida entre aquellas actividades «imperfectas», pero omitió una repetición demasiado pedante por razones de estilo. Sin embargo las lenguas deben entenderse como incluidas dentro del sentido del versículo 9, pues el versículo 9 es la razón del versículo 8, como muestra la palabra «porque» (gr. gar).
De esa manera el versículo 9 debe ofrecer la razón por la cual las lenguas, así como el conocimiento y la profecía, cesarán. De hecho, la repetición de «y» «y» en el versículo 8 sugiere que Pablo pudo haber relacionado más dones aquí (¿sabiduría, sanidad, interpretación?) si hubiera querido.
Así se pudiera parafrasear 1 Corintios 13:10: «Cuando venga lo perfecto, la profecía y las lenguas y otros dones imperfectos desaparecerán. El único problema pendiente es determinar a qué momento se alude con la palabra «cuando». Varios factores del contexto indican que el momento del retomo del Señor es lo que Pablo tiene en mente.
(1) Primero, el sentido del versículo 12 parece requerir que el versículo lo se refiera al momento del regreso del Señor. La palabra «entonces» (gr. tote) en el versículo 12 ser al momento «cuando llegue lo perfecto» del versículo 10. Esto se hace evidente al observar el versículo 12: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido».
¿Cuándo veremos «cara a cara»? ¿Cuándo conoceremos «tal y como soy conocido»? Estos eventos solo pueden tener lugar cuando regrese el Señor.
La frase «ver cara a cara» se utiliza varias veces en el Antiguo Testamento para referirse a ver a Dios personalmente, no de forma completa o exhaustiva, pues ninguna criatura finita nunca puede hacer eso, pero aún así personal y verdaderamente.
De manera que cuando Pablo dice «pero entonces veremos cara a cara» claramente quiere decir: «pero entonces veremos a Dios cara a cara: De hecho esa será la mayor bendición del cielo y nuestro gran gozo por toda la eternidad (Ap 22:4: «Lo verán cara a cara»).
La segunda mitad del versículo 12 dice: «Ahora conozco de manera imperfecta; pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La segunda y tercera palabra para «conocer»-la que se utiliza en: «Entonces conoceré como fui conocido«-es una palabra algo más fuerte para conocer (gr. epiginosko, pero ciertamente no implica conocimiento infinito o omnisciencia.
Pablo no espera conocer todas las cosas, y no dice: «Entonces conoceré todas las cosas», lo que habría sido fácil de decir en griego." Más bien, quiere decir que cuando el Señor regrese Pablo espera liberarse de equivocaciones y la incapacidad para comprender (especialmente para comprender a Dios y su obra) que forman parte de la vida presente.
Su conocimiento se asemejará al actual conocimiento que tiene Dios de él porque este no contendrá falsas impresiones y no estará limitado a lo que es capaz de percibir en esta era. Pero tal conocimiento solo puede tener lugar cuando regrese el Señor.
Pero, ¿cuál es la palabra «entonces» a la que se refiere Pablo en el versículo 12?
Pablo dice: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido». La palabra «entonces» tiene que aludir a algo que él ha estado explicando en los versículos anteriores. Primero nos fijamos en el versículo 11, pero vemos que nada en el versículo 11 puede ser un tiempo futuro al que Pablo se refiera como «entonces» : «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño».
Todo esto se refiere al pasado, no al futuro. Habla de acontecimientos pasados en la vida de Pablo por la vía de ofrecer una ilustración natural y humana de lo que ha dicho en el versículo 10. Pero nada en el versículo habla de un tiempo futuro cuando algo ocurrirá.
De manera que volvemos al versículo 10: «pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Aquí hay una declaración sobre el futuro. En algún momento del futuro, Pablo dice que «lo perfecto» llegará, y «lo imperfecto» desaparecerá, será innecesario. ¿Cuándo ocurrirá esto? Esto es lo que se explica por medio del versículo 12. Entonces, cuando llegue el momento de lo perfecto, veremos «cara a cara» y «conoceré tal y como soy conocido».
NOTA: Vea, por ejemplo, Gn 32: 30 y Jueces 6:22 (exactamente el mismo vocabulario griego que en 1 Co 13:12); Deuteronomio 5:4; 34: 10; Ez. 20:35 (vocabulario muy similar); Éx 33: 11 (el mismo concepto, y el mismo vocabulario que en algunos de los pasajes precedentes de Hebreos, pero esta vez con diferente vocabulario en la traducción griega de la Septuaginta).
Griego epignosomai ta panta significaría, "Conoceré todas las cosas».
Esto significa que el momento cuando llegue «lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo:" Por consiguiente, podemos parafrasear el versículo 10: «Pero cuando Cristo regrese, lo imperfecto desaparecerá. 0, para usar nuestra conclusión anterior de que «lo imperfecto» incluye la profecía y las lenguas, podemos parafrasear: «Pero cuando Cristo regrese, la profecía y las lenguas (y otros dones imperfectos) desaparecerán.
Así tenemos en 1ª Corintios 13: 10 una declaración definitiva sobre el tiempo en que cesen dones imperfectos como el de profecía: se harán innecesarios o «desaparecerán» cuando Cristo regrese. Y esto implicaría que ellos continuarán existiendo y siendo útiles para la iglesia, durante toda la era de la iglesia, incluyendo hoy, y hasta el día cuando Cristo regrese.
(2) Otra razón del porqué el momento cuando llegue «lo perfecto» es el momento cuando Cristo regrese se hace también evidente debido al propósito del pasaje: Pablo intenta enfatizar la grandeza del amor, y al hacerlo quiere establecer que «el amor jamás se extingue» (1ª Co 13: 8). Para probar este punto argumenta que permanecerá más allá del momento cuando regrese el Señor, a diferencia de los presentes dones espirituales.
Esto ofrece un argumento convincente: el amor es tan fundamental en el plan de Dios para el universo que perdurará más allá de la transición de esta era a la era por venir al regreso de Cristo este continuará eternamente.
(3) Una tercera razón del porqué este pasaje se refiere al momento del regreso del Señor puede hallarse en una declaración más general de Pablo sobre el propósito de los dones espirituales en la era del Nuevo Testamento. En 1ª Corintios 1: 7 Pablo vincula la posesión de dones espirituales (gr. charismata a la actividad de aguardar por el regreso del Señor: «de modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo».
Esto sugiere que Pablo veía los dones como una provisión temporal dada para facultar a los creyentes para el ministerio hasta el regreso del Señor. Así este versículo provee un cercano paralelo al pensamiento de 1 Corintios 13:8-13, donde la profecía y el conocimiento (y sin duda las lenguas) se consideran, de manera similar, como útiles hasta que Cristo regrese pero innecesarios después de ese momento.
Primera a los Corintios 13: 10, parlo tanto, se refiere al momento del regreso de Cristo y dice que estos dones espirituales perdurarán entre los creyentes hasta ese momento. Ello significa que tenemos una clara declaración bíblica de que Pablo esperaba que estos dones continuaran durante toda la era de la iglesia y que funcionaran para el beneficio de la iglesia hasta el regreso del Señor.
NOTA: Lo he dicho de esta manera porque, más precisamente, «lo perfecto» de 1 Ca 13: 10 no es el mismo Cristo, sino un método de adquirir un conocimiento que es muy superior al conocimiento actual y una profecía que hace obsoletos estos dos. Cuando llegue lo «perfecto» lo imperfecto se hace inútil. Pero solo el tipo de conocimiento que Pablo espera en la consumación final de todas las cosas puede ser tan cualitativamente diferente del Conocimiento actual que podría proveer este tipo de contraste y ser llamado «lo perfecto» como opuesto a «lo imperfecto».
A. Carson, Showing the Spirit: A Theological Exposition of 1a Corinthians 12-14 (Grand Rapids: Baker, 1987), pp. 70-72, ofrece varias razones similares del porqué «cuando llegue 10 perfecto» debe ser el momento de! Regreso de Cristo (con referencia a otros puntos de vista, ya la literatura aplicable).
Entre los «cesacionistas» (aquellos que sostienen que dones como la profecía han «cesado» y no son válidos hoy), algunos, aunque no todos, están de acuerdo que el tiempo «cuando llegue lo perfecto» debe ser el momento del regreso de Cristo: 

C. OBJECIONES:

Se han levantado varias objeciones a esta conclusión, usualmente por aquellos que mantienen que estos dones han cesado en la iglesia y no deben ser utilizados más.
1. ESTE PASAJE NO ESPECIFICA CUANDO LOS DONES CESARÁN
La primera objeción a nuestra conclusión anterior viene del acucioso estudio de Richard Gaffin, Perspectivas sobre el Pentecostés. Aunque el Dr. Gaffm está de acuerdo de que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, no piensa que este versículo especifica el momento en que cesen ciertos dones.
Más bien piensa que Pablo solamente observa «todo el período hasta el regreso de Cristo, sin considerar si se interpondrían o no discontinuidades durante el transcurso de este período».
De hecho, argumenta Gaffin, el principal propósito de Pablo es enfatizar las cualidades permanentes de la fe, la esperanza y el amor, especialmente del amor, y no especificar el momento en el cual algunos dones cesarán. Dice:
Pablo no intenta especificar el momento cuando cesará cualquier modalidad particular.
Lo que sí declara es el fin del actual conocimiento fragmentario del creyente cuando «lo perfecto» llegue. El momento en que cesen la profecía y las lenguas es una cuestión abierta en lo que a este pasaje concierne y tendrá que decidirse sobre la base de otros pasajes y consideraciones.
También dice que, además de la profecía, las lenguas y el conocimiento, Pablo podría haber añadido también «escrituración»-y si hubiera hecho esto, la lista habría incluido un elemento que cesó mucho antes del regreso de Cristo.
(Inscripturación es el proceso de redactar Escritura). De esta manera, concluye Gaffin, esto sería válido también para otros en la lista.
En respuesta a esta objeción debe decirse que no hace justicia a las palabras reales del texto. Los evangélicos han insistido (y sé que el Dr. Gaffin está de acuerdo con esto) que los pasajes de la Escritura no solo son ciertos en la proposición principal de cada pasaje, sino también en los detalles menores que se exponen. El propósito principal del pasaje puede muy bien ser que el amor permanece para siempre, pero otro aspecto, y ciertamente uno importante también, es que el versículo 10 afirma no solo que estos dones imperfectos desaparecerán alguna vez, sino que desaparecerán (cuando llegue lo perfecto). Pablo especifica un determinado momento:
«Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Pero el Dr. Gaffm parece alegar que Pablo no dice esto en realidad. Pero la fuerza de las palabras no puede obviarse afirmando que el tema principal del contexto más amplio es algún otro.
Por lo demás, la sugerencia del Dr. Gaffin no parece encajar con la lógica del pasaje. De acuerdo con el argumento de Pablo es específicamente la llegada de «lo perfecto», lo que deja atrás la profecía, las lenguas y el conocimiento, porque entonces hay una vía nueva y muy superior de aprender y conocer las cosas «tal y como soy conocido».
Pero hasta ese momento, la nueva y superior vía de conocimiento no ha llegado, y por lo tanto, estos dones imperfectos son todavía válidos y útiles. Por último, es algo precario poner mucho énfasis en algo que pensarnos que Pablo puede haber dicho pero que de hecho no dijo. Decir que Pablo pudo haber incluido «escrituración' en esta lista significa que Pablo podría haber escrito:
«Cuando Cristo regrese, la escrituración cesará». Pero no puedo creer en absoluto que Pablo podría haber escrito esa declaración, pues habría sido falsa-de hecho, una falsa profecía en las palabras de la Escritura. Porque la «escrituración» cesó hace mucho tiempo, cuando se escribió el libro de Apocalipsis por el apóstol Juan.
De esa manera, las objeciones del Dr. Gaffin no parecen refutar nuestras conclusiones sobre 1ª Corintios 13: 10. Si «lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo, entonces Pablo dice que dones tales como la profecía y las lenguas cesarán en ese momento, y por consiguiente implica que continúan durante la era de la iglesia.
2 «CUANDO LLEGUE LO PERFECTO» DE 1ª CORINTIOS 13: 10 SE REFIERE A UN MOMENTO ANTERIOR AL MOMENTO DEL REGRESO DEL SEÑOR
Aquellos que hacen esta segunda objeción argumentan que «cuando llegue lo perfecto» significa una de las siguientes cosas, como «cuando la iglesia madure» o «cuando se complete la Escritura» o «cuando se incluya a los gentiles en la iglesia».
Probablemente la más cuidadosa expresión de este punto de vista se encuentra en el libro de Robert L. Reymond, What About Continuing Revelations and Mirades in the Presbyterian Church Today?  [«Qué sobre continuar con los milagros y las revelaciones en la iglesia presbiteriana de hoy»], pero otra clara manifestación de una posición similar Se encuentra en el libro de Walter Chantry, Signs ofthe Apóstoles [«Señales de los apóstoles»].
El argumento de Chantry se apoya en el hecho de que dondequiera en 1 Corintios la palabra que aquí se traduce como «perfecto» (gr. teleios se usa para referirse a la madurez humana (1ª Co 14:20, en «maduros en el modo de pensar») o a la madurez en la vida cristiana (como en 1ª Co 2:6).
Pero aquí debemos notar de nuevo que la palabra no tiene que ser utilizada para referirse a la misma cosa cada vez que se emplea en la Escritura-en algunos casos teleios puede referirse a hombría «madura» o «perfecta», en otros casos algún otro tipo de «integridad» o «perfección». La palabra teleios se utiliza en Hebreos 9: 11, por ejemplo, para referirse a la «tienda más perfecta»-pero por eso no podemos concluir que «perfecto» en 1ª Corintios 13: 10 debe referirse a una tienda perfecta. El referente preciso de la palabra debe determinarse por el contexto individual, y allí, como hemos visto, el contexto indica que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de Cristo.
El argumento del Dr. Raymond es algo diferente. Él razona como sigue:
(A) Las cosas «imperfectas» mencionadas en los versículos 9-10 la profecía, las lenguas, y el conocimiento son medios incompletos de revelación, «todos relativos a la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia».
(B) «Lo perfecto» en este contexto debe referirse a algo de igual categoría que las cosas «imperfectas».
(C) Por consiguiente «lo perfecto» en este contexto debe referirse a un medio de revelación, pero uno completo. Y este medio de revelación completo significa la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia en la Biblia.
(D) Conclusión: «Cuando llegue lo perfecto» se refiere exactamente al momento cuando se complete el canon de la Biblia.
Raymond anota que no dice que «lo perfecto» se refiere exactamente al canon de las Escrituras, sino más bien «a la conclusión del proceso de la revelación» que dio lugar a las Escrituras. Y en respuesta a la objeción de que el «entonces veremos cara a cara» del versículo 12 se refiere a ver a Dios cara a cara, responde que puede que este no signifique esto, sino que puede simplemente significar ver «claramente» lo opuesto a «oscuramente».
En respuesta, debe decirse que este argumento, aunque cuidadoso y consistente en sí mismo, todavía depende de una suposición previa que es realmente el punto en cuestión en toda esta discusión: la autoridad de la profecía del Nuevo Testamento y los dones relacionados. Una vez que Reymond asume que la profecía (y las lenguas y el tipo de «conocimiento» mencionado aquí) son una revelación que tiene la calidad de Escritura, se compone todo el argumento. Este se puede remodelar como sigue:
(A) La profecía y las lenguas son una revelación que tienen la calidad de Escritura.
(B) Por consiguiente todo este pasaje trata de una revelación que tiene la calidad de Escritura.
(C) Por consiguiente «lo perfecto» se refiere a la perfección o conclusión de una revelación que tiene calidad de Escritura, o la conclusión de la Escritura.
En un argumento como ese la suposición inicial determina la conclusión. Sin embargo, antes que pueda formularse la suposición, hace falta demostrarla a través de un análisis inductivo de los textos del Nuevo Testamento sobre la profecía."
Pero, hasta donde sé, no se ha hecho esa demostración inductiva de la autoridad con calidad de Escritura de la profecía congregacional del Nuevo Testamento.
Por otra parte, hay algunos otros factores en el texto de 1ª Corintios 13: 8-13 que es dificil reconciliar con la posición de Reymond. El uso regular de «ver cara a cara» en el Antiguo Testamento como una expresión que indica no solo ver con claridad sino ver a Dios personalmente (vea arriba) sigue sin explicar.
Y el hecho de que Pablo se incluya a sí mismo en la expresión: «Entonces veremos cara a cara» y «entonces conoceré tal y como soy conocido» hace dificil ver estas frases como referencias al momento de conclusión de la Escritura. ¿Piensa realmente Pablo que cuando los otros apóstoles terminen por fin sus contribuciones al Nuevo Testamento él experimentará de pronto tal cambio en su conocimiento que conocerá tal y como es conocido, y pasará de ver, de forma velada, como en un espejo, a ver cara a cara?
Además de los puntos de vista de Reymond y Chantry, ha habido otros intentos de ver «cuando llegue lo perfecto» como algún momento antes del regreso de Cristo, pero no los trataremos aquí. Todos esos puntos de vista se detienen en el versículo 12, donde Pablo implica que los creyentes verán a Dios «cara a cara» «cuando llegue lo perfecto». No se puede decir esto sobre el momento sugerido en ninguna de estas propuestas.
La propuesta sobre la conclusión del canon de la Escritura del Nuevo Testamento (el grupo de escritos que llegaron a ser incluidos en el Nuevo Testamento) tampoco se ajusta al propósito de Pablo en el contexto. Si tomamos el año 90 d.C. como fecha aproximada de la redacción del Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento escrito, entonces la final redacción de Escritura llegó cerca de treinta y cinco años después que Pablo escribió 1ª Corintios (alrededor de 55 d.C.).
¿Pero sería convincente argumentar como sigue: «Podemos estar seguros que el amor nunca se extinguirá, porque sabemos que durará más de treinta y cinco años?» Muy a duras penas seria esto un argumento convincente. Más bien, el contexto requiere que Pablo esté comparando esta era con la era por venir, y diciendo que el amor perdurará hasta la eternidad.33 De hecho, vemos un procedimiento similar en otros lugares de 1ª Corintios.
Cuando Pablo quiere demostrar el valor eterno de algo, lo hace argumentando que ello durará hasta el día del regreso del Señor (cf. 1ª Co 3: 13-15; 15: 51-58). Comparativamente, la profecía y otros dones no se mantendrán más allá de ese día.
Por último, estas propuestas no encuentran ningún apoyo en el contexto inmediato.
En tanto que el regreso de Cristo se menciona claramente en el versículo 12, ningún versículo de esta sección dice nada sobre la conclusión de la Escritura o de una colección de los libros del Nuevo Testamento o de la inclusión de los gentiles en la iglesia o la «madurez» de la iglesia (cualquier cosa que esto signifique-¿está la iglesia realmente madura aún hoy?
Todas estas sugerencias introducen nuevos elementos que no se encuentran en el contexto o reemplazan el único elemento el regreso de Cristo que en realidad ya está justo allí en el contexto. De hecho, Richard Gaffin, el mismo que sostiene que el don de la profecía no es válido hoy en día, dice sin embargo que «lo perfecto» en el versículo 10 Y el «entonces» del versículo 12 «se refieren sin duda al momento del regreso de Cristo.
El punto de vista de que ellos describen el momento en el que se termina el canon del Nuevo Testamento no se puede convalidar exegéticamente».
NOTA: Algunos argumentan que la fe y la esperanza no se mantendrán en el cielo, así que 1ª Co 13: 13 solo significa que la fe y la esperanza permanecerán hasta, no más allá, del regreso de Cristo. Sin embargo, si la fe es dependencia de Dios y confianza en él, y si esperanza es una espera confiada en bendiciones futuras que se recibirán de Dios, entonces no hay motivo para pensar que dejaremos de tener fe y esperanza en el cielo. ! Y la excelente discusión de Carson sobre la fe, la esperanza y el amor como «virtudes eternamente permanentes» en Showing the Spirit, pp. 74-75.)
El Dr. D. Martín Lloyd-Jones observa que el punto de vista que equipara «cuando lo perfecto llegue» al momento de la conclusión del Nuevo Testamento encuentra otra dificultad:
Esto Significa Que Usted Y Yo, Que Tenemos Las Escrituras Abiertas Ante Nosotros, Sabemos Mucho Más De La Verdad De Dios Que El Apóstol Pablo. Significa Que Todos Nosotros Somos Superiores... ¡Aun Que Los Propios Apóstoles, Incluyendo El Apóstol Pablo! Significa Que Ahora Estamos En Una Posición En La Cual «Conocemos, Tal Y Como Somos Conocidos» Por Dios. Ciertamente, Solo Hay Una Palabra Para Describir Tal Punto De Vista: Es Un Absurdo."
Juan Calvino, al referirse a 1 Corintios 13:8-13, dice: «Es algo estúpido que la gente haga que todo en esta discusión se aplique al tiempo intermedio).
2. ¿LA CONTINUACIÓN HOY DE LA PROFECÍA PONDRÍA A PRUEBA LA SUFICIENCIA DE LA ESCRITURA?
A. LA AUTORIDAD DEL DON DE PROFECÍA:
Aquellos que adoptan un punto de vista (cesacionista) argumentan que una vez que se escribió el último libro del Nuevo Testamento (probablemente el libro de Apocalipsis alrededor de 90 d.C.), no hubo más (palabras de Dios) pronunciadas o escritas en la iglesia.
Esto es esencialmente relevante para el don de profecía, de acuerdo con la posición cesacionista, porque desde ese momento la Escritura era la fuente completa y suficiente de las palabras de Dios para su pueblo. Añadir algunas palabras más a partir de continuadas expresiones proféticas sería, en efecto, añadir Escritura o competir con la Escritura. En ambos casos, se pondría a prueba la suficiencia de la Escritura en sí misma y, en la práctica, se comprometería su autoridad única en nuestras vidas.
Ahora si la profecía congregacional del Nuevo Testamento tenía la autoridad de la profecía del Antiguo Testamento y las palabras apostólicas del Nuevo, entonces esta objeción cesacionista sería ciertamente verdadera. Si los profetas de hoy en día, por ejemplo, pronunciaron palabras que supiéramos eran las propias palabras de Dios, estas palabras tendrían la misma autoridad que la Escritura, y estaríamos obligados a tomar nota de ellas y añadirlas a nuestras Biblias cada vez que las oyéramos.
Pero si estamos convencidos que Dios cesó de dictar Escritura cuando el libro de Apocalipsis concluyó, entonces tenemos que decir que este tipo de discurso, que profiere las propias palabras de Dios, no puede darse hoy y cualquier pretensión de poseer (nueva) Escritura, (nuevas) palabras de Dios, debe ser rechazado como falso.
Esta cuestión es muy importante, porque la pretensión de que la profecía congregacional del Nuevo Testamento tiene igual autoridad que la Escritura es la base de muchos argumentos cesacionistas. Pero se debe notar que los propios cesacionistas no parecen ver la profecía de esa manera. George Mallote escribe: «Que yo sepa, ningún cesacionista de la tendencia principal del cristianismo pretende que la actual revelación se equipara a la Escritura».
Quizás sería bueno que aquellos que arguyen contra la continuación de la profecía hoy presten atención con más simpatía a los más responsables autores carismáticos, simplemente con el propósito de ser capaces de responder a algo que los carismáticos realmente creen (aun que no se exprese siempre de una forma teológica precisa), en lugar de responder a algo que los cesacionistas dicen que los carismáticos creen o dicen que los carismáticos deben creer.
Aún más, aparte de la cuestión de las creencias o prácticas actuales, he argüido extensamente en algún otro sitio que la profecía congregacional ordinaria en las iglesias del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de Escritura. Esta no se expresaba en palabras que eran las propias palabras de Dios, sino más bien como palabras meramente humanas. y debido a que tienen esta menor autoridad, no hay razón para pensar que no se mantendrían en la iglesia hasta el regreso de Cristo.
Ellas no amenazan o compiten con la Escritura en autoridad sino están sujetas a la Escritura, así como al discernimiento maduro de la congregación.
B. LA CUESTIÓN DE LA ORIENTACIÓN:
Otra objeción se plantea a veces en este punto. Algunos argumentarán que aun si aquellos que utilizan el don de profecía hoy dicen que este no tiene la misma autoridad que la Escritura, de hecho compite en sus vidas con la Escritura y hasta la reemplaza al ofrecer orientación sobre la voluntad de Dios. De ese modo, la profecía hoy, se dice, desafía la doctrina de la suficiencia de la Escritura como una guía en nuestras vidas.
Aquí se debe admitir que en la historia de la iglesia se han cometido muchos errores. John MacArthur señala la forma en la cual la idea de ulteriores revelaciones han dado lugar a muchos movimientos heréticos en la iglesia.
Pero aquí el asunto debe ser: ¿Son necesarios los abusos para el funcionamiento del don de profecía? Si vamos a argüir que los errores y excesos de un don invalidan el don en sí mismo, entonces tendríamos que rechazar también las enseñanzas bíblicas (porque muchos maestros de Biblia han enseñado errores e iniciado sectas), e igual con la administración de la iglesia (pues muchos líderes de la iglesia han descarriado gente), y cosas por el estilo. El abuso de un don no significa que debamos prohibir su uso apropiado, a menos que pueda demostrarse que no puede haber un uso apropiado-que todo uso es abuso:
Por otra parte, específicamente con respecto a la orientación, resulta bueno notar lo cuidadosos que son muchos movimientos carismáticos sobre el uso de la profecía a la hora de ofrecer una orientación específica. Varias citas ilustrarán este punto.
Michae1 Harper (Iglesia de Inglaterra):
Las Profecías Que Les Dicen A Otras Personas Lo Que Deben Hacer, Deben Tomarse Con Mucho Recelo."
Dennis y Rita Bennett (Episcopales Americanos):
También Debemos Tener Cuidado Con La Profecía Personal Que Ofrece Directrices, En Especial Fuera Del Ministerio De Un Hombre Maduro Y Sometido A Dios. La «Profecía Personal» Irrestricta Hizo Mucho Para Socavar El Movimiento Del Espíritu Santo Que Comenzó A La Vuelta Del Siglo. Los Cristianos Se Dan Mensajes Unos A Otros «En El Señor» Y Estos Mensajes Pueden Ser En Extremo Refrescantes Y Útiles, Pero Tiene Que Haber Un Testigo Del Espíritu Por Parte De La Persona Que Recibe El Mensaje, Y Se Debe Emplear Extrema Cautela Al Recibir Cualquier Supuesta Orientación O Predicción Profética.
Nunca Acometa Ningún Proyecto Simplemente Porque Se Le Comunicó A Través De Un Presunto Pronunciamiento Profético O Interpretación De Lenguas, O Por Medio De Una Presunta Palabra De Sabiduría O Conocimiento. Nunca Haga Nada Solo Porque Un Amigo Se Le Acerca Y Le Dice: «El Señor Me Comunicó Que Le Dijera Que Hiciera Esto O Aquello». Si El Señor Tiene Instrucciones Para Usted, Él Le Dará Testimonio En Su Propio Corazón, En Cuyo Caso Las Palabras Que Provienen De Un Amigo... Serían Una Confirmación De Lo Que Dios Ya Le Ha Estado Revelando. Su Orientación Debe También Concordar Con La Escritura.
NOTA: Puede que algunos objeten que en la profecía hay más potencial para el abuso que en otros dones porque la idea de que Dios puede revelar cosas a las personas hoy (en las profecías) inevitablemente conduce a una rivalidad con la autoridad de la Escritura. Como respuesta, se pueden aducir tres cosas:
(1) Las enseñanzas sobre la naturaleza falible de todas las profecías contemporáneas no han sido tan extensas como hubiera sido necesario para prevenir abusos, especialmente a nivel popular, entre grupos que permiten hoy la profecía. Por lo tanto ha habido un mayor mal uso de la profecía de lo que debía haber habido.
Aun cuando se han hecho fuertes advertencias, pocas veces se ha ofrecido una explicación de cómo la profecía puede venir de Dios pero que no tiene aun igual autoridad que las palabras de Dios-esto es, muy pocos autores pentecostales o carismáticos han explicado la profecía como una comunicación humana de algo que Dios le ha traído espontáneamente a la mente a una persona (el punto de vista que defiendo en el capítulo 53). (Sin embargo, vea las útiles advertencias de varios autores carismáticos en los párrafos que siguen al texto anterior).
(2) Simplemente no es verdad que enseñarle a una congregación que la profecía debe estar siempre sujeta a la Escritura inevitablemente conduce a las personas a exaltar las profecías por encima de la Escritura. Esto ocurrirá donde se descuidan esas enseñanzas, no donde se propagan.
(3) Si la Biblia de hecho enseña que se puede esperar hoy la continuación de la profecía de una forma que no impugna la autoridad de la Escritura, entonces no tenemos la libertad de rechazarla porque reconozcamos un potencial abuso de ella. (Otros dones poseen un potencial para el abuso en arras áreas.) Antes bien, debemos alentar el don y hacer lo mejor que podamos para prevenir los abusos.
Donald Gee (Asambleas de Dios):
[Hay] problemas graves planteados por el hábito de dar y recibir «mensajes» personales de orientación a través de los dones del Espíritu. La Biblia da cabida a tal dirección del Espíritu Santo. Pero esta debe mantenerse dentro de ciertas proporciones. Un examen de las Escrituras nos mostrará que en realidad los primeros cristianos no recibían continuamente tales voces del cielo. En la mayoría de los casos tomaban sus decisiones utilizando lo que a menudo llamamos «el consagrado sentido común» y vivían vidas bastante normales.
Muchos de nuestros errores concernientes a los dones espirituales se originan cuando queremos que lo extraordinario y excepcional se convierta en lo frecuente y habitual. Estemos avisados todos los que desarrollamos un ansia excesiva «mensajes» a través de los dones del naufragio de las generaciones pasadas así como de las contemporáneas. Las Santas Escrituras son una lámpara a nuestros pies y una luz en nuestro sendero'"
Por otro lado, aun entre los cesacionistas muy reformados, existe cierta disposición a admitir algún tipo de «iluminación» continuada del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Por ejemplo, el profesor del Seminario de Westminster, Richard Gaffin, dice:
A menudo también, lo que se ve como profecía es en realidad una espontánea aplicación de la Escritura elaborada por el Espíritu, una más o menos súbita aprehensión de la relevancia que tiene la enseñanza bíblica sobre una situación o problema particular. Todos los cristianos necesitan ser receptivos a estas más espontáneas obras del Espíritu. «Y Robert Reymond define iluminación como «la capacitación de los cristianos en general por el Espíritu Santo para comprender, recordar y aplicar las Escrituras que han estudiado»
Pero si estos autores aceptan la presente actividad de capacitación de los cristianos por el Espíritu Santo para «comprender» o «recordar» o «aplicar» o «asimilar» las enseñanzas de la Escritura, entonces no parece que hay una gran diferencia en principio entre lo que ellos dicen y lo que muchos movimientos carismáticos hacen (aun cuando probablemente queden algunas diferencias sobre las funciones precisas de la profecía como orientación; pero esto no es tanto una diferencia sobre la profecía como sobre la orientación en general, y en particular sobre la forma en que la orientación de la Escritura se relaciona con la orientación de la advertencia, el consejo, la conciencia, las circunstancias, los sermones, etc.).
El punto más importante es que lo que Gaffin y Reymond llaman aquí «iluminación», el Nuevo Testamento parece denominarlo una «revelación», y lo que llamarían una comunicación verbal de tal iluminación, el Nuevo Testamento parece llamarlo una «profecía».
Así que me pregunto si habría espacio para más reflexiones comunes en esta área. Los carismáticos deben darse cuenta que los cesacionistas están dudosos sobre el alcance y frecuencia de tal «iluminación», tanto si es correcto llamarla profecía del Nuevo Testamento, como si en realidad tiene valor para la iglesia, y si se la debe buscar.
Y los cesacionistas deben darse cuenta que su propia doctrina altamente desarrollada y cuidadosamente formulada sobre la suficiencia de la Escritura como guía no la comparten o aun comprenden a menudo muchos evangélicos, incluyendo aquellos que forman parte del movimiento carismático. Sin embargo, quizá la idea reformada de «iluminación» permita lo que ocurre hoy con la profecía, y provea una vía para entenderla como algo que no se ve como un desafío a la suficiencia de la Escritura.
¿Qué debemos entonces concluir sobre la relación entre el don de profecía y la suficiencia de la Escritura? Debemos decir que apreciamos el deseo de los cesacionistas de proteger la singularidad de la Escritura y no permitir que nada compita con su autoridad en nuestras vidas. También debemos estar agradecidos del deseo de los cesacionistas de que los cristianos comprendan y sigan sólidos principios en la orientación de sus vidas cotidianas, y no se desvíen hacia un área de excesivo subjetivismo que no tenga incorporados los controles de la Escritura.
Por otro lado, existe ciertamente un peligro que acompaña al punto de vista cesacionista si este está equivocado aquí. Se trata del peligro muy real de oponerse a algo que Dios hace en la iglesia hoy en día y dejar de glorificarlo por esa obra. Dios es celoso de sus obras y busca la gloria de ellas para sí mismo, y nosotros debemos orar constantemente no solo para que siga impidiendo que respaldemos el error, sino también para que impida que nos opongamos a algo que proviene genuinamente de él.
3. ¿ESTABAN LIMITADOS LOS DONES MILAGROSOS A LOS APÓSTOLES Y SUS COMPAÑEROS?
Otro argumento cesacionista es que los dones milagrosos estaban limitados a los apóstoles y sus compañeros cercanos. Como he discutido este argumento extensamente en el capítulo 17, no repetiré la discusión aquí.
4. ¿ACOMPAÑARON LOS DONES MILAGROSOS SOLO A LA DISPENSACIÓN DE NUEVA ESCRITURA?
Otra objeción es decir que los dones milagrosos acompañaron la dispensación de Escritura, y como no hay nueva Escritura que se dispense hoy, no debemos esperar hoy nuevos milagros.
Pero como respuesta a eso debe decirse que este no es el único propósito de los dones milagrosos. Como señalamos en el capítulo 17, los milagros tienen otros propósitos en la Escritura:
(1) Validan el mensaje del evangelio a lo largo de la era de la iglesia;
(2) Ayudan a aquellos que están en necesidad, y así muestran la misericordia y el amor de Dios; capacitan a las personas para el ministerio; y:
(3) Glorifican a Dios.
También debemos notar que no todos los milagros acompañan la dispensación de Escritura adicional. Por ejemplo, los ministerios de Elías y Eliseo estuvieron marcados por varios milagros en el Antiguo Testamento, pero ellos no escribieron libros o secciones de libros en la Biblia. En el Nuevo Testamento, ocurrieron muchos milagros que no estuvieron acompañados por la dispensación de Escritura.
Tanto Esteban como Felipe en el libro de Hechos hicieron milagros pero no escribieron Escritura. Hubo profetas en Cesarea (Hch 21: 4) y Tiro (Hch 21: 9-11) y Roma (Ro 12:6) y Tesalónica (1ª Ts 5: 20-21) y Éfeso (Ef. 4:11) y las comunidades alas que estuvo dirigida 1ª Juan (1ª Jn 4: 1-6) que no produjeron Escritura.
Aparentemente hubo muchos milagros en las iglesias de Galacia (Gá 3: 5). Hubo muchas cosas milagrosas que ocurrieron en Corinto (1ª Co 12: 8-10), pero en 1 Corintios 14:36 Pablo niega que alguna Escritura haya salido de la iglesia de Corinto.48 y Santiago espera que de las manos de los ancianos salgan milagros en todas las iglesias a las que escribe (vea Stg 5: 14-16).
Es un hecho histórico que los dones milagrosos cesaron temprano en la historia de la iglesia? Algunos cesacionistas han argumentado que los dones milagrosos cesaron de hecho cuando murieron los apóstoles. Por esta razón, se arguye, no debe haber hoy dones milagrosos. B. B. Warfield argumentaron esto extensamente en su libro, Conterfeit Miracles:
En respuesta, debe decirse primero que la premisa que acaba de postularse es muy dudosa sobre bases históricas. Hay crecientes pruebas históricas' o de que los dones milagrosos tuvieron lugar a lo largo de la historia de la iglesia en mayor o menor grado, aun cuando se descuenten las afirmaciones exageradas o evidentemente espurios.
NOTA: Banner of Truth, London, 1972 (reimpresión de la edición de 1918). Debe notarse que el argumento de Warfield, aunque frecuentemente citado, es realmente una encuesta histórica, no un análisis de los textos bíblicos.
Por otra parte, el propósito de Warfield no era refutar ningún uso de los dones espirituales entre cristianos como muchos de esos que integran los movimientos carismáticos hoy, cuyas doctrinas (en todas las cuestiones que se apartan de los dones espirituales) y cuya afiliación eclesiástica los coloca en la corriente principal del protestantismo evangélico. Antes bien, Warfield refutaba las espurias proclamaciones de milagros procedentes de algunas ramas
Del catolicismo romano en varios periodos de la historia de la iglesia, y de varias sectas heréticas (Warfield incluye una discusión sobre los seguidores de Edgard lrving [1792-1834], que se desviaron hacia enseñanzas excéntricas y fueron excomulgados por la Iglesia de Escocia en 1833). Está abierto a discusión si los modernos cesacionistas tienen derecho a declarar que tienen el apoyo de Warfield cuando se oponen a algo que es muy diferente en la vida y la doctrina a aquello que Warrfield combatió.
A menudo se registran las curaciones y otros tipos de respuestas milagrosas a las oraciones. Hubo también gente que decían ser profetas durante toda la historia de la iglesia primitiva. El problema era que demasiado frecuentemente malentendían su don, u otros lo malentendían, de manera que sus pronunciamientos se tomaban (erróneamente) como palabras literales de Dios.
Algunas veces se les toleraría, y algunas veces se convertirían en una amenaza demasiado grande para el liderazgo establecido de las iglesias y comenzarían a crear grupos disidentes, ya no bajo la autoridad restrictiva y valorativa de las iglesias establecidas.
Entonces también, otros pueden haber tenido «revelaciones» que les dispensaron, las cuales no manifestaron, o que simplemente incluyeron sin comentario en una oración, o en un sermón o palabra de exhortación, o en la letra de un himno o alguna literatura devocional.
Debería estar claro que cuando Pablo dice: «Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13:10), no estaba diciendo nada sobre la relativa frecuencia de los dones milagrosos en la historia de la iglesia. Eso estaría sujeto a muchas variaciones de acuerdo con la madurez espiritual y vitalidad de la iglesia en distintos períodos, el grado en que estos dones se buscaron como una bendición o se rechazaron como una herejía, la frecuencia en la que las reuniones de la iglesia normalmente hicieron provisión para el ejercicio de estos dones, el grado en que la naturaleza de estos dones se comprendió correctamente, y, sobre todo esto, la obra soberana del Espíritu Santo al distribuir dones a la iglesia.
No obstante, de lo que Pablo habla es de la abolición total y final de estos dones que se producirá por iniciativa divina al regreso de Cristo. Y dice que piensa que hasta el momento del regreso de Cristo estos dones estarán disponibles para ser utilizados al menos en alguna medida, y que el Espíritu Santo continuará distribuyendo estos dones entre la gente. Calvino nota la abundancia de dones espirituales en los días de Pablo y entonces comenta (sobre 1ª Co 14: 32):
Hoy Vemos Nuestros Escuálidos Recursos, Nuestra Real Pobreza; Pero Esto Es Sin Duda El Castigo Que Merecemos, Como Recompensa Por Nuestra Ingratitud. Porque Las Riquezas De Dios No Están Agotadas, Ni Su Liberalidad Ha Disminuido; Pero Nosotros No Somos Merecedores De Su Dadivosidad, O Capaces De Recibir Todo Lo Que Él Generosamente Da.
NOTA: Debemos damos cuenta de que a menos que la gente entienda la profecía como e! reporte falible de algo que Dios pone espontáneamente en nuestra mente, será muy dificil para la iglesia alentar o aun tolerarla. Si la profecía se basa en algo que Dios nos trae de pronto a la mente, sería eventualmente muy fácil que profetas cristianos, por buenos o malos motivos, comiencen a reclamar no solo que han recibido una «revelación» de Dios o Cristo, sino también que hablaban con una autoridad similar a la de la Escritura.
Esto aparentemente sucedió, por lo menos en e! montanismo (segundo siglo d. C) y probablemente en muchos otros casos también. Por supuesto, si estos profetas comenzaban a promover ideas heréticas, la reacción del resto de la iglesia seria eventualmente la de expulsarlos a todos: alguien que dice tener absoluta autoridad divina sería eventualmente aceptado o rechazado; no podría ser meramente tolerado.
Pero junto a este rechazo de los profetas que malinterpretaron su estatus hubo quizá también un rechazo al don de profecía, de manera que el fallo de parte de la propia iglesia de comprender la naturaleza del don de profecía puede haber sido la causa de una casi completa supresión de por lo menos la expresión pública del don de profecía en la iglesia.
6. ¿SON HOY LOS DONES MILAGROSOS LO MISMO QUE LOS DONES MILAGROSOS EN LA ESCRITURAS?.
Otra objeción adicional a la continuación de los milagros hoy en día es decir que los alegados milagros de hoy no son como los milagros en la Escritura porque son mucho más débiles y a menudo solo parcialmente efectivos.
En respuesta a esta objeción debemos preguntar si realmente importa si los milagros de hoy son exactamente más poderosos que aquellos que ocurrieron en tiempos del Nuevo Testamento. Debido a una cosa, tenemos muy poca información sobre el tipo de milagros realizados por cristianos ordinarios en varias congregaciones, tales como los cristianos de Corinto o en las iglesias de Ga1acia.
Por otra parte, aunque en los evangelios se registran los notables milagros realizados por Jesús, cuando éste sanó «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9: 35) ellos deben haber incluido a muchos con enfermedades menos serias. Debemos también preguntar cuál es el beneficio que se espera al objetar que los milagros de hoy no son tan poderosos como aquellos de la Escritura.
Si hoy solo se convierten trescientos en una reunión evangelística en lugar de los tres mil convertidos el día de Pentecostés (Hech. 2: 41), ¿deberíamos decir que el orador no tenía realmente el don de la evangelización, ya que el don no operó tan poderosamente como lo hizo con los apóstoles?
O si solo el 30 por ciento de las personas por las que oramos en relación con enfermedades físicas se curan por completo en lugar del 100 por ciento en la vida de Jesús o de los apóstoles, ¿deberíamos decir que este no es el don de sanidad del Nuevo Testamento?
Debemos recordar que los dones pueden variar en fuerza y que ningún don es perfecto en esta era. ¿Pero ello significa que deberíamos dejar de utilizar todos estos dones, u oponemos a ellos donde vemos que funcionan con algún grado de efectividad? ¿No debíamos alabar a Dios si se convierten 300 en lugar de los tres mil, o si el 30 por ciento son sanados en lugar del 100 por ciento de aquellos por los cuales oramos? ¿No se ha hecho la obra del Señor?
Si la cantidad no es tan grande como en los tiempos del Nuevo Testamento, entonces deberíamos pedir al Señor más gracia y misericordia, pero no parece apropiado renunciar a utilizar estos dones u oponemos aquellos que los utilizan.
NOTA: La cifra de un 30 por ciento es simplemente un ejemplo con propósitos ilustrativos, pero se acerca a dos recientes tabulaciones concernientes a personas que recibieron oraciones por sanidad. Una tabulación se encuentra en David C. Lewis. Healing: Fiction, Fantasy, or Factr (Hodder and Stroughton, London, 1989), una investigación académica de 1,890 personas que asistieron a una de las conferencias de John Wimber en Harrogate, Inglaterra, en 1986.
Al autor es un antropólogo social que preparó un detallado cuestionario llenado por las personas durante la conferencia, y entonces siguió varios meses más tarde algunos casos seleccionados al azar. De 862 casos de oración por curaciones físicas, 32 por ciento (o 279) reportaron una «excelente» sanidad o una «sanidad total». Otro 26 por ciento (o 222) reportó una sanidad «satisfactoria». El 42 por ciento restante (o 366) reportó una «pequeña» o «ninguna cura» (pp. 21-22).
Muchos estudios de caso se reportan en detalle, en varias instancias con informes médicos que se citan en extenso. Todos los problemas físicos por los que se oró se relacionan en una apéndice detallado (pp. 276-83). (Estos problemas físicos se distinguen de la oración por problemas espirituales tales como sanidad interior o liberación de algo, que Lewis tabula separadamente).
La otra tabulación se halla en John Wimber, Power Healing, p. 188, quien dice que, de las personas que recibieron extensamente oraciones por sanidad en su iglesia: «Durante 1986 el treinta y dos por ciento de todas las personas por las que se oró fueron sanadas completamente, mientras que en su conjunto el ochenta y seis por ciento dieron pruebas de alguna sanidad significativa».
7. ¿ES PELIGROSO PARA UNA IGLESIA DAR CABIDA HOYA LA POSIBILIDAD DE DONES MILAGROSOS?
Una objeción final desde la posición cesacionista es decir que la iglesia que hace énfasis en el uso de dones milagrosos está en peligro de perder el equilibrio, y que probablemente descuidará otras cosas importantes tales como la evangelización, la sana doctrina y la pureza moral de la vida.
Decir que el uso de dones milagrosos es «peligroso» no es en sí misma una crítica adecuada, porque algunas cosas que son buenas son peligrosas, al menos en algún sentido. El trabajo misionero es peligroso. Manejar un automóvil es peligroso.
Si definimos peligroso como «algo que puede salir mal», entonces podemos criticar cualquier cosa que alguien haga como «peligrosa», y esto sencillamente se convierte en una crítica generalizada cuando no hay un abuso específico que señalar. Una mejor aproximación con respecto a los dones espirituales es preguntar: «¿Se utilizan de acuerdo con la Escritura? y «¿Se dan los pasos adecuados para protegerse de los peligros del abuso?»
Como es natural, es cierto que las iglesias pueden perder el equilibrio, y de hecho a algunas les ha ocurrido. Pero no todas lo perderán, ni tendrán que perderlo.
Aún más, como este argumento se basa en resultados actuales en la vida de la iglesia, también resulta apropiado preguntar: «¿Qué iglesias en el mundo de hoy tienen la evangelización más efectivo? ¿Cuáles tienen entre sus miembros loa que ofrendan con más sacrificio? ¿Quiénes hacen de hecho más énfasis en la pureza de la vida? ¿Quiénes tienen el amor más profundo por el Señor y por su Palabra?
Me parece que contestar claramente estas preguntas es dificil, pero no pienso que podemos honestamente decir que las iglesias de los movimientos pentecostal y carismático son con mucho más débiles en estas áreas que otras iglesias evangélicas.
De hecho, en algunos casos puede que sean más fuertes en estas áreas. La cuestión es simplemente que cualquier argumento que diga que las iglesias que enfatizan los dones milagrosos perderán el equilibrio no está simplemente probado en la práctica actual.
8. UNA NOTA FINAL:LOS CESACIONISTAS Y LOS CARISMÁTICOS SE NECESITAN MUTUAMENTE.
Por último, se puede argumentar que aquellos que están en los campos pentecostales y carismáticos, y aquellos que se hallan en el campo cesacionista (principalmente cristianos reformados y dispensacionalistas) realmente se necesitan mutuamente, y harían bien en apreciarse más entre sí.
Los primeros tienden a adquirir más experiencias prácticas en la utilización de los dones espirituales y en la vitalidad de la adoración que podrían ser beneficiosas para los cesacionistas, si estos estuvieran dispuestos a aprender. Por otro lado, los grupos reformados y dispensacionalistas han sido tradicionalmente muy fuertes en la comprensión de la doctrina cristiana y en la comprensión profunda y cabal de las enseñanzas de la Escritura.
Los grupos carismáticos y pentecostales podrían aprender mucho de ellos si estuvieran dispuestos a hacerlo. Pero ciertamente no es útil para la iglesia como un todo que ambas partes piensen que nada pueden aprender de la otra, o que no pueden obtener beneficio alguno del compañerismo mutuo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿qué dones espirituales o dones pensaba que tenía? ¿Ha cambiado su comprensión de sus propios dones espirituales tras estudiar este capítulo? ¿De qué forma?
2. Explique cómo cada uno de los dones espirituales que usted cree tener supera a los que conocieron la mayoría de los creyentes del antiguo pacto. Explique cómo cada don es una anticipación de algún conocimiento o habilidad que tendrá tras el regreso de Cristo.
3. ¿Qué puede hacer para alentar o fortalecer esos dones espirituales que necesitan fortalecerse dentro de usted? ¿Hay dones que usted ha recibido pero que ha descuidado? ¿Por qué piensa que los ha descuidado? ¿Qué se podría hacer para alentarlos o reavivarlos en su interior?
4. Mientras piensa sobre su propia iglesia, ¿qué dones espirituales funcionan con más efectividad en este momento? ¿Cuáles son los más necesarios en su iglesia? ¿Hay algo que usted pueda hacer para satisfacer esas necesidades?
5. ¿Qué se podría hacer para ayudar a las iglesias a evitar controversias, o aun divisiones, sobre la cuestión de los dones espirituales? ¿Hay tensiones en su propia iglesia con respecto a estas cuestiones hoy? Si es así, ¿qué puede hacer usted para aliviar esas tensiones?
6. ¿Piensa que algunos dones espirituales mencionados en el Nuevo Testamento cesaron temprano en la historia de la iglesia, y ya no son válidos hoy en día? ¿Ha cambiado su opinión sobre esta cuestión como resultado de la lectura de este capítulo?
7. Desde su punto de vista, estaría una iglesia más saludable y más unificada si se concentrara en unos pocos dones y los utilizara bien y cuidadosamente, o si estimulara una multiplicidad de dones diferentes, para ser utilizados en numerosas ocasiones por muchas personas diferentes? Si usted optó por la última opción, ¿qué cosas podría hacer su iglesia para lograr una mayor diversidad y una más amplia distribución en el empleo de los dones espirituales? ¿Cuáles son algunos de los peligros que pueden acompañar un uso tan amplio, y cómo pueden evitarse?
TÉRMINOS ESPECIALES
Vea la lista al final del siguiente capítulo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR

1ª Pedro 4: 10-11: Cada Uno Ponga Al Servicio De Los Demás El Don Que Haya Recibido, Administrando Fielmente La Gracia De Dios En Sus Diversas Formas. El Que Habla, Hágalo Como Quien Expresa Las Palabras Mismas De Dios; El Que Presta Algún Servicio, Hágalo Como El Que Tiene El Poder De Dios. Así Dios Será En Todo Alabado Por Medio De Jesucristo, A Quien Sea La Gloria Y El Poder Por Los Siglos De Los Siglos. Amén.