¿QUÉ SON DONES ESPIRITUALES? ¿CUÁNTOS HAY? ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? BUSCAR Y UTILIZAR LOS DONES ESPIRITUALES.
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
A. CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS DONES ESPIRITUALES EN GENERAL
En las
generaciones previas, las teologías sistemáticas no tenían capítulos sobre los
dones espirituales, porque había pocas dudas sobre la naturaleza y el uso de
los dones espirituales en la iglesia. Pero en el siglo XX se vio un notable
incremento del interés en los dones espirituales, principalmente debido a la
influencia de los movimientos Pentecostal y carismático dentro de la iglesia.
En
este capítulo, primero examinaremos algunas cuestiones generales relacionadas
con los dones espirituales, entonces examinaremos la cuestión específica de si
algunos dones (milagrosos) han cesado. En el siguiente capítulo analizaremos lo
que enseña el Nuevo Testamento sobre dones particulares.
Sin
embargo, antes de comenzar la discusión debemos definir los dones espirituales
como sigue: Un don espiritual es una habilidad potenciada por el Espíritu Santo
y utilizada en cualquier ministerio de la iglesia. Esta amplia definición
incluye tanto los dones relacionados con las habilidades naturales (tales como
la enseñanza, el mostrar misericordia, o la administración) como los dones que
parecen ser más «milagrosos» y menos relacionados con las habilidades naturales
(tales como la profecía, la sanidad, o el discernimiento de espíritus).
El
motivo de esto es que cuando Pablo relaciona los dones espirituales (en Ro 12:
6-8; 1ª Co 7: 7; 12: 8-10,28; y Ef. 4: 11) incluye ambas clases de dones. Pero
no todas las habilidades naturales que tienen las personas están incluidas
aquí, pues Pablo sabe bien que todos los dones espirituales se deben a «un
mismo y único Espíritu» (1ª Co 12: 11), que se dan «para el bien de los demás»
(1ª Co 12:7), y que todos deben ser usados para «edificación» (1ª Co 14:26), o
para la edificación de la iglesia.
¡Cuando
el Espíritu Santo potencia los dones aparentemente naturales (tales como la
enseñanza, e! prestar ayuda, la administración O los dones musicales),
generalmente su uso muestra una mayor efectividad y poder.
Pablo
dice que los corintios se llenaron «de toda riqueza, tanto en palabra como en
conocimiento», cuando recibieron los dones espirituales. (1ª Co 1:5-7). Todo
pastor que ha predicado durante un tiempo conoce la diferencia entre predicar
de acuerdo con su propia habilidad "natural" y predicar el mismo
sermón ungido O bajo e! poder de! Espíritu Santo.
1. LOS DONES ESPIRITUALES EN LA HISTORIA DE LA REDENCIÓN.
Ciertamente
el Espíritu Santo obraba en el Antiguo Testamento, trayendo las personas a la
fe y trabajando de manera notable en unos cuantos individuos tales como Moisés
y Samuel, David o Elías. Pero en general había una actividad menos poderosa del
Espíritu Santo en las vidas de la mayoría de los creyentes.
Una
evangelización efectiva de las naciones era muy poco común, el exorcismo de
demonios' era desconocido, las curaciones milagrosas eran poco comunes (aunque
sí ocurrieron, especialmente en los ministerios de Elías y Eliseo), la profecía
estaba limitada a unos pocos profetas o pequeños grupos de profetas, y «el
poder de resucitar» del pecado en el sentido de Romanos 6: 1-4 y Filipenses 3:
10 se experimentaba rara vez.
Pero
en varios aspectos el Antiguo Testamento está a la espera de un tiempo cuando
habría una capacitación mayor del Espíritu Santo que alcanzaría a todo el
pueblo de Dios. Moisés dijo; «¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Dios
profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!» (Num. 11: 29).
Y el
Señor profetizó a través de Joel:
Después De Esto, Derramaré Mi Espíritu Sobre Todo El Género Humano. Los
Hijos Y Las Hijas De Ustedes Profetizarán, Tendrán Sueños Los Ancianos Y
Visiones Los Jóvenes. En Esos Días Derramaré Mi Espíritu Aun Sobre Las Siervos
Y Los Siervas. Jl 2: 28-29)
Juan
el Bautista destaca las expectativas del pueblo sobre el cumplimiento de la
profecía de Joel cuando anuncia que después de él viene alguien que «los
bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mt 3: 11; Mr 1:8; Lc 3: 16;Jn 1:
33; Hch 1: 5).
Cuando
Jesús comienza su ministerio llega trayendo la plenitud y el poder del Espíritu
Santo en su persona. Lucas escribe: (Jesús regresó a Galilea en el poder del
Espíritu (Lc 4: 14). Como resultado enseña con gran poder (Lc 4: 15-22) y sana
y echa fuera demonios de todos los que están oprimidos (Lc 4: 31-41).
Claramente, Jesús ha venido en el mayor poder del Espíritu Santo del nuevo
pacto, y ha venido para conquistar el reino de Satanás.
De
hecho, dice que el poder del Espíritu Santo que obra en él permitiéndole echar
fuera demonios es una señal de que el reino de Dios ha venido con poder: «Si
expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el
reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12: 28). Al recordar la vida y el
ministerio de Jesús, Juan nos dice: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente
para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3: 8).
Pero
este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no está limitado solamente al
ministerio de Jesús. Éste envía a sus discípulos diciendo: «El reino de Dios
está cerca» y les dijo: «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien
de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios» (Mt 10: 7-8).
No obstante, este poder del Espíritu Santo del nuevo pacto no se ha dispensado
todavía a todos los que creyeron en Jesús o lo siguieron, sino solo a sus doce
discípulos o a los setenta discípulos (Lc 10: 1-12).
NOTA: Lo único que se acerca a la expulsión de
demonios en el Antiguo Testamento es el hecho de que cuando David tocaba la
lira para el rey Saúl, la música calmaba a Saúl y 10 hacia sentirse mejor, y
«el espíritu maligno se apartaba de él» (1ª S 16: 23), pero David hacia esto
«cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a David (Ibid), lo que
indica que Saúl no experimentaba un alivio permanente de la opresión demoníaca.
El
derramamiento del Espíritu Santo en la plenitud y el poder del nuevo pacto en
la iglesia ocurrieron en el Pentecostés. Antes que Jesús ascendiera al cielo
mandó a sus apóstoles «que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la
promesa del Padre» y en contenido de esa promesa era: «Seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días» (Hch 1: 8). Les prometió: «Recibiréis
poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1: 8).
Cuando
se derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia en Pentecostés Pedro reconoció
que se había cumplido la profecía de Joel, pues afirmó: «Mas esto es lo dicho
por el profeta Joel» (Hch 2:16), y entonces citó la profecía de Joel (vv.
17-21). Pedro reconoció que el poder del Espíritu Santo había venido sobre el
pueblo de Dios y que la era del nuevo pacto había comenzado como un resultado
directo de la actividad de Jesús en el cielo, pues dijo:
A Este Jesús, Dios Lo Resucitó, Y De Ello Todos Nosotros Somos Testigos.
Exaltado Por El Poder De Dios, Y Habiendo Recibido Del Padre El Espíritu
Prometido, Ha Derramado Ahora Esto Que Ustedes Ahora Ven Y Oyen. (Hch 2: 32-33)
Con el
ministerio de Jesús y el ministerio de los discípulos con Jesús como trasfondo,
los discípulos presentes en el Pentecostés habrían esperado correctamente que
una poderosa predicación evangelística, la liberación de la opresión demoníaca,
las sanidades, y quizá también la profecía, los sueños y visiones comenzarían y
continuarían entre aquellos que creen en Cristo, y que estas cosas serían una
característica de la era del nuevo pacto que comenzó con el Pentecostés.
Otra característica
de esta dispensación del Espíritu Santo fue una amplia distribución de dones
espirituales a todo el pueblo, en que hijos e hijas, jóvenes y viejos, siervos
y siervas, en palabras de Joel, todos recibieron el poder del Espíritu Santo
del nuevo pacto, y también se esperaba que entonces todos recibirían los dones
del Espíritu Santo también.' De hecho, eso fue lo que ocurrió en la iglesia
primitiva (vea 1ª Co 12-14; Gá 3: 5; Stg 5: 14-15).
Como
dijo B. B. Warfield:
Estamos Justificados Al Considerar Característico De Las Iglesias
Apostólicas Que Tales Milagros Debían Manifestarse En Ellas. La Excepción
Sería, No Una Iglesia Con, Sino Una Iglesia Sin Esos Dones... La Iglesia
Apostólica Tenía Como Característica Ser Una Iglesia Productora De Milagros.
(Esto
es verdad independientemente de qué punto de vista se asuma sobre la
continuación de los dones milagrosos después del tiempo de los apóstoles.)
2. EL PROPÓSITO DE LOS DONES
ESPIRITUALES EN LA ERA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los
dones espirituales se conceden para capacitar a la iglesia para llevar a cabo
su ministerio hasta que Cristo regrese. Pablo les dice a los corintios: «De
modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansia que se
manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1ª Co 1: 7). Aquí él vincula la posesión
de los dones espirituales y su situación en la historia de la redención (a la
espera del regreso de Cristo), sugiriendo que los dones se dan a la iglesia
para el período entre la ascensión de Cristo y su retomo.
De
igual manera, Pablo espera el tiempo del regreso de Cristo y dice: «pero cuando
llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1ª Co 13: 10), e indica que
estos dones «imperfectos» (mencionados en vv. 8-9) estarán vigentes hasta que
Cristo regrese, cuando serán superados por algo muy superior.
De
hecho, la dispensación del Espíritu Santo en «poder» en el Pentecostés (Hch 1:
8) era para capacitar a la iglesia a fin de que predicara el evangelio (Hch 1:
8) algo que continuaría hasta que Cristo regresara. Y Pablo les recuerda a los
creyentes que en su utilización de los dones espirituales deben procurar «que
abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Por último, al
escribirle a los efesios, Pablo especifica que cuando Cristo ascendió al cielo
concedió dones «a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio,
para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12).
Pero
los dones espirituales no solo capacitan a la iglesia para el tiempo hasta que
Cristo regrese, también dan un anticipo de la era por venir. Pablo recuerda a
los corintios que Cristo los había «llenado de toda riqueza», tanto en sus
palabras como en su conocimiento, y que el resultado de este enriquecimiento
era que no les faltaba «ningún don espiritual» (1ª Co 1: 5, 7).
Por
supuesto este enriquecimiento en sus palabras y conocimiento no les daba las
palabras perfectas o el perfecto conocimiento que tendrían en el cielo, sino
solo un anticipo o pago inicial de esta perfección celestial. De modo
semejante, Pablo les recuerda a los corintios que los dones espirituales son
«imperfectos», pero cuando el modo «perfecto» de conocer venga al regresar el
Señor, entonces estos dones pasarán (1ª Co 13: 10).
Justo
como el Espíritu Santo es en esta era un «pago anticipado» (2ª Co 1: 22; 2 Co
5: 4; Ef. 1: 14) de toda la obra del Espíritu Santo dentro de nosotros en la
era por venir, así los dones que el Espíritu Santo nos da son anticipos
parciales de la obra plena del Espíritu Santo que nos pertenecerá en la era por
venir.
En
este camino, los dones de discernimiento y entendimiento prefiguran el
discernimiento mucho mayor que tendremos cuando Cristo regrese. Los dones del
conocimiento y la sabiduría prefiguran la sabiduría mucho mayor que será
nuestra cuando «conozcamos como somos conocidos» (1ª Co 13:12). Los dones de
sanidad dan un anticipo de la perfecta salud que será nuestra cuando Cristo nos
conceda cuerpos resucitados.
Paralelos
similares se podrían encontrar con todos los otros dones del Nuevo Testamento.
Aun la diversidad de dones debe conducir a una mayor unidad e interdependencia
en la iglesia (vea 1 Ca 12:12-13, 24-25; Ef. 4: 13), Y la diversidad en la
unidad será en sí misma un anticipo de la unidad que los creyentes tendrán en
el cielo.
3. ¿CUÁNTOS DONES EXISTEN?
Las
epístolas del Nuevo Testamento relacionan dones espirituales específicos en
seis diferentes pasajes. Examine la tabla en la página siguiente.
Lo
obvio es que estas listas son todas muy diferentes. Ninguna lista tiene todos
estos dones, y ningún don excepto la profecía se menciona en todas las listas
(la profecía no se menciona en 1ª Co 7: 7, donde solo se discute el tema del
matrimonio y el celibato, pero se incluye ciertamente en «el que habla» de 1ª P
4: 11). De hecho, 1ª Corintios 7: 7 menciona dos dones que no están en ninguna
otra lista: En el contexto de la discusión sobre el matrimonio y el celibato,
Pablo dice: «Cada uno tiene de Dios su propio don; éste posee uno; aquél,
otro».
Estos
hechos indican que Pablo no intentaba construir listas exhaustivas de dones
cuando especificó los que mencionó. Aunque a veces hay una indicación de algún
orden (él pone a los apóstoles primero, a los profetas en segundo lugar, a los
maestros en tercero, pero al don de lenguas en último lugar en 1ª Co 12: 28),
parece que en general Pablo relacionaba casi al azar una serie de diferentes
ejemplos de dones según le venían a la mente.
1ª Corintios 12: 28.
1. apóstol'
2. profeta
3. maestro
4. milagros
5. tipos de sanidad
6. ayudas
7. administración
8. lenguas
|
1ª Corintios 12:8·10
9. palabra de sabiduría
10. palabra de conocimiento
11. fe
(5) dones de sanidad
(4) milagros
(2) profecía
12. distinguir entre espíritus
(8) lenguas
13. interpretación de lenguas,
|
Efesios 4:11'
(1) apóstol
(2) profeta
14. evangelista
15. Pastor-maestro
Romanos 12: 6-8
(2) profecía,
16. Servicio
(3) enseñanza,
17. Alentar
|
18. Contribuir
19. Liderazgo
20. Misericordia
1ª Corintios 7: 7
21. matrimonio
22. celibato
|
1ª
Pedro 4: 11el que habla (que cubre varios dones) el que presta algún servicio
(que cubre varios dones).
Por
otra parte, hay cierto grado de superposición entre los dones relacionados en
varios lugares. Sin duda el don de administración (kybemesis, 1ª Co 12: 28) es
similar al don de liderazgo (ho proistamenos, Ro 12:8), y ambos términos pueden
aplicarse probablemente a muchos que tienen el oficio de pastor-maestro (Ef. 4:
11).
NOTA: Aquí el término griego para «don» es
charisma. El mismo que Pablo usa en 1ª Co 12-14 cuando habla de los dones
espirituales.
Esta lista ofrece cuatro tipos de personas en
términos de oficios o funciones, no, hablando estrictamente. Cuatro dones. Para
tres de las funciones de la lista, los dones correspondientes serían la
profecía, la evangelización y la enseñanza.
Por
otro lado, en algunos casos Pablo relaciona una actividad y en otros casos
relaciona el sustantivo relacionado que describe a la persona (tal como
«profecía» en Ro 12: 6 y 1ª Co 12: 10, pero utiliza «profeta» en 1ª Co 12: 28 y
Ef. 4: 11).
Otra
razón para pensar que Pablo podría haber hecho listas mucho más largas si
hubiera querido es el hecho que algunos de los dones relacionados tendrían
muchas expresiones diferentes cuando se encuentran en distintas personas.
Ciertamente el don de servir o ayudar dando un consejo sabio, otros al cocinar
las comidas, otros al cuidar los niños o entablando amistad con una persona
mayor, otros al dar consejos legales o médicos o financieros cuando se
necesitan dentro de la iglesia.
Estos
dones difieren bastante. Entre aquellos que poseen el don de la evangelización,
algunos serán buenos en la evangelización personal dentro de un vecindario,
otros al evangelizar escribiendo tratados y literatura cristiana, y otros en la
evangelización de las grandes campañas y las reuniones públicas. Aún otros
serán buenos en la evangelización a través de la radio y la televisión.
No
todos estos dones evangelísticos son iguales, aun cuando caen dentro de la
amplia categoría de «evangelización». Lo mismo podría decirse de los dones de
la enseñanza o la administración. Todo esto significa que los dones de dos
personas no son exactamente iguales.
¿Cuántos
diferentes dones existen entonces? Ello depende simplemente en lo específicos
que queramos ser. Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones
como hace Pedro en 1ª Pedro 4: 11: «el que habla» y «el que presta algún
servicio«. En esta lista de solo dos asuntos Pedro incluye todos los dones
mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos
categorías.
De un
lado, podemos tomar los oficios de profeta, sacerdote, y rey del Antiguo
Testamento, y tener una lista de tres tipos de dones: los dones proféticos (en
este amplio sentido) incluirían los que implican enseñar, alentar, exhortar o
reprender a otros.
NOTA: Se debe decir algo en este punto sobre la
relación entre los dones y los oficios en la iglesia. Cuando observamos estas
listas, se hace evidente que en algunos casos Pablo nombra los dones
específicos (tales como los dones de sanidad o administración o lenguas), y en
otros casos nombre las personas que tienen esos dones (tales como los
apóstoles, profetas, o evangelistas).
Algunas listas mencionan solo las personas que
poseen esos dones (como en Ef4: 11 o 1 P 4: 11). Y algunas listas están
mezcladas, mencionando algunos dones y algunas personas que tienen los dones
(como en Romanos 12: 6-8 y 1ª Co 12: 28).
Además de eso, se debe hacer otra distinción: En
los casos que Pablo nombra personas, a veces da el nombre que hace referencia a
un oficio reconocido oficialmente en la iglesia (tales como «apóstoles» o
«pastores-maestros»). Esperaríamos que esas personas comenzarían a funcionar en
esos oficios tras haber recibido un reconocimiento formal de la iglesia como un
todo (esto se llamaría (ordenación) o «instalación en el oficio» para el oficio
de pastor [o anciano] por ejemplo. Pero en otros casos, aunque se nombra la
persona, no hay necesariamente que pensar que hubo algún reconocimiento
oficiala establecimiento en el oficio frente a toda la iglesia.
Este sería el caso, por ejemplo, de aquel que anima
a otros y el que da y el que muestra (compasión) en Romanos 12: 6-8. De manera
similar, el Nuevo Testamento no indica claramente que se establecieron los
profetas y evangelistas en algún oficio formalmente reconocido en la iglesia
primitiva, y la palabra «profeta» probablemente se refiere únicamente a alguien
que profetizaba regularmente y bajo la evidente bendición de la iglesia.
«Evangelista» puede referirse igualmente a aquellos
que funcionaban efectivamente de manera regular en el trabajo de la
evangelización, y «maestros» podría incluir tanto a aquellos que tenían
reconocidas funciones docentes en la iglesia, quizá en relación con el oficio
de anciano, y aquellos que tenían funciones docentes en capacidades menos
formales en la iglesia pero que enseñaban regularmente con efectividad en
escenarios informales o grupos pequeños.
Por conveniencia, seguiremos refiriéndonos a estas
listas como listas de «dones espirituales», aunque, para ser más precisos, debemos
damos cuenta que ellas incluyen tanto los dones espirituales como las personas
que ejercitan esos dones. Como Jesucristo provee a la iglesia tanto los dones
como las personas, es apropiado que ambos se mencionen en distintas partes de
estas listas.
Los
dones sacerdotales incluyen todo lo que implica mostrar misericordia y cuidar
de aquellos en necesidad o implica interceder ante Dios (tal como orar en
lenguas). Los dones reales implicarían todo lo que tenga que ver con la
administración o el gobierno o el orden en la iglesia.
Otras
clasificaciones de dones son los dones de conocimiento (tal como distinguir
entre espíritus, palabra de sabiduría, y palabra de conocimiento), los dones de
poder (tales como la sanidad, los milagros, y la fe) y los dones de la palabra
(lenguas, interpretación y profecía). Entonces podríamos confeccionar otra vez
una lista mucho mayor, como la lista de los veintidós dones enumerados arriba.
Pero
aun esa lista no incluye todos los dones posibles (ninguna lista incluye un don
de oración intercesora, por ejemplo, que puede estar relacionado a un don de fe
pero que no es el mismo que el don de la fe; los dones musicales no están
incluidos en ninguna lista, y tampoco ningún don de echar fuera demonios,
aunque Pablo debe haber sabido que algunos cristianos eran más efectivos en esa
área que otros).
Y si
deseáramos dividir diferentes tipos de servicio o administración o
evangelización o enseñanza, entonces podríamos fácilmente tener una lista que
incluyera cincuenta o hasta cien distintos rubros.
El
propósito de todo esto es simplemente decir que Dios le da a la iglesia una
asombrosa variedad de dones espirituales, y todos ellos son muestra de su
multiforme gracia. De hecho, Pedro dice tanto como: «Cada uno según el don que
ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios» (1ª P 4: 10; aquí la palabra «multiforme» es
poikilos, que significa «tener muchas facetas; tener una rica diversidad»).
La
consecuencia práctica de esta discusión es que debemos estar dispuestos a
reconocer y apreciar a las personas que tienen dones que difieren de los
nuestros y que pueden diferir de nuestras expectativas de lo que debe ser la
apariencia de ciertos dones. Por otra parte, una iglesia saludable tendrá una
gran diversidad de dones, y esta diversidad no debe llevar a una fragmentación
sino a una mayor unidad entre los creyentes de la iglesia.
Todo
el propósito de Pablo en la analogía del cuerpo con muchos miembros (1ª Co 12:
12-26) es decir que Dios nos ha puesto en el cuerpo con estas diferencias de
manera que podamos depender unos de otros. «Ni el ojo no puede decirle a la
mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de
vosotros». Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los
más necesarios» (1ª Co 12: 21-22; d. vv. 4-6).
Va
contra la manera de pensar del mundo decir que disfrutamos de mayor unidad
cuando nos unimos más a aquellos que son diferentes a nosotros, pero ese es
precisamente el argumento que formula Pablo en 1ª Corintios 12, demostrando la
gloria de la sabiduría de Dios al no permitir a nadie poseer todos los dones
necesarios para la iglesia, sino requiriendo que dependamos uno del otro para
un adecuado funcionamiento de la iglesia.
NOTA: Esta variedad de maneras de clasificar los
dones nos permite decir que con propósitos docentes son posibles muchos tipos
de clasificación. Pero debemos cuidamos de cualquier reclamo de que cierta
forma de clasificar O relacionar los dones es la única válida, pues la
Escritura no nos limita a algún esquema de clasificación.
4. LOS DONES PUEDEN VARIAR EN
INTENSIDAD.
Pablo
dice que si tenemos el don de profecía, debemos utilizarlo «en proporción a
nuestra fe» (Ro 12: 6), indicando que el don puede estar más o menos desarrollado
en diferentes individuos durante un período de tiempo. Por esto Pablo puede
recordarle a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía» (1ª Ti
4: 14), y puede decir: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de
Dios que está en ti» (2ª Ti 1: 6).
Era
posible que Timoteo dejara que su don se debilitara, aparentemente por su uso
infrecuente, y Pablo le recuerda que lo estimule utilizándolo y
consecuentemente fortaleciéndolo. Esto no debe sorprender, porque nos damos
cuenta que muchos dones incrementan su fuerza y efectividad cuando se utilizan,
ya sea la evangelización, la enseñanza, el consuelo, la administración o la fe.
Apolos
tenía un poderoso don de predicación y enseñanza, pues leemos que era
«ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras » (Hch 18: 24). Y
aparentemente Pablo tenía y utilizaba con frecuencia un muy efectivo don de
hablar en lenguas pues dice; «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más
que todos ustedes» (1ª Co 14: 18).
Todos
estos textos indican que los dones espirituales pueden variar en intensidad.
Si
pensamos en cualquier don, ya sea la enseñanza o la evangelización de un lado,
o la profecía y la sanidad del otro, debemos darnos cuenta que dentro de
cualquier congregación probablemente haya personas que son muy efectivas en el
uso de ese don (quizá a través de un uso prolongado y la experiencia), otros
que son moderadamente fuertes en ese don, y otros que tienen el don pero que
comienzan justo a utilizarlo.
Esta
variación en intensidad de los dones espirituales depende de una combinación de
influencia humana y divina. La influencia divina es la obra soberana del
Espíritu Santo, «quien reparte a cada uno según él lo determina» (1ª Co 12:
11). La influencia humana viene de la experiencia, el entrenamiento, la
sabiduría, y las habilidades naturales en el uso de ese don.
Normalmente
no es posible conocer en qué proporción las influencias humana y divina se
combinan en cualquier momento, ni tampoco es realmente necesario conocerlo,
porque aun las habilidades que pensamos son «naturales» vienen de Dios (1ª Co
4: 7) y están bajo su control soberano (vea el capítulo 16 sobre la providencia
de Dios y la responsabilidad humana).
Pero
esto lleva a una pregunta interesante: ¿Qué fuerte tiene que ser una habilidad
antes de que se la llame un don espiritual? ¿Cuántas habilidades docentes
necesita alguien antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de la
enseñanza, por ejemplo? ¿ü qué efectivo en la evangelización necesitaría ser
alguien antes que podríamos reconocer un don de evangelización? ¿O con qué
frecuencia alguien tendría que ver respondidas las oraciones por una sanidad
antes que se pueda decir que él o ella tienen el don de sanidad?
La
Escritura no responde esta cuestión directamente, pero el hecho de que Pablo
hable de estos dones como útiles para la edificación de la iglesia (1 Ca 14:
12), y el hecho de que Pedro diga de la misma manera que cada persona que ha
recibido un don debe recordar emplearlo «al servicio de los demás» (1 P 4:10), sugiere
que tanto Pablo como Pedro pensaban en dones y habilidades que eran lo
suficientemente fuertes como para funcionar en beneficio de la iglesia, ya sea
para la congregación reunida (como la profecía o la enseñanza), o para
individuos de la congregación en distintos momentos (como la ayuda y el
aliento).
NOTA: Vea también 1ª Corintios 13: 1-3. Donde Pablo
ofrece ejemplos de algunos dones desarrollados al grado más elevado Imaginable.
Ejemplos que él usa para mostrar que aun tales dones sin amor no traerían
ningún beneficio.
Probablemente
no se puede trazar una línea definitiva en esta materia, pero Pablo nos
recuerda que no todos tienen cada uno de los dones o ningún don. Él habla con
mucha claridad sobre esto en una serie de preguntas que no esperan respuesta:
«¿Son
todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros?
¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?» (1ª
Co 12: 29-30). El texto griego (con la partícula me antes de cada pregunta) claramente
no espera una respuesta a cada pregunta. Por lo tanto, no todos son maestros,
por ejemplo, ni todos poseen los dones de sanidad, ni todos hablan en lenguas.
Pero
aunque no todos tienen el don de la enseñanza, es cierto que todas las personas
«enseñan» en algún sentido de la palabra enseñar. Aun personas que nunca
soñarían con enseñar una clase de la Escuela Dominical, ciertamente leerán
historias bíblicas a sus propios hijos y les explicarán su significado; Moisés
mandó que los israelitas hicieran esto mismo con sus hijos (Deuteronomio 6: 7),
que les explicaran las palabras de Dios mientras estaban sentados en su casa o
andaban por el camino.
Así
que de un lado podemos decir que no todos tienen el don de la enseñanza. Pero
por otro lado, debemos decir que hay alguna habilidad general relacionada con
el don de la enseñanza que poseen todos los cristianos. Otra forma de decir
esto sería afirmar que no hay un don espiritual que tengan todos los creyentes,
pero hay cierta habilidad general similar a cada don que todos los cristianos
tienen.
Podemos
ver esto en cierto número de dones. No todos los cristianos poseen el don de
evangelización, pero todos los cristianos tienen la capacidad de compartir el
evangelio (de hecho, como veremos abajo, algunas personas dicen que nadie tiene
hoy en día genuinos dones de sanidad), pero a pesar de todo cada cristiano
puede y de cierto ora a Dios por la sanidad de amigos o parientes que están
enfermos.
No
todo cristiano tiene el don de la fe, pero cada cristiano tiene cierto grado de
fe, y esperaríamos que esta crezca en la vida de un cristiano ordinario.
Hasta
podemos decir que otros dones, tales como la profecía y el hablar en lenguas,
no solo tienen una intensidad cambiante entre aquellos que poseen el don, sino
que también encuentran su contraparte en algunas habilidades generales que se
hallan en la vida de cada cristiano. Por ejemplo, si entendemos que la profecía
es (de acuerdo con la definición que se ofrece en el capítulo 53)".
«Informar
algo que Dios nos trae de manera espontánea a la mente», entonces es verdad que
no todos experimentan esto como un don, porque no todos experimentan a Dios
trayendo espontáneamente cosas a la mente con tal claridad y fuerza que él o
ella se sientan libres de hablar sobre ellas en medio de un grupo de cristianos
reunidos.
Pero
probablemente todo cristiano ha tenido en un momento u otro la sensación de que
Dios le traía a la mente la necesidad de orar por un amigo distante o
escribirle o llamarlo por teléfono para llevar una palabra de aliento a alguien
que está lejos, y más tarde ha descubierto que eso era precisamente lo que se
necesitaba en ese momento.
Pocos
negarían que Dios puso esa necesidad de una manera espontánea en su mente, y,
aunque esto no sería llamado un don de profecía, es una habilidad general
recibir una orientación o guía especial de Dios que es similar a lo que ocurre
con el don de profecía, pese a que funciona a un nivel inferior.
Incluso
podemos considerar el don de hablar en lenguas desde esta perspectiva.
Si pensamos
del hablar en lenguas como una oración en sílabas no comprensibles para el que
habla (vea 1ª Co 14: 2, 14)," entonces es verdad que no todo cristiano
tiene el don de hablar en lenguas (y una vez más debe decirse que algunos
cristianos argumentarían que nadie tiene hoy en día ese don, pues la era de los
apóstoles ha terminado).
Pero
por otro lado, debemos reconocer que todo cristiano tiene momentos de oración
en los cuales su oración se expresa no solo en palabras y sílabas inteligibles,
sino también en forma de suspiros, gemidos y llanto que sabemos el Señor
escucha y comprende, y ello expresa necesidades y preocupaciones de nuestros
corazones que no podemos articular plenamente en palabras (Ro 8: 26-27).
Una
vez más no debemos llamar a esto un don de hablar en lenguas, pero parece ser
una habilidad general en nuestras vidas cristianas que está de alguna manera
relacionada con el don de hablar en lenguas, en la medida que se expresa en una
oración en sílabas que no entendemos completamente, pero que sin embargo el
Espíritu Santo convierte en una oración efectiva que Dios escucha.
El
propósito de toda esta discusión es simplemente decir que los dones
espirituales no son tan misteriosos ni «cosas de otro mundo» como la gente
considera que son. Muchos de ellos son solo una intensificación o una instancia
altamente desarrollada de fenómenos que la mayoría de los cristianos
experimentan en sus propias vidas.
El
otro importante propósito que puede deducirse de esta discusión es que aun
cuando se nos han dado dones por Dios, todavía somos responsables de usarlos
con efectividad, y buscar crecer en su uso para que la iglesia reciba más
beneficios de los dones que Dios nos ha permitido ser administradores.
Por
último, el hecho de que la potencia de los dones puede variar nos permite
reconocer que el don de cierta persona (tal como el de enseñanza o
administración, por ejemplo) puede que no sea lo suficientemente fuerte como
para funcionar en beneficio de toda la iglesia en una iglesia grande donde
muchas personas ya tienen ese don en alto grado desarrollado.
Pero
esa misma persona, al moverse a una iglesia más joven y pequeña donde pocos
tienen el don de la enseñanza o la administración, puede encontrar que sus
dones tienen una mayor demanda y son capaces de funcionar para el beneficio de
toda la congregación. (En este sentido, algo que solo se considera una
habilidad general en un escenario puede considerarse correctamente un don
espiritual en otro escenario.)
5. POSEEN LOS CRISTIANOS LOS DONES
TEMPORAL O PERMANENTEMENTE?
En la
mayoría de los casos, parece que el Nuevo Testamento describe una posesión
permanente de los dones espirituales. La analogía de las partes del cuerpo en
1ª Corintios 12: 12-26 se adecuan a esto, en el sentido que el ojo no se
convierte en mano, ni el oído en pie, pero las distintas partes del cuerpo
existen permanentemente.
Por
otro lado, Pablo dice que algunas personas ostentan títulos que describen una
función continua. Algunos pueden ser llamados «profetas» o «maestros» (1ª Co
12: 29) o «evangelistas» (Ef 4: 11). Esperaríamos que esas personas estuvieran
en posesión permanente de los dones de profecía, enseñanza y evangelización, a
menos que alguna circunstancia inusual sobreviniera que los privara del don.
De
manera similar, Pablo habla en términos de la posesión de dones espirituales
cuando dice: «Si tengo el don de profecía»(1ª Co 13:2) Y cuando Pablo pide que
un intérprete esté presente cuando alguien hable en lenguas (1ª Co 14: 28),
asume que la iglesia conocerá si alguien que tiene el don de interpretación
está presente, lo que implica que alguien estaría en posesión del don durante
un tiempo.
Cuando
dice; «Si alguno se cree profeta» (1ª Co 14: 37), se da cuenta que algunos en
Corinto habrían funcionado con el don de profecía con la suficiente frecuencia
para concebirse a sí mismo como «profetas». Todos estos versículos apuntan en
la dirección de una permanente, o por lo menos duradera y continua posesión de
dones espirituales.
Por
cierto, en Romanos 12, Pablo comienza su afirmación: «y hay diversidad de de
operaciones» (Ro 12:6). Y le dice a Timoteo: «Ejercita el don que recibiste
mediante profecía» (1ª Ti 4: 14), indicando de nuevo que Timoteo había tenido
ese don durante un período de tiempo. Por lo tanto, parece que en general el
Nuevo Testamento indica que a las personas se les conceden dones espirituales,
y una vez que los poseen, son normalmente capaces de continuar utilizándolos
durante el transcurso de su vida cristiana.
Con
todo, se deben cumplir importantes requisitos, porque hay algunas instancias en
las que los dones no son permanentes. Hay algunos dones que no son permanentes
por su propia naturaleza, tales como los dones del matrimonio y el celibato (1ª
Co 7: 7). Aunque Pablo los llama dones, en la vida de la mayoría de los
creyentes habrá momentos en que están solteros, y momentos en que están
casados.
Por
otra parte, algunos dones, aunque se ejerciten con bastante frecuencia, aun no
se pueden ejercitar a voluntad. La efectividad en el don de sanidad, por
ejemplo, depende de la voluntad soberana de Dios al responder las oraciones que
imploran sanidad.
De
manera similar, la profecía depende de la concesión de una «revelación»
espontánea (1ª Co 14: 30) de Dios, y simplemente no puede ejercitarse a
voluntad.
Lo
mismo podría decirse inclusive del don de la evangelización: En última
instancia es la obra del Espíritu Santo traer regeneración y capacitar a
alguien para creer, de forma que el evangelista debe orar y predicar, pero solo
Dios puede aportar la cosecha de almas.
En
otros casos, se puede conceder algún don particular para una necesidad o evento
único. Aunque no es, hablando estrictamente, un don espiritual en el sentido
del Nuevo Testamento, la devolución de la fortaleza de Sansón por última vez al
final de su vida Jueces 16: 28) se le otorgó temporalmente durante el último
momento de su vida.
Y, en
el Nuevo Testamento, la notable revelación que tuvo Esteban cuando, «lleno del
Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús
de pie a la derecha de Dios» (Hch 7:55) fue una manifestación del Espíritu que
se le dio solo durante ese específico momento.
NOTA: Por supuesto, no debemos llevar muy lejos la
metáfora del cuerpo, pues las personas de hecho reciben otros dones, y Pablo
aun anima a las personas a buscar dones espirituales adicionales (1ª Co 14: 1).
Pero la metáfora sí sugiere algún grado de estabilidad o permanencia en la
posesión de los dones.
Otra
instancia en que un don puede no ser permanente es cuando una persona descuida
su don, y quizá aflige al Espíritu Santo o cae en un serio error doctrinal o
moral (como por ejemplo hizo Sansón en el Antiguo Testamento). En tal caso el
don puede ser retirado. De cierto, Pablo advirtió a Timoteo: (Ejercita el don
que recibiste) (1ª Ti 4: 14), y quizá también podemos aprender de la parábola
de los talentos, en la que Jesús dice que «a todo el que tiene se le dará más,
y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene) (Mt
25: 29).
Por
demás, debemos recordar que el Espíritu Santo todavía es soberano en la
distribución de dones: el que (reparte a cada uno según él lo determina) (1ª Co
12: 11). La palabra que se traduce aquí como (reparte) es un participio
presente, lo cual indica una continua actividad en el tiempo, y podríamos
parafrasear: (El Espíritu Santo continúa siempre distribuyendo o repartiendo
dones a cada persona individual justo según él lo determina).
Esto
significa que, aun cuando normalmente la costumbre del Espíritu Santo es
continuar facultando el mismo don o dones en las personas en el transcurso del
tiempo, aún así, hay una continua voluntad y decisión del Espíritu Santo de
hacer o no hacer esto, y puede que por sus propios motivos retire el don
durante un tiempo, o hace que sea mucho más potente o más débil de lo que era.
Por
último, 1ª Corintios 13: 8-13 (que se discutirá abajo) indica que los actuales
dones espirituales que poseemos son solo para esta era, y serán superados por
algo mucho mayor. Por lo tanto, en ese sentido ningún don es (permanente) pues
cada don se considerará inútil en el momento que el Señor regrese.
Dentro
de la discusión de la cuestión de si los dones espirituales son o no
permanentes, a veces se menciona a Romanos 11: 29: (Porque las dádivas de Dios
son irrevocables). Sin embargo, Esto no significa que sea apropiado utilizar el
versículo en el contexto de esta discusión, pues en este caso Pablo habla sobre
el estatus del pueblo judío, incluyendo su designación como pueblo de Dios y
los dones o bendiciones dispensados a ellos como resultado de ese estatus.
Aquí
Pablo arguye que Dios tiene aun un propósito para su pueblo de Israel, pero la
cuestión de los dones del Espíritu Santo en el sentido de 1ª Corintios 12-14 no
se contempla en absoluto en Romanos 11: 29. Y ciertamente en cualquier caso
esta afirmación no sería cierta en términos de una declaración del todo
irrestricta sobre los dones espirituales, porque es evidente que por el mal
uso, la negligencia o el agravio del Espíritu Santo, puede que las personas
vean sus dones disminuidos o removidos por la soberana decisión de Dios.
NOTA: Aunque el propósito primario de esta parábola
tiene que ver con las recompensas en el juicio final, no obstante alienta a la
fidelidad en la mayordomía de lo que se nos ha dado, y no es ilógico esperar
que Dios pudiera actuar respecto a nosotros de esa manera, por lo menos en
principio, también en esta vida.
6. ¿SON LOS DONES MILAGROSOS O NO MILAGROSOS?
La
respuesta a esta pregunta depende en realidad de la definición de la palabra
milagro. Si definimos milagro como (una actividad directa de Dios en el mundo),
entonces todos los dones espirituales son milagrosos porque el Espíritu Santo
los faculta (1ª Co 12:11; vvA-6). Pero en ese sentido todo lo que sucede en el
mundo puede decirse que es milagroso, porque todo ello procede de la obra
providencial de Dios en la creación (vea Ef. 1:11; Dn. 4: 35; Mt 5: 45).
Por lo
tanto la palabra milagro pierde su utilidad, pues nos es dificil encontrar algo
que suceda en el mundo que no sea milagroso en este sentido.
Es
mejor definir milagro en un sentido más estrecho, como hicimos arriba, en el
capítulo 17: Un milagro es «una actividad menos común de Dios en la que él
suscita el asombro y la admiración de las personas y da testimonio de sí mismo».
En términos de esta definición, solo algunos dones son «milagrosos»: a saber,
aquellos dones que la gente piensa que son milagrosos porque están asombrados
de la actividad de Dios que obra en ellos.
Ciertamente
incluiríamos la profecía en esta categoría (note el asombro del incrédulo en 1ª
Co 14: 24-25), la sanidad (de manera similar, note la respuesta del pueblo en
Hch 3: 10 y otros lugares), echar fuera demonios (vea Hch 19: 11-13,17), o el
hablar en lenguas cuando es realmente una lengua extranjera y los demás la
comprenden (vea la descripción de Pentecostés en Hch 2: 7).
Probablemente
otros fenómenos notables también se incluirían en el don de hacer milagros (1ª
Co 12: 10).
Por
otro lado, en esta definición, algunos dones se considerarían como no milagrosos.
Los
dones de servir, enseñar, alentar, contribuir y llevar a cabo actos de
misericordia (en Ro 12: 7-8) caerían en esta categoría, así como los dones de
aquellos que actúan como ayudantes y administradores (1ª Co 12: 28). Pero
todavía se trata del mismo Espíritu Santo quien los da y obra a través de
ellos.
El
propósito de este análisis es alertamos contra la elaboración de una distinción
sobrenatural! natural en nuestras mentes por medio de la cual pensemos que
algunos dones son «sobrenaturales» y otros simplemente «naturales». La Biblia
no hace tal distinción, y el peligro de hacer esto es que nos inclinemos a
pensar que algunos dones (que pensamos son «sobrenaturales) son más importantes
o proceden más claramente del Señor, y que nos inclinemos a devaluar o hacer
menos énfasis en los dones que consideramos «naturales». Si hacemos esto
fracasaremos a la hora de ver la mano de Dios en la actuación de todos los
dones y a la hora de darle gracias por todos ellos.
Por
otro lado, la engañosa distinción sobrenatural! natural también puede hacemos
desconfiados sobre aquellos que consideramos sobrenaturales», o puede llevamos
a pensar que sería muy improbable ocurrieran en nuestra propia experiencia.
En ese
caso, nos inclinaríamos a enfatizar los dones que pensamos son «naturales» y
tendríamos muy pocas expectativas o fe en relación con cualquier cosa que
pensáramos es «sobrenatural'.
En
contraste con esta perspectiva, la Escritura dice que recibimos «todos» los
dones de un mismo Espíritu, un mismo Señor, y un mismo Dios (1 Co 12:4-6). La
visión del mundo de la Escritura es de continuidad, de una continua interacción
entre el mundo visible que podemos ver y tocar y el mundo invisible que la
Escritura nos dice está ahí y es real. Dios obra en ambos, y nos hacemos a
nosotros mismos ya la iglesia un gran perjuicio al separar estos aspectos de la
creación en «sobrenatural» y «natural.
Por
último, ¿deberíamos buscar los dones más inusuales o milagrosos, o deberíamos
buscar los dones más comunes? De nuevo, la Escritura no hace este tipo de
distinción cuando nos dice qué tipo de dones buscar. Pablo dice a los
corintios: «Por eso ustedes, ya que tanto ambicionan los dones espirituales,
procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia (1ª Co 14. 12).
Esto
significa que debemos conocer cuáles dones son más necesarios en la iglesia a
la que asistimos, y entonces orar a Dios para que nos conceda estos dones a
nosotros y a otros. Que esos dones se consideren milagrosos o no milagrosos no
es lo que realmente importa.
7. DESCUBRIR Y BUSCAR DONES ESPIRITUALES.
Pablo
parece asumir que los creyentes conocerán cuáles son sus dones espirituales.
Simplemente les dice a los de la iglesia en Roma que usen sus dones de varias
maneras: «Si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe el que
reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría» (Ro 12: 6-8).
De
manera similar, Pedro les dice a sus lectores cómo utilizar sus dones, pero no
dice nada sobre cómo descubrir cuáles son: «Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios» (1ª P 4: 10).
¿Pero
qué si muchos miembros de una iglesia no conocen qué don o dones espirituales
Dios les ha dado? En tal caso, los líderes de la iglesia necesitan preguntarse
si les están proporcionando suficientes oportunidades para el uso de una
variedad de dones.
Aunque
las listas de dones dadas en el Nuevo Testamento no son exhaustivas,
ciertamente proveen un buen punto de partida para que las iglesias se pregunten
si por lo menos existe la oportunidad de que estos dones se utilicen.
Si
Dios ha puesto personas con ciertos dones en una iglesia cuando estos dones no
se estimulan o quizá no se permite utilizarlos, éstas se sentirán frustradas e
insatisfechas en sus ministerios cristianos, y quizá se mudarán a otra iglesia
donde sus dones puedan funcionar para el beneficio de la iglesia.
En el
caso de individuos que no conocen cuáles son sus dones, pueden comenzar
preguntando qué necesidades y oportunidades para el ministerio hay en su
iglesia. Específicamente, pueden preguntar qué dones son más necesarios para la
edificación de la iglesia en ese sitio. Además, cada creyente individual que no
sabe cuáles son sus dones debe realizar cierto auto examen.
¿Qué
intereses y deseos y habilidades éste posee? ¿Pueden otros ofrecer consejo o
aliento que apunten hacia dones específicos? Por otra parte, ¿ha habido
bendiciones en el pasado al ministrar en algún tipo particular de servicio?
En
todo esto, la persona que busca descubrir sus dones debe orar y pedir a Dios
sabiduría, confianza en que ésta será concedida de acuerdo a su promesa: «y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando
nada»' (Stg 1: 5-6). A veces Dios concederá esta sabiduría en términos de una
visión más exacta de las habilidades propias.
En
otros momentos puede que venga a través del consejo de otros o al ver crecientes
bendiciones en un área del ministerio. Y Pablo indica que en algunos casos
puede ser la profecía la que ofrezca la señal de un don específico, pues dice a
Timoteo: «Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos
te impusieron las manos» (1ª Ti 4: 14).
Por
último, la persona que se pregunta cuáles son sus dones espirituales debe
simplemente comenzar a ministrar en varias áreas y ver dónde Dios trae
bendiciones.
Enseñar
una clase de la Escuela Dominical o un estudio bíblico en una casa es una
manera excelente para empezar a utilizar el don de la enseñanza. Cada comunidad
tiene oportunidades para una mayor utilización del don de la evangelización.
Personas
que piensan tienen un don de sanidad pueden pedirle una oportunidad a sus
ancianos a fin de acompañarlos cuando vayan a orar por los enfermos. Las
personas que piensan tienen el don de la fe o un don de oración intercesora
podrían comenzar a preguntarles a algunos amigos cristianos por necesidades
específicas sobre las cuales orar.
En
todo esto, las iglesias pueden dar aliento y oportunidades para que las
personas prueben utilizar varios dones, y tan pueden ofrecer enseñanzas y
entrenamientos prácticos en los métodos apropiados para el uso de varios dones.
Además, las iglesias deben orar continuamente para que Dios permita a las
personas encontrar cuáles son sus dones y entonces ser capaces de utilizarlos.
En
todo esto la meta es que el cuerpo de Cristo en cada localidad alcance la
madurez, hasta que «por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor,
sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de
cada miembro» (Ef 4: 16).
Más
allá del asunto de descubrir qué dones tiene uno está el asunto de buscar dones
espirituales adicionales. Pablo manda a los cristianos: «Procurad, pues, los
dones mejores» (1ª Co 12:31) y después dice: «Empéñense en seguir el amor y
ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1ª Co 14: 1).
En
este contexto, Pablo define lo que quiere decir por «dones mejores» o «dones
mayores» porque en 1ª Corintios 14: 5 repite la palabra utilizada en 12:31 para
«mayor» (gr. Meizon cuando dice: «porque mayor es el que profetiza que el que
habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba
edificación (RVR) (1ª Co 14: 5). Aquí los dones mayores son aquellos que más
edifican a la iglesia.
Esto
es consistente con la declaración de Pablo unos cuantos versículos más
adelante, cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales, procuren
que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1ª Co 14: 12). Los
mayores dones son aquellos que más edifican la iglesia y traen mayores
beneficios a los demás.
¿Pero
cómo buscamos más dones espirituales? Primero, debemos pedírseles a Dios. Pablo
dice directamente que «el que habla en lenguas pida en oración el don de
interpretar lo que diga (1ª Co 14: 13; d. Stg 1:5, donde éste dice a las
personas que deben pedirle a Dios sabiduría).
A
continuación, las personas que buscan dones espirituales adicionales deben
tener motivos correctos. Si los dones espirituales se buscan solo para que la
persona pueda sobresalir más o tenga más influencia o poder, esto es
ciertamente malo a los ojos de Dios. Esta fue la motivación de Simón el
hechicero en Hechos 8:19, cuando dijo: «Denme también a mí ese poder, para que
todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo» (véase la
reprimenda de Pedro en vv. 21-22).
De
manera similar, Ananías y Safira buscaron gloria para sí mismos cuando
pretendieron dar todo el producto de la venta de su tierra a la iglesia, pero
no fue verdad, y ambos perdieron sus vidas (Hch 5: 1-11). Es una cosa temible
querer dones espirituales o prominencia en la iglesia para nuestra propia
gloria, no para gloria de Dios y para la ayuda de otros.
Por lo
tanto, aquellos que buscan dones espirituales primero deben preguntarse si lo
hacen por amor a los demás y por estar más capacitados a la hora de ministrar a
sus necesidades, pues aquellos que tienen grandes dones espirituales pero le
(falta el aman) son (nada) a los ojos de Dios (1ª Co 13: 1-3). Por esto Pablo
dice: «Empéñense seguir el amor» y solo después añade: «y ambicionen los dones
espirituales» (1ª Co 14: 1).
Otra
vez repite el mismo tema cuando dice: «Ya que tanto ambicionan dones espirituales,
procuren que éstos abunden para la edificación de la iglesia» (1 Co 14: 12).
Toda persona que pide a Dios un don espiritual adicional debe hurgar en su
corazón con frecuencia, preguntándose porqué se desea este don particular. ¿Es
realmente debido al amor por los demás y un deseo de edificar la iglesia y ver
glorificado a Dios?
Después
de eso, es apropiado buscar oportunidades para probar el don, justo en el caso
de una persona que trata de descubrir su don, como se explica arriba. Pequeños
grupos de estudio de la Biblia o reuniones de oración en casas a menudo ofrecen
un buen escenario en el que las personas pueden probar los dones de la
enseñanza o la oración intercesora o de estimular a otros o el de profecía o la
sanidad, por ejemplo.
Por último,
aquellos que buscan dones espirituales adicionales deben continuar utilizando
los dones que ahora tienen y deben estar conformes si Dios decide no darles
más. El señor aprobó al siervo cuyo dinero produjo diez veces más (1ª Co 12:
11), pero condenó al que puso su dinero en un pañuelo y no hizo nada con él (Lc
19: 16-17, 20-23)-para mostrarnos ciertamente que tenemos la responsabilidad de
usar y tratar de incrementar cualesquiera talentos o habilidades que Dios nos
haya dado como sus administradores.
Para
balancear ese énfasis de buscar y crecer en dones espirituales debemos también
recordar que Pablo dice claramente que los dones espirituales son
proporcionados a cada persona individualmente por el Espíritu Santo «según él
lo determina» (1ª Co 12: 11), y que «Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo, como él quiso» (1ª Co 12:18). Dice que Dios ha puesto
diversos dones en la iglesia y que no todos son apóstoles o profetas o maestros
(1ª Co 12: 28-30).
De
esta manera les recuerda a los corintios que en última instancia la
distribución de los dones es cuestión de la voluntad soberana de Dios, y que es
para el bien de la iglesia y para nuestro bien que ninguno de nosotros tenga
todos los dones, y que necesitaremos depender continuamente de otros que tienen
dones diferentes a los nuestros.
Estas
consideraciones deben hacer que nos sintamos complacidos si Dios decide no
darnos los demás dones que buscamos.
8. LOS DONES SON HERRAMIENTAS PARA EL MINISTERIO, Y NO ESTÁN
NECESARIAMENTE RELACIONADOS CON LA MADUREZ CRISTIANA.
Tenemos
que reconocer que a todo creyente se le dan dones espirituales (1ª Co 12: 7,
11; 1ª P 4:10). Hasta los cristianos inmaduros reciben dones espirituales del
Señor-esto se hizo evidente por cierto en la iglesia de Corinto, que tenía
abundancia de dones espirituales (1ª Co 1:7), pero aún así era muy inmadura en
muchas áreas de doctrina y conducta. Pablo dice:
«Yo,
hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a
inmaduros, apenas niños en Cristo (1ª Co 3: 1). O sea, los dones espirituales
no son necesariamente una señal de madurez espiritual. Es posible poseer
notables dones espirituales en una u otra área pero ser aún muy inmaduro en la
comprensión doctrinal o la conducta cristiana, como fue el caso de Corinto.
De
hecho, en ocasiones hasta los inconversos son capaces de profetizar y expulsar
demonios y hacer milagros, pues Jesús dice que en los últimos días muchos le
dirán: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos
demonios e hicimos muchos milagros?» Pero Jesús les diría: «Jamás los conocí.
¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7: 22-23). No es que Jesús los
conociera antes y luego no los conociera; él dice: «Nunca los conocí». Nunca
fueron cristianos, aunque habían realizado obras notables.
Por
eso no debemos evaluar la madurez espiritual sobre la base de los dones
espirituales. La madurez llega a través de caminar junto a Jesús, y conduce a
la obediencia a sus mandamientos en la vida diaria: «El que afirma que permanece
en él, debe vivir como él vivió» (1ª Jn 2: 6).
¿Cuándo
entonces el Espíritu Santo nos concede dones espirituales? Se conceden para la
obra del ministerio y son simples herramientas para ser utilizadas con ese fin.
Nunca deben ser una fuente de orgullo personal para aquellos que los posee, ni
se deben considerar como una señal de madurez. Simplemente debemos esforzarnos
por sobresalir en el amor por los demás, en atender sus necesidades, edificar
la iglesia, y vivir una vida en conformidad con las normas de la vida de
Cristo.
Si
hacemos eso, y si Dios decide damos dones espirituales que nos dote para esas
tareas, debemos darle gracias por eso, y orar para que nos mantenga libres de
orgullo por los dones que gratuita y bondadosamente han dado, y que no ganamos
nosotros.
B. ¿HAN CESADO ALGUNOS DONES? EL DEBATE SOBRE EL CESE DE LOS DONES
Dentro del
mundo evangélico actual hay diferentes posiciones sobre el asunto: «¿Es válido
que la iglesia de hoy utilice todos los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento? Algunos dirían que
sí.
Otros
dirían que no, y argumentarían que algunos de los dones más milagrosos (tales
como la profecía, las lenguas más interpretación, y quizá el de sanar enfermos
y expulsar demonios) se otorgaron solo durante el tiempo de los apóstoles, como
«señales» para autentificar a los apóstoles durante la temprana predicación del
evangelio.
Afirman
que estos dones ya no se necesitan como señales hoy, y que cesaron a fines de
la era apostólica, probablemente a fines del siglo primero o comienzos del
siglo segundo d.C.
También
debemos damos cuenta que hay un amplio grupo «medio» en relación con esta
cuestión, un grupo de «evangélicos de la tendencia principal» que no son
carismáticos ni pentecostales de un lado, ni partidarios del «cese de los
dones» del otro, pero que están simplemente indecisos, y dudosos que esta
cuestión pueda decidirse sobre la base de la Escritura.
NOTA: Muchos que dicen sí, tales como el presente
autor, añadirían la salvedad de que «apóstol» es un oficio, no un don, y que el
oficio de apóstol no se mantiene hoy.
Cesacionistas se refiere a alguien que piensa que
ciertos dones espirituales milagrosos cesaron hace mucho tiempo, cuando
murieron los apóstoles y se completó la Escritura.
Aunque
algunos aspectos de esta cuestión se discutieron en el capítulo 17 dedicado a
los milagros, hay algunas consideraciones adicionales, especialmente
relacionadas con el tópico de los dones espirituales, que se pueden hacer aquí.
1. ¿NOS DICE 1ª CORINTIOS 13: 8-13 CUÁNDO CESARÁN LOS DONES MILAGROSOS?
Pablo
dice:
El Amor Jamás Se Extingue, Mientras Que El Don De Profecía Cesará, El De
Lenguas Será Silenciado Y El De Conocimiento Desaparecerá. Porque Ahora
Conocemos Y Profetizamos De Manera Imperfecta; Pero Cuando Llegue Lo Perfecto,
Lo Imperfecto Desaparecerá.
Cuando Yo Era Niño, Hablaba Como Niño, Pensaba Como Niño, Razonaba Como
Niño; Cuando Llegué A Adulto, Dejé Atrás Las Cosas De Niño. Ahora Vemos De
Manera Indirecta Y Velada, Como En Un Espejo; Pero Entonces Veremos Cara A
Cara. Ahora Conozco De Manera Imperfecta, Pero Entonces Conoceré Tal Y Como Soy
Conocido. Ahora, Pues, Permanecen Estas Tres Virtudes: La Fe, La Esperanza Y El
Amor. Pero La Más Excelente De Ellas Es El Amor. (1ª Co 13: 8-13)
Este
pasaje es importante para la discusión porque en él Pablo menciona el don de
profecía como algo «imperfecto», y entonces dice que lo «imperfecto»
«desaparecerá» (1ª Co 13: 10). Hasta dice cuándo ello ocurrirá: «cuando llegue
lo perfecto».
¿Pero
cuándo es eso? Y aun si podemos determinar cuándo, ¿quiere eso decir que Pablo
tenía en mente algo que le daría una respuesta a la iglesia de hoy sobre este
asunto de la «cesación»? ¿Puede ser representativo en este pasaje el don de
profecía de los dones milagrosos en general en la era de la iglesia?
A. EL PROPÓSITO DE 1
CORINTIOS 13:8-13:
Pablo
interrumpe su discusión de los dones espirituales con el capítulo 13 de 1ª
Corintios, en el que intenta poner toda la discusión sobre los dones en una
perspectiva correcta. No es suficiente ambicionar simplemente «los mejores
dones».
Uno
debe también empeñarse «en seguir el amor» (14:1). Sin amor, los dones no valen
nada (13: 1-3). De hecho, argumenta Pablo, el amor es superior a todos los
dones y por lo tanto es más importante actuar con amor que poseer cualquiera de
los dones.
A fin
de mostrar la superioridad del amor, Pablo argumenta que este jamás se
extingue, mientras todos los dones son temporales (13: 8). Nuestro profetizar y
conocimiento actuales son parciales e imperfectos (v. 9), pero un día algo
perfecto llegará a reemplazarlos (v. 10). Esto se explica mediante la analogía
de un niño que renuncia a las ideas y el hablar infantiles por las ideas y el
hablar de un adulto (v. 11).
Entonces
Pablo continúa razonando en los versículos 9-10 al explicar que nuestro
conocimiento y percepción presentes son indirectos e imperfectos, pero que
algún día éstos serán directos y perfectos (v. 12).
En
este argumento Pablo vincula la función de profecía con el tiempo de su
cesación. Esta satisface una cierta necesidad ahora, pero lo hace solo de
manera imperfecta.
Cuando
«lo perfecto» llegue, esa función será satisfecha por algo mejor, y la profecía
cesará porque quedará obsoleta o inútil (este es el probable matiz del término
griego utilizado aquí, katargeo, «desaparecer» en los vv. 8, 10). De manera que
la función principal de 1 Corintios 13:8-13 es mostrar que el amor es superior
a dones como el de profecía porque esos dones desaparecerán pero el amor no
desaparecerá.
B. 1ª CORINTIOS 13: 10:
La
cesación de la profecía cuando Cristo regrese: Pablo escribe en el versículo
10; «Pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá»,
La
frase «lo imperfecto» (gr. ek merous, «parcial, imperfecto») se refiere más
claramente al conocimiento y la profecía, las dos actividades que se dice son
hechas de manera «parcial e imperfecta» en el versículo 9 (utilizando en ambos
casos también la misma frase griega, ek merous. Para hacer resaltar este
vínculo podríamos traducir:
El Amor Nunca Deja De Ser. Si Hay Profecías, Estas Desaparecerán; Si Hay
Lenguas, Estas Cesarán, Si Hay Conocimiento, Este Desaparecerá. Esto Es Porque
Conocemos De Manera Imperfecta Y Profetizamos De Manera Imperfecta-Pero Cuando
Llegue Lo Perfecto, Lo Imperfecto Desaparecerá.
Como
vemos, los fuertes vínculos entre las afirmaciones se esclarecen por la
repetición de dos términos clave: «desaparecer» e «imperfecto».
Sin
duda, Pablo también intentó que se incluyera a las lenguas en el significado
del versículo 9, como incluida entre aquellas actividades «imperfectas», pero
omitió una repetición demasiado pedante por razones de estilo. Sin embargo las
lenguas deben entenderse como incluidas dentro del sentido del versículo 9,
pues el versículo 9 es la razón del versículo 8, como muestra la palabra
«porque» (gr. gar).
De esa
manera el versículo 9 debe ofrecer la razón por la cual las lenguas, así como
el conocimiento y la profecía, cesarán. De hecho, la repetición de «y» «y» en
el versículo 8 sugiere que Pablo pudo haber relacionado más dones aquí
(¿sabiduría, sanidad, interpretación?) si hubiera querido.
Así se
pudiera parafrasear 1 Corintios 13:10: «Cuando venga lo perfecto, la profecía y
las lenguas y otros dones imperfectos desaparecerán. El único problema
pendiente es determinar a qué momento se alude con la palabra «cuando». Varios
factores del contexto indican que el momento del retomo del Señor es lo que
Pablo tiene en mente.
(1) Primero, el sentido del versículo 12 parece
requerir que el versículo lo se refiera al momento del regreso del Señor. La
palabra «entonces» (gr. tote) en el versículo 12 ser al momento «cuando llegue
lo perfecto» del versículo 10. Esto se hace evidente al observar el versículo
12: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré
tal y como soy conocido».
¿Cuándo
veremos «cara a cara»? ¿Cuándo conoceremos «tal y como soy conocido»? Estos
eventos solo pueden tener lugar cuando regrese el Señor.
La
frase «ver cara a cara» se utiliza varias veces en el Antiguo Testamento para
referirse a ver a Dios personalmente, no de forma completa o exhaustiva, pues
ninguna criatura finita nunca puede hacer eso, pero aún así personal y
verdaderamente.
De
manera que cuando Pablo dice «pero entonces veremos cara a cara» claramente
quiere decir: «pero entonces veremos a Dios cara a cara: De hecho esa será la
mayor bendición del cielo y nuestro gran gozo por toda la eternidad (Ap 22:4:
«Lo verán cara a cara»).
La
segunda mitad del versículo 12 dice: «Ahora conozco de manera imperfecta; pero
entonces conoceré tal y como soy conocido». La segunda y tercera palabra para
«conocer»-la que se utiliza en: «Entonces conoceré como fui conocido«-es una
palabra algo más fuerte para conocer (gr. epiginosko, pero ciertamente no
implica conocimiento infinito o omnisciencia.
Pablo
no espera conocer todas las cosas, y no dice: «Entonces conoceré todas las
cosas», lo que habría sido fácil de decir en griego." Más bien, quiere
decir que cuando el Señor regrese Pablo espera liberarse de equivocaciones y la
incapacidad para comprender (especialmente para comprender a Dios y su obra)
que forman parte de la vida presente.
Su
conocimiento se asemejará al actual conocimiento que tiene Dios de él porque
este no contendrá falsas impresiones y no estará limitado a lo que es capaz de
percibir en esta era. Pero tal conocimiento solo puede tener lugar cuando
regrese el Señor.
Pero,
¿cuál es la palabra «entonces» a la que se refiere Pablo en el versículo 12?
Pablo
dice: «Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces
conoceré tal y como soy conocido». La palabra «entonces» tiene que aludir a
algo que él ha estado explicando en los versículos anteriores. Primero nos
fijamos en el versículo 11, pero vemos que nada en el versículo 11 puede ser un
tiempo futuro al que Pablo se refiera como «entonces» : «Cuando yo era niño,
hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser
adulto, dejé atrás las cosas de niño».
Todo
esto se refiere al pasado, no al futuro. Habla de acontecimientos pasados en la
vida de Pablo por la vía de ofrecer una ilustración natural y humana de lo que
ha dicho en el versículo 10. Pero nada en el versículo habla de un tiempo
futuro cuando algo ocurrirá.
De
manera que volvemos al versículo 10: «pero cuando llegue lo perfecto, lo
imperfecto desaparecerá». Aquí hay una declaración sobre el futuro. En algún
momento del futuro, Pablo dice que «lo perfecto» llegará, y «lo imperfecto»
desaparecerá, será innecesario. ¿Cuándo ocurrirá esto? Esto es lo que se
explica por medio del versículo 12. Entonces, cuando llegue el momento de lo
perfecto, veremos «cara a cara» y «conoceré tal y como soy conocido».
NOTA: Vea, por ejemplo, Gn 32: 30 y Jueces 6:22 (exactamente
el mismo vocabulario griego que en 1 Co 13:12); Deuteronomio 5:4; 34: 10; Ez.
20:35 (vocabulario muy similar); Éx 33: 11 (el mismo concepto, y el mismo
vocabulario que en algunos de los pasajes precedentes de Hebreos, pero esta vez
con diferente vocabulario en la traducción griega de la Septuaginta).
Griego epignosomai ta panta significaría,
"Conoceré todas las cosas».
Esto
significa que el momento cuando llegue «lo perfecto» debe ser el momento del
regreso de Cristo:" Por consiguiente, podemos parafrasear el versículo 10:
«Pero cuando Cristo regrese, lo imperfecto desaparecerá. 0, para usar nuestra
conclusión anterior de que «lo imperfecto» incluye la profecía y las lenguas,
podemos parafrasear: «Pero cuando Cristo regrese, la profecía y las lenguas (y
otros dones imperfectos) desaparecerán.
Así
tenemos en 1ª Corintios 13: 10 una declaración definitiva sobre el tiempo en
que cesen dones imperfectos como el de profecía: se harán innecesarios o
«desaparecerán» cuando Cristo regrese. Y esto implicaría que ellos continuarán
existiendo y siendo útiles para la iglesia, durante toda la era de la iglesia,
incluyendo hoy, y hasta el día cuando Cristo regrese.
(2) Otra razón del porqué el momento cuando llegue «lo perfecto» es el
momento cuando Cristo regrese se hace también evidente debido al propósito del
pasaje: Pablo intenta enfatizar la grandeza del amor, y al hacerlo quiere
establecer que «el amor jamás se extingue» (1ª Co 13: 8). Para probar este
punto argumenta que permanecerá más allá del momento cuando regrese el Señor, a
diferencia de los presentes dones espirituales.
Esto
ofrece un argumento convincente: el amor es tan fundamental en el plan de Dios
para el universo que perdurará más allá de la transición de esta era a la era
por venir al regreso de Cristo este continuará eternamente.
(3) Una tercera razón del porqué este pasaje se refiere al momento del
regreso del Señor puede hallarse en una declaración más general de Pablo sobre
el propósito de los dones espirituales en la era del Nuevo Testamento. En 1ª
Corintios 1: 7 Pablo vincula la posesión de dones espirituales (gr. charismata
a la actividad de aguardar por el regreso del Señor: «de modo que no les falta
ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro
Señor Jesucristo».
Esto
sugiere que Pablo veía los dones como una provisión temporal dada para facultar
a los creyentes para el ministerio hasta el regreso del Señor. Así este
versículo provee un cercano paralelo al pensamiento de 1 Corintios 13:8-13,
donde la profecía y el conocimiento (y sin duda las lenguas) se consideran, de
manera similar, como útiles hasta que Cristo regrese pero innecesarios después
de ese momento.
Primera
a los Corintios 13: 10, parlo tanto, se refiere al momento del regreso de
Cristo y dice que estos dones espirituales perdurarán entre los creyentes hasta
ese momento. Ello significa que tenemos una clara declaración bíblica de que
Pablo esperaba que estos dones continuaran durante toda la era de la iglesia y
que funcionaran para el beneficio de la iglesia hasta el regreso del Señor.
NOTA: Lo he dicho de esta manera porque, más
precisamente, «lo perfecto» de 1 Ca 13: 10 no es el mismo Cristo, sino un
método de adquirir un conocimiento que es muy superior al conocimiento actual y
una profecía que hace obsoletos estos dos. Cuando llegue lo «perfecto» lo
imperfecto se hace inútil. Pero solo el tipo de conocimiento que Pablo espera
en la consumación final de todas las cosas puede ser tan cualitativamente
diferente del Conocimiento actual que podría proveer este tipo de contraste y
ser llamado «lo perfecto» como opuesto a «lo imperfecto».
A. Carson, Showing the Spirit: A Theological
Exposition of 1a Corinthians 12-14 (Grand Rapids: Baker, 1987), pp.
70-72, ofrece varias razones similares del porqué «cuando llegue 10 perfecto»
debe ser el momento de! Regreso de Cristo (con referencia a otros puntos de
vista, ya la literatura aplicable).
Entre los «cesacionistas» (aquellos que sostienen
que dones como la profecía han «cesado» y no son válidos hoy), algunos, aunque
no todos, están de acuerdo que el tiempo «cuando llegue lo perfecto» debe ser
el momento del regreso de Cristo:
C. OBJECIONES:
Se han
levantado varias objeciones a esta conclusión, usualmente por aquellos que
mantienen que estos dones han cesado en la iglesia y no deben ser utilizados
más.
1. ESTE PASAJE NO
ESPECIFICA CUANDO LOS DONES CESARÁN
La
primera objeción a nuestra conclusión anterior viene del acucioso estudio de
Richard Gaffin, Perspectivas sobre el Pentecostés. Aunque el Dr. Gaffm está de
acuerdo de que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de
Cristo, no piensa que este versículo especifica el momento en que cesen ciertos
dones.
Más
bien piensa que Pablo solamente observa «todo el período hasta el regreso de
Cristo, sin considerar si se interpondrían o no discontinuidades durante el
transcurso de este período».
De
hecho, argumenta Gaffin, el principal propósito de Pablo es enfatizar las
cualidades permanentes de la fe, la esperanza y el amor, especialmente del
amor, y no especificar el momento en el cual algunos dones cesarán. Dice:
Pablo
no intenta especificar el momento cuando cesará cualquier modalidad particular.
Lo que
sí declara es el fin del actual conocimiento fragmentario del creyente cuando
«lo perfecto» llegue. El momento en que cesen la profecía y las lenguas es una
cuestión abierta en lo que a este pasaje concierne y tendrá que decidirse sobre
la base de otros pasajes y consideraciones.
También
dice que, además de la profecía, las lenguas y el conocimiento, Pablo podría
haber añadido también «escrituración»-y si hubiera hecho esto, la lista habría
incluido un elemento que cesó mucho antes del regreso de Cristo.
(Inscripturación
es el proceso de redactar Escritura). De esta manera, concluye Gaffin, esto
sería válido también para otros en la lista.
En
respuesta a esta objeción debe decirse que no hace justicia a las palabras
reales del texto. Los evangélicos han insistido (y sé que el Dr. Gaffin está de
acuerdo con esto) que los pasajes de la Escritura no solo son ciertos en la
proposición principal de cada pasaje, sino también en los detalles menores que
se exponen. El propósito principal del pasaje puede muy bien ser que el amor
permanece para siempre, pero otro aspecto, y ciertamente uno importante
también, es que el versículo 10 afirma no solo que estos dones imperfectos
desaparecerán alguna vez, sino que desaparecerán (cuando llegue lo perfecto).
Pablo especifica un determinado momento:
«Cuando
llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá». Pero el Dr. Gaffm parece
alegar que Pablo no dice esto en realidad. Pero la fuerza de las palabras no
puede obviarse afirmando que el tema principal del contexto más amplio es algún
otro.
Por lo
demás, la sugerencia del Dr. Gaffin no parece encajar con la lógica del pasaje.
De acuerdo con el argumento de Pablo es específicamente la llegada de «lo
perfecto», lo que deja atrás la profecía, las lenguas y el conocimiento, porque
entonces hay una vía nueva y muy superior de aprender y conocer las cosas «tal
y como soy conocido».
Pero
hasta ese momento, la nueva y superior vía de conocimiento no ha llegado, y por
lo tanto, estos dones imperfectos son todavía válidos y útiles. Por último, es
algo precario poner mucho énfasis en algo que pensarnos que Pablo puede haber
dicho pero que de hecho no dijo. Decir que Pablo pudo haber incluido
«escrituración' en esta lista significa que Pablo podría haber escrito:
«Cuando
Cristo regrese, la escrituración cesará». Pero no puedo creer en absoluto que
Pablo podría haber escrito esa declaración, pues habría sido falsa-de hecho,
una falsa profecía en las palabras de la Escritura. Porque la «escrituración»
cesó hace mucho tiempo, cuando se escribió el libro de Apocalipsis por el
apóstol Juan.
De esa
manera, las objeciones del Dr. Gaffin no parecen refutar nuestras conclusiones
sobre 1ª Corintios 13: 10. Si «lo perfecto» se refiere al momento del regreso
de Cristo, entonces Pablo dice que dones tales como la profecía y las lenguas
cesarán en ese momento, y por consiguiente implica que continúan durante la era
de la iglesia.
2 «CUANDO LLEGUE LO PERFECTO» DE 1ª CORINTIOS 13: 10 SE REFIERE A UN
MOMENTO ANTERIOR AL MOMENTO DEL REGRESO DEL SEÑOR
Aquellos
que hacen esta segunda objeción argumentan que «cuando llegue lo perfecto»
significa una de las siguientes cosas, como «cuando la iglesia madure» o
«cuando se complete la Escritura» o «cuando se incluya a los gentiles en la
iglesia».
Probablemente
la más cuidadosa expresión de este punto de vista se encuentra en el libro de
Robert L. Reymond, What About Continuing Revelations and Mirades in the
Presbyterian Church Today? [«Qué sobre
continuar con los milagros y las revelaciones en la iglesia presbiteriana de
hoy»], pero otra clara manifestación de una posición similar Se encuentra en el
libro de Walter Chantry, Signs ofthe Apóstoles [«Señales de los apóstoles»].
El
argumento de Chantry se apoya en el hecho de que dondequiera en 1 Corintios la
palabra que aquí se traduce como «perfecto» (gr. teleios se usa para referirse
a la madurez humana (1ª Co 14:20, en «maduros en el modo de pensar») o a la
madurez en la vida cristiana (como en 1ª Co 2:6).
Pero
aquí debemos notar de nuevo que la palabra no tiene que ser utilizada para
referirse a la misma cosa cada vez que se emplea en la Escritura-en algunos
casos teleios puede referirse a hombría «madura» o «perfecta», en otros casos
algún otro tipo de «integridad» o «perfección». La palabra teleios se utiliza
en Hebreos 9: 11, por ejemplo, para referirse a la «tienda más perfecta»-pero
por eso no podemos concluir que «perfecto» en 1ª Corintios 13: 10 debe
referirse a una tienda perfecta. El referente preciso de la palabra debe
determinarse por el contexto individual, y allí, como hemos visto, el contexto
indica que «cuando llegue lo perfecto» se refiere al momento del regreso de
Cristo.
El
argumento del Dr. Raymond es algo diferente. Él razona como sigue:
(A) Las cosas «imperfectas» mencionadas en los versículos 9-10 la profecía,
las lenguas, y el conocimiento son medios incompletos de revelación, «todos
relativos a la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia».
(B) «Lo perfecto» en este contexto debe referirse a algo de igual categoría
que las cosas «imperfectas».
(C) Por consiguiente «lo perfecto» en este contexto debe referirse a un
medio de revelación, pero uno completo. Y este medio de revelación completo
significa la manifestación de la voluntad de Dios a su iglesia en la Biblia.
(D) Conclusión: «Cuando llegue lo perfecto» se refiere exactamente al
momento cuando se complete el canon de la Biblia.
Raymond
anota que no dice que «lo perfecto» se refiere exactamente al canon de las
Escrituras, sino más bien «a la conclusión del proceso de la revelación» que
dio lugar a las Escrituras. Y en respuesta a la objeción de que el «entonces
veremos cara a cara» del versículo 12 se refiere a ver a Dios cara a cara,
responde que puede que este no signifique esto, sino que puede simplemente
significar ver «claramente» lo opuesto a «oscuramente».
En
respuesta, debe decirse que este argumento, aunque cuidadoso y consistente en
sí mismo, todavía depende de una suposición previa que es realmente el punto en
cuestión en toda esta discusión: la autoridad de la profecía del Nuevo
Testamento y los dones relacionados. Una vez que Reymond asume que la profecía
(y las lenguas y el tipo de «conocimiento» mencionado aquí) son una revelación
que tiene la calidad de Escritura, se compone todo el argumento. Este se puede
remodelar como sigue:
(A) La profecía y las lenguas son una revelación que tienen la calidad de
Escritura.
(B) Por consiguiente todo este pasaje trata de una revelación que tiene la
calidad de Escritura.
(C) Por consiguiente «lo perfecto» se refiere a la perfección o conclusión
de una revelación que tiene calidad de Escritura, o la conclusión de la
Escritura.
En un
argumento como ese la suposición inicial determina la conclusión. Sin embargo,
antes que pueda formularse la suposición, hace falta demostrarla a través de un
análisis inductivo de los textos del Nuevo Testamento sobre la profecía."
Pero,
hasta donde sé, no se ha hecho esa demostración inductiva de la autoridad con
calidad de Escritura de la profecía congregacional del Nuevo Testamento.
Por
otra parte, hay algunos otros factores en el texto de 1ª Corintios 13: 8-13 que
es dificil reconciliar con la posición de Reymond. El uso regular de «ver cara
a cara» en el Antiguo Testamento como una expresión que indica no solo ver con
claridad sino ver a Dios personalmente (vea arriba) sigue sin explicar.
Y el
hecho de que Pablo se incluya a sí mismo en la expresión: «Entonces veremos
cara a cara» y «entonces conoceré tal y como soy conocido» hace dificil ver
estas frases como referencias al momento de conclusión de la Escritura. ¿Piensa
realmente Pablo que cuando los otros apóstoles terminen por fin sus contribuciones
al Nuevo Testamento él experimentará de pronto tal cambio en su conocimiento
que conocerá tal y como es conocido, y pasará de ver, de forma velada, como en
un espejo, a ver cara a cara?
Además
de los puntos de vista de Reymond y Chantry, ha habido otros intentos de ver
«cuando llegue lo perfecto» como algún momento antes del regreso de Cristo,
pero no los trataremos aquí. Todos esos puntos de vista se detienen en el
versículo 12, donde Pablo implica que los creyentes verán a Dios «cara a cara»
«cuando llegue lo perfecto». No se puede decir esto sobre el momento sugerido
en ninguna de estas propuestas.
La
propuesta sobre la conclusión del canon de la Escritura del Nuevo Testamento
(el grupo de escritos que llegaron a ser incluidos en el Nuevo Testamento)
tampoco se ajusta al propósito de Pablo en el contexto. Si tomamos el año 90
d.C. como fecha aproximada de la redacción del Apocalipsis, el último libro del
Nuevo Testamento escrito, entonces la final redacción de Escritura llegó cerca
de treinta y cinco años después que Pablo escribió 1ª Corintios (alrededor de
55 d.C.).
¿Pero
sería convincente argumentar como sigue: «Podemos estar seguros que el amor
nunca se extinguirá, porque sabemos que durará más de treinta y cinco años?»
Muy a duras penas seria esto un argumento convincente. Más bien, el contexto
requiere que Pablo esté comparando esta era con la era por venir, y diciendo
que el amor perdurará hasta la eternidad.33 De hecho, vemos un procedimiento
similar en otros lugares de 1ª Corintios.
Cuando
Pablo quiere demostrar el valor eterno de algo, lo hace argumentando que ello
durará hasta el día del regreso del Señor (cf. 1ª Co 3: 13-15; 15: 51-58).
Comparativamente, la profecía y otros dones no se mantendrán más allá de ese
día.
Por
último, estas propuestas no encuentran ningún apoyo en el contexto inmediato.
En
tanto que el regreso de Cristo se menciona claramente en el versículo 12,
ningún versículo de esta sección dice nada sobre la conclusión de la Escritura
o de una colección de los libros del Nuevo Testamento o de la inclusión de los
gentiles en la iglesia o la «madurez» de la iglesia (cualquier cosa que esto
signifique-¿está la iglesia realmente madura aún hoy?
Todas
estas sugerencias introducen nuevos elementos que no se encuentran en el contexto
o reemplazan el único elemento el regreso de Cristo que en realidad ya está
justo allí en el contexto. De hecho, Richard Gaffin, el mismo que sostiene que
el don de la profecía no es válido hoy en día, dice sin embargo que «lo
perfecto» en el versículo 10 Y el «entonces» del versículo 12 «se refieren sin
duda al momento del regreso de Cristo.
El
punto de vista de que ellos describen el momento en el que se termina el canon
del Nuevo Testamento no se puede convalidar exegéticamente».
NOTA: Algunos argumentan que la fe y la esperanza
no se mantendrán en el cielo, así que 1ª Co 13: 13 solo significa que la fe y
la esperanza permanecerán hasta, no más allá, del regreso de Cristo. Sin
embargo, si la fe es dependencia de Dios y confianza en él, y si esperanza es
una espera confiada en bendiciones futuras que se recibirán de Dios, entonces
no hay motivo para pensar que dejaremos de tener fe y esperanza en el cielo. !
Y la excelente discusión de Carson sobre la fe, la esperanza y el amor como
«virtudes eternamente permanentes» en Showing the Spirit, pp. 74-75.)
El Dr.
D. Martín Lloyd-Jones observa que el punto de vista que equipara «cuando lo
perfecto llegue» al momento de la conclusión del Nuevo Testamento encuentra
otra dificultad:
Esto Significa Que Usted Y Yo, Que Tenemos Las Escrituras Abiertas Ante
Nosotros, Sabemos Mucho Más De La Verdad De Dios Que El Apóstol Pablo.
Significa Que Todos Nosotros Somos Superiores... ¡Aun Que Los Propios
Apóstoles, Incluyendo El Apóstol Pablo! Significa Que Ahora Estamos En Una
Posición En La Cual «Conocemos, Tal Y Como Somos Conocidos» Por Dios.
Ciertamente, Solo Hay Una Palabra Para Describir Tal Punto De Vista: Es Un
Absurdo."
Juan
Calvino, al referirse a 1 Corintios 13:8-13, dice: «Es algo estúpido que la
gente haga que todo en esta discusión se aplique al tiempo intermedio).
2. ¿LA CONTINUACIÓN HOY DE LA PROFECÍA PONDRÍA A PRUEBA LA SUFICIENCIA DE
LA ESCRITURA?
A. LA AUTORIDAD DEL DON DE
PROFECÍA:
Aquellos
que adoptan un punto de vista (cesacionista) argumentan que una vez que se
escribió el último libro del Nuevo Testamento (probablemente el libro de
Apocalipsis alrededor de 90 d.C.), no hubo más (palabras de Dios) pronunciadas
o escritas en la iglesia.
Esto
es esencialmente relevante para el don de profecía, de acuerdo con la posición
cesacionista, porque desde ese momento la Escritura era la fuente completa y
suficiente de las palabras de Dios para su pueblo. Añadir algunas palabras más
a partir de continuadas expresiones proféticas sería, en efecto, añadir Escritura
o competir con la Escritura. En ambos casos, se pondría a prueba la suficiencia
de la Escritura en sí misma y, en la práctica, se comprometería su autoridad
única en nuestras vidas.
Ahora
si la profecía congregacional del Nuevo Testamento tenía la autoridad de la
profecía del Antiguo Testamento y las palabras apostólicas del Nuevo, entonces
esta objeción cesacionista sería ciertamente verdadera. Si los profetas de hoy
en día, por ejemplo, pronunciaron palabras que supiéramos eran las propias
palabras de Dios, estas palabras tendrían la misma autoridad que la Escritura,
y estaríamos obligados a tomar nota de ellas y añadirlas a nuestras Biblias
cada vez que las oyéramos.
Pero
si estamos convencidos que Dios cesó de dictar Escritura cuando el libro de
Apocalipsis concluyó, entonces tenemos que decir que este tipo de discurso, que
profiere las propias palabras de Dios, no puede darse hoy y cualquier
pretensión de poseer (nueva) Escritura, (nuevas) palabras de Dios, debe ser
rechazado como falso.
Esta
cuestión es muy importante, porque la pretensión de que la profecía
congregacional del Nuevo Testamento tiene igual autoridad que la Escritura es
la base de muchos argumentos cesacionistas. Pero se debe notar que los propios
cesacionistas no parecen ver la profecía de esa manera. George Mallote escribe:
«Que yo sepa, ningún cesacionista de la tendencia principal del cristianismo
pretende que la actual revelación se equipara a la Escritura».
Quizás
sería bueno que aquellos que arguyen contra la continuación de la profecía hoy
presten atención con más simpatía a los más responsables autores carismáticos,
simplemente con el propósito de ser capaces de responder a algo que los
carismáticos realmente creen (aun que no se exprese siempre de una forma
teológica precisa), en lugar de responder a algo que los cesacionistas dicen
que los carismáticos creen o dicen que los carismáticos deben creer.
Aún
más, aparte de la cuestión de las creencias o prácticas actuales, he argüido
extensamente en algún otro sitio que la profecía congregacional ordinaria en
las iglesias del Nuevo Testamento no tiene la autoridad de Escritura. Esta no
se expresaba en palabras que eran las propias palabras de Dios, sino más bien
como palabras meramente humanas. y debido a que tienen esta menor autoridad, no
hay razón para pensar que no se mantendrían en la iglesia hasta el regreso de
Cristo.
Ellas
no amenazan o compiten con la Escritura en autoridad sino están sujetas a la
Escritura, así como al discernimiento maduro de la congregación.
B. LA CUESTIÓN DE LA
ORIENTACIÓN:
Otra
objeción se plantea a veces en este punto. Algunos argumentarán que aun si
aquellos que utilizan el don de profecía hoy dicen que este no tiene la misma
autoridad que la Escritura, de hecho compite en sus vidas con la Escritura y hasta
la reemplaza al ofrecer orientación sobre la voluntad de Dios. De ese modo, la
profecía hoy, se dice, desafía la doctrina de la suficiencia de la Escritura
como una guía en nuestras vidas.
Aquí
se debe admitir que en la historia de la iglesia se han cometido muchos
errores. John MacArthur señala la forma en la cual la idea de ulteriores
revelaciones han dado lugar a muchos movimientos heréticos en la iglesia.
Pero
aquí el asunto debe ser: ¿Son necesarios los abusos para el funcionamiento del
don de profecía? Si vamos a argüir que los errores y excesos de un don
invalidan el don en sí mismo, entonces tendríamos que rechazar también las
enseñanzas bíblicas (porque muchos maestros de Biblia han enseñado errores e
iniciado sectas), e igual con la administración de la iglesia (pues muchos
líderes de la iglesia han descarriado gente), y cosas por el estilo. El abuso
de un don no significa que debamos prohibir su uso apropiado, a menos que pueda
demostrarse que no puede haber un uso apropiado-que todo uso es abuso:
Por
otra parte, específicamente con respecto a la orientación, resulta bueno notar
lo cuidadosos que son muchos movimientos carismáticos sobre el uso de la
profecía a la hora de ofrecer una orientación específica. Varias citas
ilustrarán este punto.
Michae1
Harper (Iglesia de Inglaterra):
Las Profecías Que Les Dicen A Otras Personas Lo Que Deben Hacer, Deben
Tomarse Con Mucho Recelo."
Dennis
y Rita Bennett (Episcopales Americanos):
También Debemos Tener Cuidado Con La Profecía Personal Que Ofrece Directrices,
En Especial Fuera Del Ministerio De Un Hombre Maduro Y Sometido A Dios. La
«Profecía Personal» Irrestricta Hizo Mucho Para Socavar El Movimiento Del
Espíritu Santo Que Comenzó A La Vuelta Del Siglo. Los Cristianos Se Dan
Mensajes Unos A Otros «En El Señor» Y Estos Mensajes Pueden Ser En Extremo
Refrescantes Y Útiles, Pero Tiene Que Haber Un Testigo Del Espíritu Por Parte
De La Persona Que Recibe El Mensaje, Y Se Debe Emplear Extrema Cautela Al
Recibir Cualquier Supuesta Orientación O Predicción Profética.
Nunca Acometa Ningún Proyecto Simplemente Porque Se Le Comunicó A Través
De Un Presunto Pronunciamiento Profético O Interpretación De Lenguas, O Por
Medio De Una Presunta Palabra De Sabiduría O Conocimiento. Nunca Haga Nada Solo
Porque Un Amigo Se Le Acerca Y Le Dice: «El Señor Me Comunicó Que Le Dijera Que
Hiciera Esto O Aquello». Si El Señor Tiene Instrucciones Para Usted, Él Le Dará
Testimonio En Su Propio Corazón, En Cuyo Caso Las Palabras Que Provienen De Un
Amigo... Serían Una Confirmación De Lo Que Dios Ya Le Ha Estado Revelando. Su
Orientación Debe También Concordar Con La Escritura.
NOTA: Puede que algunos objeten que en la profecía
hay más potencial para el abuso que en otros dones porque la idea de que Dios
puede revelar cosas a las personas hoy (en las profecías) inevitablemente
conduce a una rivalidad con la autoridad de la Escritura. Como respuesta, se
pueden aducir tres cosas:
(1) Las enseñanzas sobre la naturaleza falible de
todas las profecías contemporáneas no han sido tan extensas como hubiera sido
necesario para prevenir abusos, especialmente a nivel popular, entre grupos que
permiten hoy la profecía. Por lo tanto ha habido un mayor mal uso de la
profecía de lo que debía haber habido.
Aun cuando se han hecho fuertes advertencias, pocas
veces se ha ofrecido una explicación de cómo la profecía puede venir de Dios
pero que no tiene aun igual autoridad que las palabras de Dios-esto es, muy
pocos autores pentecostales o carismáticos han explicado la profecía como una
comunicación humana de algo que Dios le ha traído espontáneamente a la mente a
una persona (el punto de vista que defiendo en el capítulo 53). (Sin embargo,
vea las útiles advertencias de varios autores carismáticos en los párrafos que
siguen al texto anterior).
(2) Simplemente no es verdad que enseñarle a una
congregación que la profecía debe estar siempre sujeta a la Escritura
inevitablemente conduce a las personas a exaltar las profecías por encima de la
Escritura. Esto ocurrirá donde se descuidan esas enseñanzas, no donde se
propagan.
(3) Si la Biblia de hecho enseña que se puede
esperar hoy la continuación de la profecía de una forma que no impugna la
autoridad de la Escritura, entonces no tenemos la libertad de rechazarla porque
reconozcamos un potencial abuso de ella. (Otros dones poseen un potencial para
el abuso en arras áreas.) Antes bien, debemos alentar el don y hacer lo mejor
que podamos para prevenir los abusos.
Donald
Gee (Asambleas de Dios):
[Hay]
problemas graves planteados por el hábito de dar y recibir «mensajes»
personales de orientación a través de los dones del Espíritu. La Biblia da
cabida a tal dirección del Espíritu Santo. Pero esta debe mantenerse dentro de
ciertas proporciones. Un examen de las Escrituras nos mostrará que en realidad
los primeros cristianos no recibían continuamente tales voces del cielo. En la
mayoría de los casos tomaban sus decisiones utilizando lo que a menudo llamamos
«el consagrado sentido común» y vivían vidas bastante normales.
Muchos
de nuestros errores concernientes a los dones espirituales se originan cuando
queremos que lo extraordinario y excepcional se convierta en lo frecuente y
habitual. Estemos avisados todos los que desarrollamos un ansia excesiva
«mensajes» a través de los dones del naufragio de las generaciones pasadas así
como de las contemporáneas. Las Santas Escrituras son una lámpara a nuestros
pies y una luz en nuestro sendero'"
Por
otro lado, aun entre los cesacionistas muy reformados, existe cierta
disposición a admitir algún tipo de «iluminación» continuada del Espíritu Santo
en la vida de los creyentes. Por ejemplo, el profesor del Seminario de
Westminster, Richard Gaffin, dice:
A
menudo también, lo que se ve como profecía es en realidad una espontánea
aplicación de la Escritura elaborada por el Espíritu, una más o menos súbita
aprehensión de la relevancia que tiene la enseñanza bíblica sobre una situación
o problema particular. Todos los cristianos necesitan ser receptivos a estas
más espontáneas obras del Espíritu. «Y Robert Reymond define iluminación como
«la capacitación de los cristianos en general por el Espíritu Santo para
comprender, recordar y aplicar las Escrituras que han estudiado»
Pero
si estos autores aceptan la presente actividad de capacitación de los
cristianos por el Espíritu Santo para «comprender» o «recordar» o «aplicar» o
«asimilar» las enseñanzas de la Escritura, entonces no parece que hay una gran
diferencia en principio entre lo que ellos dicen y lo que muchos movimientos
carismáticos hacen (aun cuando probablemente queden algunas diferencias sobre
las funciones precisas de la profecía como orientación; pero esto no es tanto
una diferencia sobre la profecía como sobre la orientación en general, y en
particular sobre la forma en que la orientación de la Escritura se relaciona
con la orientación de la advertencia, el consejo, la conciencia, las
circunstancias, los sermones, etc.).
El
punto más importante es que lo que Gaffin y Reymond llaman aquí «iluminación»,
el Nuevo Testamento parece denominarlo una «revelación», y lo que llamarían una
comunicación verbal de tal iluminación, el Nuevo Testamento parece llamarlo una
«profecía».
Así
que me pregunto si habría espacio para más reflexiones comunes en esta área.
Los carismáticos deben darse cuenta que los cesacionistas están dudosos sobre
el alcance y frecuencia de tal «iluminación», tanto si es correcto llamarla
profecía del Nuevo Testamento, como si en realidad tiene valor para la iglesia,
y si se la debe buscar.
Y los
cesacionistas deben darse cuenta que su propia doctrina altamente desarrollada
y cuidadosamente formulada sobre la suficiencia de la Escritura como guía no la
comparten o aun comprenden a menudo muchos evangélicos, incluyendo aquellos que
forman parte del movimiento carismático. Sin embargo, quizá la idea reformada
de «iluminación» permita lo que ocurre hoy con la profecía, y provea una vía
para entenderla como algo que no se ve como un desafío a la suficiencia de la
Escritura.
¿Qué
debemos entonces concluir sobre la relación entre el don de profecía y la
suficiencia de la Escritura? Debemos decir que apreciamos el deseo de los
cesacionistas de proteger la singularidad de la Escritura y no permitir que
nada compita con su autoridad en nuestras vidas. También debemos estar
agradecidos del deseo de los cesacionistas de que los cristianos comprendan y
sigan sólidos principios en la orientación de sus vidas cotidianas, y no se
desvíen hacia un área de excesivo subjetivismo que no tenga incorporados los
controles de la Escritura.
Por
otro lado, existe ciertamente un peligro que acompaña al punto de vista
cesacionista si este está equivocado aquí. Se trata del peligro muy real de
oponerse a algo que Dios hace en la iglesia hoy en día y dejar de glorificarlo
por esa obra. Dios es celoso de sus obras y busca la gloria de ellas para sí
mismo, y nosotros debemos orar constantemente no solo para que siga impidiendo
que respaldemos el error, sino también para que impida que nos opongamos a algo
que proviene genuinamente de él.
3. ¿ESTABAN LIMITADOS LOS DONES MILAGROSOS A LOS APÓSTOLES Y SUS
COMPAÑEROS?
Otro
argumento cesacionista es que los dones milagrosos estaban limitados a los
apóstoles y sus compañeros cercanos. Como he discutido este argumento
extensamente en el capítulo 17, no repetiré la discusión aquí.
4. ¿ACOMPAÑARON LOS DONES MILAGROSOS SOLO A LA DISPENSACIÓN DE NUEVA
ESCRITURA?
Otra
objeción es decir que los dones milagrosos acompañaron la dispensación de
Escritura, y como no hay nueva Escritura que se dispense hoy, no debemos
esperar hoy nuevos milagros.
Pero
como respuesta a eso debe decirse que este no es el único propósito de los
dones milagrosos. Como señalamos en el capítulo 17, los milagros tienen otros
propósitos en la Escritura:
(1) Validan el mensaje del evangelio a lo largo de la
era de la iglesia;
(2) Ayudan a aquellos que están en necesidad, y así muestran la
misericordia y el amor de Dios; capacitan a las personas para el ministerio; y:
(3) Glorifican a Dios.
También
debemos notar que no todos los milagros acompañan la dispensación de Escritura
adicional. Por ejemplo, los ministerios de Elías y Eliseo estuvieron marcados
por varios milagros en el Antiguo Testamento, pero ellos no escribieron libros
o secciones de libros en la Biblia. En el Nuevo Testamento, ocurrieron muchos
milagros que no estuvieron acompañados por la dispensación de Escritura.
Tanto
Esteban como Felipe en el libro de Hechos hicieron milagros pero no escribieron
Escritura. Hubo profetas en Cesarea (Hch 21: 4) y Tiro (Hch 21: 9-11) y Roma
(Ro 12:6) y Tesalónica (1ª Ts 5: 20-21) y Éfeso (Ef. 4:11) y las comunidades
alas que estuvo dirigida 1ª Juan (1ª Jn 4: 1-6) que no produjeron Escritura.
Aparentemente
hubo muchos milagros en las iglesias de Galacia (Gá 3: 5). Hubo muchas cosas
milagrosas que ocurrieron en Corinto (1ª Co 12: 8-10), pero en 1 Corintios
14:36 Pablo niega que alguna Escritura haya salido de la iglesia de Corinto.48
y Santiago espera que de las manos de los ancianos salgan milagros en todas las
iglesias a las que escribe (vea Stg 5: 14-16).
Es un
hecho histórico que los dones milagrosos cesaron temprano en la historia de la
iglesia? Algunos cesacionistas han argumentado que los dones milagrosos cesaron
de hecho cuando murieron los apóstoles. Por esta razón, se arguye, no debe
haber hoy dones milagrosos. B. B. Warfield argumentaron esto extensamente en su
libro, Conterfeit Miracles:
En
respuesta, debe decirse primero que la premisa que acaba de postularse es muy
dudosa sobre bases históricas. Hay crecientes pruebas históricas' o de que los
dones milagrosos tuvieron lugar a lo largo de la historia de la iglesia en
mayor o menor grado, aun cuando se descuenten las afirmaciones exageradas o
evidentemente espurios.
NOTA: Banner of Truth, London, 1972 (reimpresión de
la edición de 1918). Debe notarse que el argumento de Warfield, aunque
frecuentemente citado, es realmente una encuesta histórica, no un análisis de
los textos bíblicos.
Por otra parte, el propósito de Warfield no era
refutar ningún uso de los dones espirituales entre cristianos como muchos de
esos que integran los movimientos carismáticos hoy, cuyas doctrinas (en todas
las cuestiones que se apartan de los dones espirituales) y cuya afiliación
eclesiástica los coloca en la corriente principal del protestantismo
evangélico. Antes bien, Warfield refutaba las espurias proclamaciones de
milagros procedentes de algunas ramas
Del catolicismo romano en varios periodos de la
historia de la iglesia, y de varias sectas heréticas (Warfield incluye una
discusión sobre los seguidores de Edgard lrving [1792-1834], que se desviaron
hacia enseñanzas excéntricas y fueron excomulgados por la Iglesia de Escocia en
1833). Está abierto a discusión si los modernos cesacionistas tienen derecho a
declarar que tienen el apoyo de Warfield cuando se oponen a algo que es muy
diferente en la vida y la doctrina a aquello que Warrfield combatió.
A
menudo se registran las curaciones y otros tipos de respuestas milagrosas a las
oraciones. Hubo también gente que decían ser profetas durante toda la historia
de la iglesia primitiva. El problema era que demasiado frecuentemente
malentendían su don, u otros lo malentendían, de manera que sus
pronunciamientos se tomaban (erróneamente) como palabras literales de Dios.
Algunas
veces se les toleraría, y algunas veces se convertirían en una amenaza
demasiado grande para el liderazgo establecido de las iglesias y comenzarían a
crear grupos disidentes, ya no bajo la autoridad restrictiva y valorativa de
las iglesias establecidas.
Entonces
también, otros pueden haber tenido «revelaciones» que les dispensaron, las
cuales no manifestaron, o que simplemente incluyeron sin comentario en una
oración, o en un sermón o palabra de exhortación, o en la letra de un himno o
alguna literatura devocional.
Debería
estar claro que cuando Pablo dice: «Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá» (1ª Co 13:10), no estaba diciendo nada sobre la relativa
frecuencia de los dones milagrosos en la historia de la iglesia. Eso estaría
sujeto a muchas variaciones de acuerdo con la madurez espiritual y vitalidad de
la iglesia en distintos períodos, el grado en que estos dones se buscaron como
una bendición o se rechazaron como una herejía, la frecuencia en la que las
reuniones de la iglesia normalmente hicieron provisión para el ejercicio de
estos dones, el grado en que la naturaleza de estos dones se comprendió
correctamente, y, sobre todo esto, la obra soberana del Espíritu Santo al
distribuir dones a la iglesia.
No
obstante, de lo que Pablo habla es de la abolición total y final de estos dones
que se producirá por iniciativa divina al regreso de Cristo. Y dice que piensa
que hasta el momento del regreso de Cristo estos dones estarán disponibles para
ser utilizados al menos en alguna medida, y que el Espíritu Santo continuará
distribuyendo estos dones entre la gente. Calvino nota la abundancia de dones
espirituales en los días de Pablo y entonces comenta (sobre 1ª Co 14: 32):
Hoy Vemos Nuestros Escuálidos Recursos, Nuestra Real Pobreza; Pero Esto
Es Sin Duda El Castigo Que Merecemos, Como Recompensa Por Nuestra Ingratitud.
Porque Las Riquezas De Dios No Están Agotadas, Ni Su Liberalidad Ha Disminuido;
Pero Nosotros No Somos Merecedores De Su Dadivosidad, O Capaces De Recibir Todo
Lo Que Él Generosamente Da.
NOTA: Debemos damos cuenta de que a menos que la
gente entienda la profecía como e! reporte falible de algo que Dios pone
espontáneamente en nuestra mente, será muy dificil para la iglesia alentar o
aun tolerarla. Si la profecía se basa en algo que Dios nos trae de pronto a la
mente, sería eventualmente muy fácil que profetas cristianos, por buenos o
malos motivos, comiencen a reclamar no solo que han recibido una «revelación»
de Dios o Cristo, sino también que hablaban con una autoridad similar a la de
la Escritura.
Esto aparentemente sucedió, por lo menos en e!
montanismo (segundo siglo d. C) y probablemente en muchos otros casos también.
Por supuesto, si estos profetas comenzaban a promover ideas heréticas, la
reacción del resto de la iglesia seria eventualmente la de expulsarlos a todos:
alguien que dice tener absoluta autoridad divina sería eventualmente aceptado o
rechazado; no podría ser meramente tolerado.
Pero junto a este rechazo de los profetas que
malinterpretaron su estatus hubo quizá también un rechazo al don de profecía,
de manera que el fallo de parte de la propia iglesia de comprender la
naturaleza del don de profecía puede haber sido la causa de una casi completa
supresión de por lo menos la expresión pública del don de profecía en la iglesia.
6. ¿SON HOY LOS DONES MILAGROSOS LO MISMO QUE LOS DONES MILAGROSOS EN LA
ESCRITURAS?.
Otra
objeción adicional a la continuación de los milagros hoy en día es decir que
los alegados milagros de hoy no son como los milagros en la Escritura porque
son mucho más débiles y a menudo solo parcialmente efectivos.
En
respuesta a esta objeción debemos preguntar si realmente importa si los
milagros de hoy son exactamente más poderosos que aquellos que ocurrieron en
tiempos del Nuevo Testamento. Debido a una cosa, tenemos muy poca información
sobre el tipo de milagros realizados por cristianos ordinarios en varias
congregaciones, tales como los cristianos de Corinto o en las iglesias de
Ga1acia.
Por
otra parte, aunque en los evangelios se registran los notables milagros
realizados por Jesús, cuando éste sanó «toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 9:
35) ellos deben haber incluido a muchos con enfermedades menos serias. Debemos
también preguntar cuál es el beneficio que se espera al objetar que los
milagros de hoy no son tan poderosos como aquellos de la Escritura.
Si hoy
solo se convierten trescientos en una reunión evangelística en lugar de los
tres mil convertidos el día de Pentecostés (Hech. 2: 41), ¿deberíamos decir que
el orador no tenía realmente el don de la evangelización, ya que el don no
operó tan poderosamente como lo hizo con los apóstoles?
O si
solo el 30 por ciento de las personas por las que oramos en relación con
enfermedades físicas se curan por completo en lugar del 100 por ciento en la
vida de Jesús o de los apóstoles, ¿deberíamos decir que este no es el don de
sanidad del Nuevo Testamento?
Debemos
recordar que los dones pueden variar en fuerza y que ningún don es perfecto en
esta era. ¿Pero ello significa que deberíamos dejar de utilizar todos estos
dones, u oponemos a ellos donde vemos que funcionan con algún grado de
efectividad? ¿No debíamos alabar a Dios si se convierten 300 en lugar de los
tres mil, o si el 30 por ciento son sanados en lugar del 100 por ciento de
aquellos por los cuales oramos? ¿No se ha hecho la obra del Señor?
Si la
cantidad no es tan grande como en los tiempos del Nuevo Testamento, entonces
deberíamos pedir al Señor más gracia y misericordia, pero no parece apropiado
renunciar a utilizar estos dones u oponemos aquellos que los utilizan.
NOTA: La cifra de un 30 por ciento es simplemente
un ejemplo con propósitos ilustrativos, pero se acerca a dos recientes
tabulaciones concernientes a personas que recibieron oraciones por sanidad. Una
tabulación se encuentra en David C. Lewis. Healing: Fiction, Fantasy, or Factr
(Hodder and Stroughton, London, 1989), una investigación académica de 1,890
personas que asistieron a una de las conferencias de John Wimber en Harrogate,
Inglaterra, en 1986.
Al autor es un antropólogo social que preparó un
detallado cuestionario llenado por las personas durante la conferencia, y
entonces siguió varios meses más tarde algunos casos seleccionados al azar. De
862 casos de oración por curaciones físicas, 32 por ciento (o 279) reportaron
una «excelente» sanidad o una «sanidad total». Otro 26 por ciento (o 222)
reportó una sanidad «satisfactoria». El 42 por ciento restante (o 366) reportó
una «pequeña» o «ninguna cura» (pp. 21-22).
Muchos estudios de caso se reportan en detalle, en
varias instancias con informes médicos que se citan en extenso. Todos los
problemas físicos por los que se oró se relacionan en una apéndice detallado
(pp. 276-83). (Estos problemas físicos se distinguen de la oración por
problemas espirituales tales como sanidad interior o liberación de algo, que
Lewis tabula separadamente).
La otra tabulación se halla en John Wimber, Power
Healing, p. 188, quien dice que, de las personas que recibieron extensamente
oraciones por sanidad en su iglesia: «Durante 1986 el treinta y dos por ciento
de todas las personas por las que se oró fueron sanadas completamente, mientras
que en su conjunto el ochenta y seis por ciento dieron pruebas de alguna
sanidad significativa».
7. ¿ES PELIGROSO PARA UNA IGLESIA DAR CABIDA HOYA LA POSIBILIDAD DE DONES
MILAGROSOS?
Una
objeción final desde la posición cesacionista es decir que la iglesia que hace
énfasis en el uso de dones milagrosos está en peligro de perder el equilibrio,
y que probablemente descuidará otras cosas importantes tales como la
evangelización, la sana doctrina y la pureza moral de la vida.
Decir
que el uso de dones milagrosos es «peligroso» no es en sí misma una crítica
adecuada, porque algunas cosas que son buenas son peligrosas, al menos en algún
sentido. El trabajo misionero es peligroso. Manejar un automóvil es peligroso.
Si
definimos peligroso como «algo que puede salir mal», entonces podemos criticar
cualquier cosa que alguien haga como «peligrosa», y esto sencillamente se
convierte en una crítica generalizada cuando no hay un abuso específico que
señalar. Una mejor aproximación con respecto a los dones espirituales es
preguntar: «¿Se utilizan de acuerdo con la Escritura? y «¿Se dan los pasos
adecuados para protegerse de los peligros del abuso?»
Como
es natural, es cierto que las iglesias pueden perder el equilibrio, y de hecho
a algunas les ha ocurrido. Pero no todas lo perderán, ni tendrán que perderlo.
Aún
más, como este argumento se basa en resultados actuales en la vida de la
iglesia, también resulta apropiado preguntar: «¿Qué iglesias en el mundo de hoy
tienen la evangelización más efectivo? ¿Cuáles tienen entre sus miembros loa
que ofrendan con más sacrificio? ¿Quiénes hacen de hecho más énfasis en la
pureza de la vida? ¿Quiénes tienen el amor más profundo por el Señor y por su
Palabra?
Me
parece que contestar claramente estas preguntas es dificil, pero no pienso que
podemos honestamente decir que las iglesias de los movimientos pentecostal y
carismático son con mucho más débiles en estas áreas que otras iglesias
evangélicas.
De
hecho, en algunos casos puede que sean más fuertes en estas áreas. La cuestión
es simplemente que cualquier argumento que diga que las iglesias que enfatizan
los dones milagrosos perderán el equilibrio no está simplemente probado en la
práctica actual.
8. UNA NOTA FINAL:LOS CESACIONISTAS
Y LOS CARISMÁTICOS SE NECESITAN MUTUAMENTE.
Por
último, se puede argumentar que aquellos que están en los campos pentecostales
y carismáticos, y aquellos que se hallan en el campo cesacionista
(principalmente cristianos reformados y dispensacionalistas) realmente se
necesitan mutuamente, y harían bien en apreciarse más entre sí.
Los
primeros tienden a adquirir más experiencias prácticas en la utilización de los
dones espirituales y en la vitalidad de la adoración que podrían ser
beneficiosas para los cesacionistas, si estos estuvieran dispuestos a aprender.
Por otro lado, los grupos reformados y dispensacionalistas han sido
tradicionalmente muy fuertes en la comprensión de la doctrina cristiana y en la
comprensión profunda y cabal de las enseñanzas de la Escritura.
Los
grupos carismáticos y pentecostales podrían aprender mucho de ellos si
estuvieran dispuestos a hacerlo. Pero ciertamente no es útil para la iglesia
como un todo que ambas partes piensen que nada pueden aprender de la otra, o
que no pueden obtener beneficio alguno del compañerismo mutuo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
PERSONAL
1. Antes de leer este capítulo, ¿qué dones espirituales o dones pensaba
que tenía? ¿Ha cambiado su comprensión de sus propios dones espirituales tras
estudiar este capítulo? ¿De qué forma?
2. Explique cómo cada uno de los dones espirituales que usted cree tener
supera a los que conocieron la mayoría de los creyentes del antiguo pacto.
Explique cómo cada don es una anticipación de algún conocimiento o habilidad
que tendrá tras el regreso de Cristo.
3. ¿Qué puede hacer para alentar o fortalecer esos dones espirituales que
necesitan fortalecerse dentro de usted? ¿Hay dones que usted ha recibido pero
que ha descuidado? ¿Por qué piensa que los ha descuidado? ¿Qué se podría hacer
para alentarlos o reavivarlos en su interior?
4. Mientras piensa sobre su propia iglesia, ¿qué dones espirituales
funcionan con más efectividad en este momento? ¿Cuáles son los más necesarios
en su iglesia? ¿Hay algo que usted pueda hacer para satisfacer esas
necesidades?
5. ¿Qué se podría hacer para ayudar a las iglesias a evitar controversias,
o aun divisiones, sobre la cuestión de los dones espirituales? ¿Hay tensiones
en su propia iglesia con respecto a estas cuestiones hoy? Si es así, ¿qué puede
hacer usted para aliviar esas tensiones?
6. ¿Piensa que algunos dones espirituales mencionados en el Nuevo
Testamento cesaron temprano en la historia de la iglesia, y ya no son válidos
hoy en día? ¿Ha cambiado su opinión sobre esta cuestión como resultado de la
lectura de este capítulo?
7. Desde su punto de vista, estaría una iglesia más saludable y más
unificada si se concentrara en unos pocos dones y los utilizara bien y
cuidadosamente, o si estimulara una multiplicidad de dones diferentes, para ser
utilizados en numerosas ocasiones por muchas personas diferentes? Si usted optó
por la última opción, ¿qué cosas podría hacer su iglesia para lograr una mayor
diversidad y una más amplia distribución en el empleo de los dones
espirituales? ¿Cuáles son algunos de los peligros que pueden acompañar un uso
tan amplio, y cómo pueden evitarse?
TÉRMINOS ESPECIALES
Vea la
lista al final del siguiente capítulo.
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Pedro 4: 10-11: Cada Uno Ponga Al Servicio De Los Demás El Don Que
Haya Recibido, Administrando Fielmente La Gracia De Dios En Sus Diversas
Formas. El Que Habla, Hágalo Como Quien Expresa Las Palabras Mismas De Dios; El
Que Presta Algún Servicio, Hágalo Como El Que Tiene El Poder De Dios. Así Dios
Será En Todo Alabado Por Medio De Jesucristo, A Quien Sea La Gloria Y El Poder
Por Los Siglos De Los Siglos. Amén.